La Jornada 21 de noviembre de 1997

Tres generaciones de deportistas en el desfile del 20 de Noviembre

Jorge Sepúlveda Marín Ť Las glorias del pasado, como Juan Fabila y Daniel Aceves; las del presente, como Laura Serrano, Carlos Mercenario y Chayito Iglesias y --desde luego-- que no faltaron las del futuro, como los niños beisbolistas de Monterrey, los mismos que ganaron el campeonato mundial en Estados Unidos. Y, por supuesto, también estaban atletas en silla de ruedas, como Saúl Mendoza. No fueron los únicos.

Desfile conmemorativo del 87 aniversario del inicio de la Revolución mexicana el de ayer, cuando transitaron, desde Pino Suárez hasta la Diana Cazadora, sobre el Paseo de la Reforma, 64 capítulos diferentes. Muchas de las representaciones nada tenían que ver con lo deportivo y otras hasta se oponían a lo ecológico, ya que los escapes de sus vehículos arrojaron bastante humo, azul o negro, pero eso fue lo de menos.

Desde el balcón central de Palacio Nacional, el presidente Ernesto Zedillo, acompañado de su gabinete, observaba y a ratos saludaba. Ahí estaba Ivar Sisniega, titular de la Conade, quien momentos antes, a su arribo, fue vacilado y hasta le chiflaron los reporteros.

Como antaño, los hombres de café no levantaron infracciones, sino una pirámide humana sobre sus motocicletas. En seguida aparecieron los deportistas que han triunfado en suelo nacional y del otro lado de la frontera norte. Primero en autos modernos, brillosos, envidia de cualquiera. Parecía una modelo, pero no, era Angélica Gavaldón.

Aplausos merecieron los peloteros Rocket Valdés, Karim García y Ricardo Rincón. Igual recibimiento para los púgiles Ricardo Finito López, Daniel Zaragoza, Laura Serrano, Kid Azteca y muchos más deportistas, quienes pasaron en carcachas. En el carro alegórico del IMSS viajaban Marijose Alcalá, Jorge Rueda, Daniel García y Fernando Platas. La sonrisa era su mejor saludo.

Los rugidos de motores no gustaron demasiado. Había que imaginar la escena. Arrancones frente a Palacio Nacional. Sobre un tráiler, como si fuera un pits, un grupo de mecánicos desmontó las ruedas de un Fórmula 3000 en menos de cinco segundos, no así los socorristas de la Cruz Roja, quienes tardaron un poco más en abrir un auto con potentes abrelatas y rescatar a un supuesto lesionado, también sobre una plataforma vehicular en pleno movimiento.

Pero el premio a la contaminación se lo llevó el camión de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado; parecía chimenea. Antes de cerrar, los representantes de la Secretaría de Seguridad Pública hicieron acrobacias sobre su motos y sin importar humo o ruido hasta mancharon de llanta el pavimento. Todo sea por festejar otro aniversario de la Revolución Mexicana. Eso sí, para limpiar todo lo tirado la cola del desfile fue una quincena de barredoras mecánicas, sin ninguna alegoría y con la única función de dejar todo como estaba antes de la parada deportiva.