Complicidad oficial con grupos paramilitares, otra posibilidad
Blanche Petrich Ť Para el director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Pablo Romo, ``no son nuevos ni recientes'' los ataques de los grupos paramilitares en Chiapas. Y a pesar del alto costo en vidas humanas y desplazados, a pesar del centenar de casas incenciadas en días recientes en Chenalhó, ``el gobierno del estado ha sido incapaz de detener esta violencia, lo cual sólo se explica de una forma: o el gobierno estatal es incompetente para enfrentar esta situación o bien es cómplice. En cualquier caso, el problema es grave''.
Responsable del área humanitaria de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Romo afirma que la agudización de la violencia, evidente a principios de noviembre en la zona norte -por el intento de asesinato contra los obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera-, y ahora en Los Altos, a sólo a 35 minutos de distancia del viejo valle de Jovel, es consecuencia directa de la ``inactividad'' de las pláticas de paz y de ``la negligencia gubernamental'' en el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
Sin embargo, descarta la viabilidad de incorporar al diálogo a grupos paramilitares como un tercer interlocutor, como ya lo ha propuesto el dirigente de Paz y Justicia, Samuel Sánchez, diputado estatal por el PRI: ``Esto no es causa, sino consecuencia de la falta de diálogo. Deben negociar los jefes''.
Hay pruebas y testimonios -insiste- que demuestran la responsabilidad directa del gobierno estatal sobre estos grupos paramilitares. ``Si no, que alguien me explique cómo es que este grupo de Chenalhó puede permanecer armado en un municipio ubicado a 35 minutos de San Cristóbal''.
-¿Desde cuándo ubica el Fray Bartolomé la presencia de paramilitares?¿Cómo se explica su presencia?
-Una primera explicación podría ser que se trata de una reacción violenta ante la pérdida de control de los grupos tradicionales de poder en los municipios. Pero como centro de derechos humanos, suponemos que no sólo es una cuestión regional o local, para nosotros es algo ligado a hechos que ocurren más allá del municipio, inscritos en una guerra de baja intensidad y que responden a un diseño de gente que estudia las reacciones de la población y las provoca.
En pocos días el saldo de la violencia ha sido muy alto, quizá el más grave en casi tres años de conflicto en el estado, con más de cien casas incendiadas y mil 800 desplazados en un municipio de 30 mil habitantes.
Pablo Romo llama la atención sobre algo que, estima, no está muy claro a los ojos de la opinión pública: ``Se piensa que ahora se reactiva una guerra, no obstante, en Chiapas nunca hemos dejado de verla activada. Evidentemente un ataque a dos obispos genera más atención que si fuera a campesinos, pero sólo en Chenalhó ya van 29 personas asesinadas. Diariamente vemos a civiles armados, transitando en sus vehículos por las carreteras junto con elementos de seguridad pública, como si fueran los operativos de las Bases de Operaciones Mixtas''.
-¿En el caso de Chenalhó, qué desató esta oleada?
-Viene de lejos. Hay acumulación de tensiones internas en las comunidades, en la transición del cacicazgo tradicional al más moderno, estilo Patrocinio González Garrido. Son tres los principales grupos sociales que existen: las bases de apoyo zapatistas; las abejas, o sociedad civil -que surgió como oposición a la represión desde el 92-, y los priístas y el Frente Cardenista, que son los que ahora están desatando esta situación violenta, según hemos detectado.
El atentado contra los obispos de San Cristóbal el 4 de noviembre, y contra la hermana de Samuel Ruiz el día 6, se inscriben en este contexto de violencia e incremento de tensiones. Para no ir más lejos, un incidente que acaba de ocurrir: un helicóptero del gobierno del estado, o del Ejército Mexicano, no sabemos, llegó a la comunidad de Canonal a decir que ``derechos humanos'', así en abstracto, quiere acabar con todo lo que sea sociedad civil y bases zapatistas. Esa es una forma de aplicar la teoría del rumor que, como sabemos, en una guerra de baja intensidad se convierte en una arma más.
-Se entiende por grupo paramilitar un ejército irregular con vínculos no orgánicos, no oficiales, con cuerpos de seguridad. ¿Por qué hablan de grupos paramilitares en este caso?
-En la zona norte tenemos, como grupo pro derechos humanos, gran cantidad de testimonios que vinculan a ``soldados'' -no son del Ejército Mexicano- que, vestidos como elementos de seguridad pública, actúan en compañía de civiles armados y hostigan a la población. Han sembrado el terror y además tienen entrenamiento militar.
-La denuncia del Centro Fray Bartolomé y de otros grupos humanitarios llevan tiempo manifestándose. ¿Qué respuesta han tenido por parte de los aparatos de procuración de justicia estatales?
-La respuesta ha sido la impunidad. Nos parece que su preocupación ante la opinión pública es más por imagen que por la justicia en sí.
-¿Ahora que este sector de paramilitares está activo en el escenario de guerra, deben ser incorporados a la negociación?
-Eso es justamente lo que dice el dirigentes de uno de los grupos paramilitares que tiene fuero. Desde mi punto de vista, si se está negociando con el gobierno, con eso basta. Puede resultar muy interesante hablar con todos los ciudadanos, los armados y los no armados, en eso consiste la democracia, pero no en una cuestión particular y concreta como esta. Es suficiente con el gobierno y el EZLN, siempre y cuando se negocie y se cumpla en serio.
-En todo caso, Conai, Cocopa y el delegado gubernamental tendrían que incorporar en la agenda de negociación este otro tema, el de los paramilitares.
-Claro, y espero que lo hagan rápido, sobre todo por la vida de la gente que deambula por las montañas en situación muy precaria. Si se quiere, que se ponga como un punto más en la agenda. Pero yo creo que esto que está pasando es consecuencia, no causa, de la inactividad del diálogo. Es producto directo de la negligencia ante los acuerdos de San Andrés. La Cocopa, el gobierno federal y la Conai van a tener que regresar que alguna manera a discutir estos asuntos.
-¿Pero cómo? ¿Por dónde?
-Si lo que dice el delegado gubernamental Joaquín Coldwell es cierto, que lo cumpla ya. Especular con el tiempo es generar más víctimas. Y quien en este momento tiene la facultad de dar pasos es el gobierno. Estas declaraciones a La Jornada, a Reforma, que las ejerza, el país necesita hechos. A pesar de todas sus dificultades, el diálogo estaba generando ideas con gran fluidez y, tanto a escala internacional como nacional, ambas partes se iban ganando un prestigio, sobre todo el gobierno, que era capaz de dialogar con los ciudadanos. En la medida en que cierra las posibilidades empiezan las críticas. Y si no las oye en tzotzil, las oye en francés, o en inglés en Vancouver.