De muy diversas maneras, la población entera de México ha iniciado una marcha general para conseguir un verdadero avance democrático, que comprenda desde un proceso electoral nacional confiable hasta servicios públicos esenciales. Esa gran batalla nacional necesita que la lleve adelante un régimen gubernamental amplia y eficazmente apoyado por la sociedad civil, y especialmente por las capas más humildes y más sacrificadas de nuestra estructura social.
Una condición indispensable para lograr ese apoyo popular, es que se abran los diversos senderos a través de los cuales los distintos sectores de la población pobre puedan recibir y conducir la voluntad ``populista'' de los millones de mexicanos sacrificados por ya casi 15 años de miseria, de despojo y de desequilibrio económico a que nos ha conducido el neoliberalismo corrupto.
Sin duda, la expresión popular del 6 de julio pasado fue muy importante, pero no suficiente. Necesitamos forzar la apertura de otros muchos canales complementarios.
Uno de los sectores más viciados por la corrupción predominante fue la dirección hegemónica sindical a nivel nacional y regional. Ese fenómeno se explica porque cada dirigente sindical corrupto, susceptible de compraventa, es un instrumento aprovechable por los empresarios, acostumbrados a comprar huelgas o a pagar ``seguridad industrial''. Pero, además, cada uno de esos dirigentes charros es útil para un régimen gubernamental que finca su nueva política laboral en ``la productividad'' y ``la competitividad'' como obligaciones obreras y, en el control de la dirigencia sindical, mediante el registro --a voluntad gubernamental-- de los organismos sindicales y de sus movimientos interiores.
Ahora se está presentando en muchas organizaciones sindicales, la necesidad de renovar a sus dirigentes corruptos, y estamos contemplando la desvergüenza con la que muchos de los antiguos dirigentes sindicales, de inocultable herencia charra, están tratando --en muchos casos con la cínica ayuda de funcionarios estatales-- de mantener a su grupo en el poder sindical, olvidando el manifiesto anhelo de los trabajadores sindicalizados de México, no sólo a ser ciudadanos con derecho a libre sufragio, sino también a ser miembros de organizaciones sindicales democráticamente orientadas y dirigidas a defender los derechos clasistas.
Surge este comentario porque hoy estamos observando la lucha entre los dirigentes sindicales corruptos de antaño, quienes pretenden mantenerse en el poder, y la gran mayoría de los trabajadores sindicalizados que quieren democratizar y revitalizar la lucha de sus organizaciones, haciéndola parte de la gran batalla por la auténtica democratización social y política del país.
Si vemos la lucha de miles y miles de trabajadores petroleros, ferrocarrileros, electricistas, maestros, de Laguna Verde, de Dina y de muchas importantes organizaciones más de trabajadores, y si a ellos agrega la pelea de los trabajadores sin militancia sindical directa, sin puesto fijo ni salario seguro, como ocurre con todos los llamados trabajadores ``informales'', nos damos cuenta de la urgente necesidad de abrir los canales a la democracia sindical y conducir la voluntad democrática de la mayoría de los trabajadores sindicalizados, por tantos años esquilmados y engañados por sus dirigentes de tipo cetemista.
Así como para vigilar la legalidad y la regularidad de los procesos electorales se organizaron columnas de ``observadores electorales'' , se han venido organizando grupos de observadores independientes de los procesos electorales sindicales, para vigilar que éstos se ajusten a las leyes aplicables, a los estatutos que no contrarien la Constitución ni las leyes, y sobre todo respeten la voluntad libremente expresada de las mayorías sindicales.
Un ejemplo muy valioso y demostrativo es el trabajo realizado por el Comité de Observadores Independientes para las elecciones del Comité Local de las Secciones 34, 35 y 36 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, como se desprende del informe del 25 de octubre de 1997, rendido por dicho Comité en relación con el proceso de elección sindical celebrado en Tula, Hidalgo, los días 7, 8 y 13 de octubre.
La serie de graves irregularidades señaladas por el Comité de Observadores Independientes permitirá combatir --por su evidente ilegalidad e irregularidad-- el proceso que intentaron montar para las Secciones 34, 35 y 4 los antiguos dirigentes nacionales del STPRM o sus continuadores charros.