Marco Rascón
Petróleo y nitrógeno para el rescatismo
A Francisco Castañeda en memoria y con dolor
Tal parece que la entrega del petróleo mexicano es a fondo e irreversible. En la negociación entre el gobierno mexicano y el estadunidense existen dos alternativas para la cesión de las reservas y ambas se aplican paralelamente: la primera se basa en la explotación de nuevos yacimientos en el Golfo de México y la sobrexplotación de los ya existentes, mediante la inyección de nitrógeno; y la segunda, cediendo en la negociación nuestros límites marítimos a Estados Unidos, en lo que sería la segunda anexión de una parte de nuestro territorio sin pasar por la engorrosa vía de la independencia texana. En esta definición de límites, nuestro país podría perder tantos y tan valiosos recursos como nuestros territorios vendidos en 1847.
En el caso de la primera vía, además del anuncio de la operación de la empresa Reading and Bates Corp. para perforaciones profundas del Golfo en la zona límite de México y Estados Unidos, que prefigura la nueva ofensiva estadunidense sobre nuestras reservas, está el proyecto de construir la planta de nitrógeno en Atasta, Campeche, que se ha calculado costaría unos 6 mil millones de dólares (48 billones mexicanos). La producción de nitrógeno serviría para inyectar los pozos y aumentar su producción deteniendo la caída de presión. En el caso del complejo Cantarell en la sonda de Campeche, la presión actual ha sido de 118 kilogramos por centímetro cuadrado (kg/cm2), comparada con la presión inicial de 270 kg/cm2 y que, según versión de David Shields, de la empresa Netherland Sewell, si llegara a 108 kg/cm2 dejaría de producir; en esta situación, la vía de aumentar la producción mediante la inyección de nitrógeno es parte de una estrategia para vaciar en corto tiempo las reservas petroleras mexicanas y con ello sustituir las fuentes lejanas de aprovisionamiento estadunidense en el golfo Pérsico. Es decir que estamos enmedio de la guerra del Pérsico y que el despojo a México es parte de la tranquilidad de Washington y la paz, pero nuestra participación no será en el Escuadron 201, sino entregando nuestras reservas y yacimientos petroleros para garantizar su aprovisionamiento energético. Si el conflicto con Irak es considerado asunto de seguridad nacional de Estados Unidos, ¿qué se puede esperar de México y nuestras reservas petroleras? Se ha proyectado que la planta de Atasta entrará en operación antes del año 2000; sin embargo, no aparece en ninguno de los planes ni proyectos de la Petroquímica Mexicana ni del Plan de Desarrollo 1997-2000, pues este plan de intensificación de la producción contraviene el interés nacional. Por otra parte, esta estrategia para la intensificación de la producción es contradictoria, ya que la mezcla de nitrógeno con gas, dado que éste no se disuelve con el aceite, exige otro proceso para separarlos, lo que tiene un costo debido a que se requeriría una planta crigénica para hacer de ese gas un recurso utilizable comercialmente, y su construcción tarda- ría por los menos cinco años. Pese a todo, nacerá la planta de nitrógeno en Atasta. Si a este tipo de iniciativas unimos las noticias en relación con la perforación de nuevos yacimientos en el Golfo, todo hace suponer que el doctor Zedillo fue a Washington no sólo a corresponder al rescatismo de Clinton, sino a aceptar otra vuelta de tuerca a cambio de nuestra estabilidad financiera y la inyección de dólares a las reservas del Banco de México; el objetivo no sólo fue servir de ejemplo del fast track sino recibir la apertura del tema petrolero, siempre presente en la agenda estadunidense a cambio del único tema que preocupa a los defensores de la gobernabilidad neoliberal: estabilidad y apoyo financiero.
Siendo así, estamos ante un nuevo peligro de intervención y anexión abierta de nuestras reservas. Este será, seguramente, el argumento de peso ante sus adversarios internos, pues la relación establecida con México a partir del gobierno de Miguel de la Madrid y el salinismo ha sido sumamente fructífera, pues gracias a la mezcla de intereses de Pemex con empresas de Estados Unidos para la exploración y perforación de petróleo, hoy se puede hablar francamente de obtener el recurso de manera fluida y segura a cambio de la estabilidad financiera que nos endeuda y somete. Si pensábamos que pagar por adelantado liberaba el petróleo como garantía, nos equivocamos, pues ahora por ambas vías -sobrexplotación mediante inyecciones de nitrógeno a los pozos o vía la definición de los límites marítimos- los recursos de México y su soberanía están de nuevo en peligro.