José Steinsleger
Guerra química contra Cuba

En 1965, en una finca del municipio cubano de Las Vegas, descendió un globo de material plástico que al impactar en el suelo expulsó un polvo blanco que se extendió por los alrededores, afectando un cañaveral cercano. Cinco años después, en el marco de un proyecto del Pentágono llamado The Cooling, Estados Unidos trató químicamente las nubes para dañar la cosecha azucarera cubana. En 1995, en el aeropuerto de La Habana fue detenido un científico norteamericano que en su cámara fotográfica llevaba camuflados cuatro pequeños tubos de ensayo que contenían el virus conocido como tristeza del cítrico.

La guerra química y bacteriológica contra Cuba empezó en 1962, cuando un turista canadiense admitió que un agente de inteligencia norteamericana le entregó una sustancia para infectar tortugas. Desde entonces, todos los cultivos y productos agrícolas fundamentales --caña, ganado, cítricos, tabaco, banano, abejas, café-- han sido atacados por extrañas plagas que nunca se habían presentado en Cuba: virus de la fiebre porcina (1971), roya de la caña de azúcar (1978), seudodermatosis modular en el ganado bovino (1981), ``fusorio'' (hongo que deja a la planta de tabaco sin raíz, 1991), ``pulgón negro'' en los cítricos (1992), enfermedades virales que atacan a los conejos (1993), ``varroasis'' y ``acarosis'' que afecta a la apicultura y que aparecieron ``casualmente'' cuando Cuba empezó a exportar miel. En septiembre pasado, en una granja de semillas, apareció un insecto desconocido en todo el continente americano que devora los granos de arroz en grandes cantidades.

En 1981, la Organización Panamericana de la Salud investigó los casos de conjuntivitis hemorrágica causada por la cepa enterovirus 70, epidemia que nunca había estado presente en este hemisferio. En pocos meses, el dengue hemorrágico afectó a 350 mil personas, en su mayoría niños, y ocasionó 150 muertes. Esta forma de virus correspondía a la cepa Nueva Guinea 1924 (serotipo 02), única en el mundo entonces, con lo que se demostraba que era una cepa de colección, fabricada en laboratorio.

Las agresiones químicas han sido reconocidas por algunos de sus autores. Es el caso del cubano Eduardo Arocena, cabecilla de la organización terrorista Omega-7. Sometido a juicio en Estados Unidos (1984), Arocena fue acusado y declarado culpable del asesinato del diplomático cubano Félix García Rodríguez, y confesó haber introducido ``gérmenes'' en la isla.

El Departamento de Estado dice: ``no hay pruebas''. Sin embargo, en un país como Cuba, que para sobrevivir se ha ganado fama de obsesivo en asuntos de salud y alimentación, llama la atención que con el inicio del bloqueo, insectos ajenos a su geografía y sustancias tóxicas artificiales aparezcan rutinariamente en sembradíos y plantaciones causando pérdidas multimillonarias, además de los peligros que conllevan para la salud de la población.

A ninguna publicación ``seria'' de Estados Unidos se le ocurriría elaborar un reportaje llamado ``Otra vez Estados Unidos, el peligro oculto de su guerra biológica con Cuba''. En cambio, la última edición de la revista Newsweek en español (26.XI.97) intitula su portada: ``Otra vez Sadam, el peligro oculto de su guerra biológica''. La revista advierte que el malísimo de Bagdad estaría tramando la guerra química contra los ``indefensos'' ciudadanos norteamericanos.