El secretario Ortiz se presentó en la Cámara de Diputados con los proyectos del Presidente sobre la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos para 1998 y tuvo una recepción sorprendentemente buena: los proyectos incorporaban propuestas del PRD y del PAN aceptadas por Ortiz en negociaciones previas.
Después los dos proyectos han comenzado a ser cuestionados por ambos partidos públicamente. ¿De qué se trata? ¿Los acuerdos entre las oposiciones al PRI y el secretario de Hacienda no fueron satisfechos totalmente por los proyectos? ¿Acordaron o dejaron para la ``lucha pública'' lo que no pudieron acordar? ¿Los partidos de oposición no están honrando la palabra empeñada en las negociaciones previas? ¿O es el gobierno el que no lo está haciendo? ¿Por qué nada de esto ha sido referido por ninguna de las partes?
En una esfera política algo más transparente habríamos tenido, por ejemplo, una conferencia de prensa donde gobierno y partidos de oposición informan a la sociedad acerca de sus acuerdos previos a la discusión camaral, y dan igualmente sus respectivas razones y explicaciones de los asuntos sobre los que no pudieron acordar. La sociedad así habría comenzado a examinar los puntos de vista de unos y otros, y a tomar y a expresar cada quien la postura que le pareciera. Pero todos permanecieron en algo parecido al hermetismo sobre los acuerdos previos y, así, el debate político real permanece entre brumas para la sociedad.
En tales circunstancias las opiniones públicas de carácter técnico, que podrían arrojar luz al debate político, corren el alto riesgo de ser del todo ingenuas: estas opiniones sobre lo sustantivo transitan en una vía, y en otra muy distinta y subterránea, el debate y los acuerdos políticos reales, donde lo sustantivo es o puede ser en realidad adjetivo.
Estamos siendo testigos de un proceso que tiene todo el aspecto de la simulación de un útil juego de vencidas para propósitos políticos distintos de aquello que se discute. Los partidos de oposición al PRI dicen, con referencia a la aprobación del presupuesto, que el poder político no está ya en Los Pinos sino en la Cámara de Diputados. Saben, sin embargo, que el presupuesto no puede aprobarse sin la previa aceptación de la Ley de Ingresos en el Senado, donde no tienen mayoría. ¿Cuál es entonces el juego?
Los políticos, de otra parte, no comen lumbre. Clinton y Camdessus dieron su aval a los proyectos del presidente Zedillo. Cualquiera que sea la apreciación que tengamos sobre tales proyectos, es un hecho que si el capital internacional -del que Clinton y Camdessus no parecen ser voceros menores- tiene una apreciación negativa de los proyectos que finalmente se aprueben, el país puede ser presa de un Paulina financiero a la cuarta potencia, muy a pesar del propio capital financiero internacional. ¿De qué se tratan entonces las vencidas?
El gobierno sabe que la mejor defensa frente a los recurrentes Paulinas de nuestro tiempo es el tan traído y llevado equilibrio macroeconómico. Pero también sabe que quien pone e impone las medidas de evaluación sobre si estamos o no guardando tal equilibrio es el capital financiero internacional, y que frente a ello por hoy nada podemos hacer; por eso tenemos una dependencia externa del tamaño de la aludida en el párrafo anterior. Pero de tal circunstancia no habla el gobierno con la sociedad y con todas las fuerzas políticas, a pesar de ser un inmenso problema que requeriría una gran conciencia nacional sobre el asunto. Es inútil que las oposiciones también lo sepan, porque no lo asumen.
Si es verdad que en el mundo de hoy la mejor defensa es el referido equilibrio macroeconómico, también lo es que en nuestras específicas condiciones la búsqueda varias veces fracasada de alcanzarlo sostenidamente, acompañado además de las formas de regulación y desregulación que el capital internacional exige, ha sido en conjunto una camisa de fuerza que obstaculiza el desarrollo del país, acrecienta la economía informal, concentra el ingreso y aumenta la pobreza.
Esto debe saberlo el gobierno y dicen saberlo las oposiciones. Pero en tanto el gobierno busca no contrariar las exigencias internacionales, las oposiciones desafían tal conducta haciendo como que el asunto tuviera solución por nuestra pura voluntad en el marco de la ``soberanía nacional''. ¿Cuál es el juego?.