Teresa del Conde
¡Oh mármoles que otras manos!

El sábado 8 de noviembre apareció en esta sección un interesante reportaje que Adriana Malvido realizó sobre la Conferencia General de la UNESCO, referida a la delegación griega. Spyros Repoulis espera que esta entidad ayude a la restitución de los mármoles del Partenón al lugar donde fueron tallados. Todos recordaron en ese momento la reunión de 1982 en México, cuando Melina Mercouri clamó por la misma cuestión, como ministra de Cultura. ``Cabe recordar que los mármoles del Partenón fueron extraídos de la Acrópolis y llevados a Inglaterra en 1806, cuando Grecia estaba ocupada por Turquía... con el argumento de que así quedarían protegidos de las guerras''.

Me temo que no es así. El Partenón, construido en la época de Pericles por Icthinos y Kalícrates, ornamentado bajo la dirección de Fidias (V aC) ha sufrido bastante en su historia. Hasta el año 373 de nuestra era la Atenea Pallas de Fidias, ya despojada de las placas de oro que la recubrían y con las lajas de marfil desprendidas, todavía estaba allí. El incendio del siglo V acabó con ella. No obstante el edificio y su decoración quedaron casi intactos hasta poco después, cuando el templo pagano se convirtió primero en iglesia dedicada a la Santa Sofía (Santa Sabiduría) y luego a la Madre de Dios. Se le privó del techo, se le construyó un ábside y se le abrió una puerta en la cella, con lo que el friso de las Panateneas se dañó. Los intercolumnios fueron cancelados (existe un curioso dibujo de época en el que el maravilloso edificio resulta casi irreconocible). En 1456 Ateneas cayó bajo los turcos y el Partenón se convirtió en mezquita musulmana, sin graves alteraciones de las esculturas. Ostentaba entonces un minarete al lado. Todavía en 1676 el dibujante francés Carry dibujó buena parte de la ornamentación. Ya las metopas del lado norte estaban incompletas, no así las de los otros tres costados. Desafortunadamente en 1687 los turcos utilizaron el edificio como almacén de pólvora y explotó durante el bombardeo de la Acrópolis perpetrado po un comando veneciano capitaneado por Morosini. Este, además, quiso bajar esculturas de los pedimentos y llevárselas, pero sólo consiguió mutilarlas aún más. Muchas quedaron en el suelo.

James Stuart --en el siglo XVIII-- lloró ante lo que vio y Nicolás Revett (1720-1804) hizo espléndidos dibujos de los grupos que se conservaban, de las metopas y el friso. En 1801 el séptimo conde de Elgin (Thomas Bruce 1766-1841) diplomático en cargo, fue autorizado ante la Sublime Puerta para sacar moldes de las esculturas. En 1803 mediante el pago de 36 mil libras esterlinas se llevó buena parte de ellas a Londres. En el puntual recuento que hizo sobre todo este affaire explica que buena parte de los altorrelieves de los pedimentos se encontraban en una casa turca, no en la Acrópolis, todavía existían metopas adheridas al friso y otras estaban desperdigadas. Consiguió que Inglaterra adquiriera el envío en 1816 y desde entonces pasaron a integrarse al acervo del Museo Británico, que se encontraba en Casa Montagou, demolida cuando se construyó el actual edificio, en el mismo predio. No es aventurado afirmar que los mármoles existen hoy día gracias a Elgin, de lo contrario es probable que aún estos remanentes hubiesen sucumbido durante el movimiento independentista en el que, como se recordará, tomó parte Lord Byron, quien perdió la vida en Atenas. La museografía del Museo Británico ha cambiado con el tiempo. La sala Elgin fue donada, con todos los implementos museográficos, técnicos, de iluminación etcétera, con fondos proporciondos por Joseph Duveen, Lord de Millbank, art dealer de la famosa casa Duveen que no fue precisamente un santo ni un mecenas, pero la configuración de esas salas y la espléndida ``puesta en escena'' de los mármoles a él se le deben, cosa que lo redime.

Pensemos un poco. El Louvre posee un fragmento del friso de las Panateneas y una metopa. ¿Se solicitaría la devolución? El monumento a las Nereidas de Xantos, así como las esculturas de los sátrapas de Halicarnaso, se encuentran en el British Museum, en tanto que el altar de Pérgamo está en el museo berlinés de ese mismo nombre. Las colecciones de cerámica cicládica, griega y helenística que alberga el Metropolitan de Nueva York permiten hacer una lectura adecuada no sólo de sus formas, sino de la evolución de la representación dibujística. Todas estas cosas existen porque fueron preservadas durante el boom que dio origen a los museos enciclopédicos a partir de La Ilustración. Las tres colecciones iniciales del British Museum fueron también arqueológicas y hay en ellas testimonios tan importantes como la Piedra Rosetta. No sólo eso: la biblioteca que guarda joyas bibliográficas de todos los tiempos, y que está al día, complementa la apreciación de las colecciones. Nada de esto es botín de guerra. Las peticiones de devolución son obtusas.