La Jornada 25 de noviembre de 1997

En la propuesta de Cocopa, errores ``peligrosos'', dice Joaquín Coldwell

Salvador Guerrero Chiprés /I Ť ``La solución militar no sirve'' para dar salida al proceso pendiente en Chiapas, afirmó Pedro Joaquín Coldwell, jefe de la delegación gubernamental para el diálogo con el EZLN.

``No sirve para resolver estos conflictos. Tenemos el caso de un país hermano, como Guatemala, que tuvo 36 años en lucha interna, con un drama doloroso y finalmente van a la mesa de negociaciones; mejor de una vez'', insistió el funcionario gubernamental durante una reunión privada con pastores presbiterianos.

Consideró que la propuesta de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) es bien intencionada pero ``contiene errores e insuficiencias que pueden ser peligrosos''. Asimismo, citó el criterio de extraterritorialidad implícito en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) --trasladado al proyecto de esa comisión-- que reivindica derechos indígenas previos al establecimiento de límites territoriales y el criterio de autonomía asociado a la propiedad y usufructo del hábitat, sin considerar respeto a derechos de terceros no indígenas.

En opinión de Joaquín Coldwell, si el EZLN ``retirara oficialmente su declaración de guerra, daría un importante paso'' hacia el restablecimiento del diálogo.

El segundo impasse

Ante pastores de ``iglesias presbiterianas y reformadas'' que representan --según datos de asociaciones religiosas-- cerca de 40 por ciento de la feligresía chiapaneca, el negociador del gobierno reconoció que en ese estado existen lo que llamó ``el segundo impasse'' y un clima ``de falta de confianza entre las partes''. Además, el gobierno ha percibido ``una gran debilidad en el sistema de procuración de justicia, que causa el descontrol en la violencia y la Ley del Talión''.

Joaquín Coldwell habló durante 80 minutos. Posteriormente escuchó a quienes se hicieron eco de los feligreses cercanos a los evangélicos asesinados hace dos semanas y protestaron por los templos cerrados y agresiones contra una iglesia ``que tiene un trato distinto a la mayoritaria'', según le dijeron.

La reunión se efectuó en el edificio del Seminario Presbiteriano, en Arenal 36, al sur de la ciudad de México. Ahí, el negociador expresó que las agresiones contra evangélicos ``son muy lamentables y creo que efectivamente tenemos que trabajar más para la pacificación de Chiapas, fortalecer el estado de derecho y el combate a la impunidad''.

Es un campo en el que tenemos que trabajar urgentemente, aseveró ante los asistentes a la octava reunión de la Asociación de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina (AIPRAL). Lo escuchaba también Milan Opocensky, secretario general de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, que se atribuye 70 millones de fieles en todo el mundo y el tercer lugar en número después de católicos y ortodoxos.

``Tenemos que encontrar mecanismos de distensión. Hay un vacío de autoridad en el norte del estado y no se va a poder resolver mientras no se arregle el conflicto de las cañadas, pues hay vasos comunicantes entre ambos problemas'', comentó Joaquín Coldwell en alusión a la parte de tensión derivada del EZLN y a los sucesos de confrontación interreligiosa y comunitaria.

Recordó que, desde su nombramiento, se vio obligado a adentrarse en textos sobre negociación política. Mencionó que principalmente existen ``los negociadores asertivos, que son como halcones que buscan avasallar'' al adversario, y los ``empáticos'', con los cuales dijo estar identificado.

``Son los que tratan de entender las razones del otro y compartir las soluciones. Yo he tratado de jugar el papel de negociador empático. Lamentablemente, esto ha llevado a que la otra parte me acuse de querer ser mediador. Yo no tengo el perfil para ello, soy simplemente un negociador. En este impasse se viven momentos de falta de confianza entre las partes'', comentó durante la reunión en que respondió a casi todas las preguntas, y a la que tuvo acceso furtivo La Jornada.

``El proyecto de la Cocopa incluyó algunos de los acuerdos de San Andrés, con muy buena voluntad, pero tiene algunos errores y algunas insuficiencias que si los dejamos pasar pueden ser peligrosos, pueden restarle eficacia a la propia ley o pueden dar lugar a algunos otros conflictos.

``Voy a mencionar algunos; uno menor, digamos, y otro mayor. El proyecto de la Cocopa contiene una definición de pueblos indígenas tomada textualmente del Convenio 169 de la OIT, que es un convenio internacional y se plasma tal cual en el proyecto de la comisión, y dice: `Los pueblos indígenas son aquéllos que descienden de poblaciones que habitaban en su país al iniciarse la colonización y antes que se establecieran las fronteras de los Estados Unidos Mexicanos'. Aquí hay una definición extraterritorial, estamos incluyendo Estados Unidos y Guatemala. El gobierno dice, bueno, no cabe dar definiciones en la Constitución. La Constitución no define quién es periodista, quién es trabajador, etcétera. Pero digamos que eso se pudiera pasar por alto.

``Finalmente, no es la mexicana una Constitución tan depurada en técnica jurídica, pero ¿no podríamos evitar esa extraterritorialidad?'', preguntó Joaquín Coldwell a los pastores presbiterianos en la parte final de su intervención.

Esa, dijo, ``podría ser una cuestión menor''. Sin embargo, en la propuesta de la Cocopa ``hay otras que no son tan menores, por ejemplo, dice el proyecto: `en el marco de su autonomía, los pueblos indígenas deberán acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales de sus tierras y sus territorios, entendidos éstos como la totalidad del hábitat de los pueblos indígenas'. Yo estoy de acuerdo en que hay que darle a los pueblos indígenas el derecho de explotar libremente los recursos naturales de sus tierras, de sus territorios. Me parece que aquí nadie pudiera estar en contra de esa posición. Lo que planteamos en el gobierno es nada más añadirle estas palabras: `respetando los derechos de terceros'. Estas palabras pueden evitar muchas complicaciones'', concluyó el negociador del gobierno para la paz en Chiapas.


José Gil Olmos Ť El delegado oficial para el diálogo en Chiapas, Pedro Joaquín Coldwell, consideró como ``clave'' en la búsqueda de reanudar el proceso de pacificación chiapaneco, solucionar y detener la violencia suscitada las últimas semanas en la zona norte y los Altos de este estado, donde varios miles de simpatizantes del EZLN han tenido que huir ante el temor de ser agredidos por grupos paramilitares.

En vísperas de la reunión que sostendrá este miércoles en las oficinas del Senado de la República con los integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), Joaquín Coldwell precisó que tratarán de encontrar las fórmulas para reanudar el diálogo de San Andrés, suspendido hace 15 meses.

Interrogado vía telefónica sobre su posible remoción ante la imposibilidad de reactivar el diálogo, el negociador aseguró que está trabajando con normalidad y que no hay ``señales'' al respecto, como se ha mencionado recientemente en medios políticos.

Descartó, en ese sentido, que estas versiones se propalen por una cierta ``desesperación gubernamental'' por reanudar el diálogo con los zapatistas.

Sobre la reunión que sostendrá con los integrantes de la Cocopa en las instalaciones legislativas de la torre de El Caballito, dijo que se hablará de la propuesta que hizo esta comisión para desanudar las negociaciones con el EZLN, y también de la respuesta confidencial a dicho documento que ya dio el gobierno federal.

No obstante, adelantó que no será una reunión de grandes expectativas, sino que es la primera de una serie de entrevistas que tendrá con los senadores y diputados para acercarse a la reanudación de las negociaciones, suspendidas desde septiembre de 1996.

A pregunta expresa sobre los hechos violentos ocurridos recientemente en el municipio de Chenalhó, Chiapas, Joaquín Coldwell lamentó esta situación y reconoció que es similar a la que ocurre en la zona norte.

Finalmente, confió en que se puedan encontrar los mecanismos que eviten y frenen la ocurrencia sucesiva de los hechos violentos en estas zonas chiapanecas, que han afectado a diversas comunidades indígenas, algunas de las cuales han tenido que refugiarse en los montes luego de ser incendiadas sus moradas.