Néstor de Buen
Un Congreso esperado

La Asamblea Nacional de los Trabajadores convoca para esta semana a la celebración del Congreso constitutivo de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). Se celebrará el viernes 28 de acuerdo al anuncio publicado.

Es particularmente importante, pero por lo pronto sólo podemos especular sobre su posible contenido, la aprobación formal de los documentos básicos y de la constitución de la UNT.

La convocatoria menciona la declaración de principios, los estatutos y el plan de acción que son elementos tradicionales en la formación de los organismos sindicales. Y se agrega, a la manera de la CTM, una ``Constitución''.

Sin tener ni la menor idea de lo que dicen los documentos, que con toda seguridad ya han sido elaborados, discutidos y aprobados en lo íntimo, me parece, sin embargo, importante, hacer algunas consideraciones.

La constitución tendría que ser el punto de partida. Pero daría la impresión que una constitución sin declaración de principios, sin establecer la estructura orgánica de la nueva organización y sin definir su plan de acción se puede convertir en una especie de exposición de motivos, como las que acompañan a las iniciativas que se presentan al Congreso de la Unión. No valdría en sí misma sino como simple antecedente ni siquiera normativo. Da la impresión, sin embargo, de que hay alguna confusión en los términos salvo que no se trate de una Constitución, así con mayúsculas, sino de la constitución, quiere decir, el resultado del acto de constituir. En la convocatoria viene con mayúsculas.

La declaración de principios no podría vulnerar las bases de cualquier organización sindical: autonomía plena frente al Estado, frente a los partidos políticos y frente a las organizaciones empresariales; democracia, que tendrá que ser definida como seguramente lo será mediante mecanismos indirectos, quiere decir, con la participación de delegados en las asambleas y congresos; plena libertad sindical individual y colectiva lo que de aceptarse en plenitud debería implicar el rechazo a las cláusulas de exclusión; exigencia de total reconocimiento al derecho de negociación colectiva sin interferencias indeseadas de pactos neoliberales y, finalmente, derecho de huelga liberado de los laberintos de la ley.

La estructura orgánica no tiene demasiadas alternativas. Nuestra LFT, tan interventora en todo lo colectivo, sólo da pie para la formación de federaciones y de confederaciones. Pero se formará, con toda seguridad, una confederación. Ojalá que no intente ocupar el lugar de esa institución fantasma (en lo jurídico y en lo práctico) que es el Congreso del Trabajo que no tiene precedentes en la ley y que, hasta donde llega mi información, ni siquiera tiene personalidad jurídica. Será más inteligente hacerse valer por sí misma.

El estatuto no podrá ir más allá del detalle de las facultades del comité ejecutivo y sus integrantes y de la celebración de las asambleas. Tal vez se incluyan mecanismos de sanciones y expulsiones. Habrá que ver, sin embargo, si en ese documento se plasmará o no el principio de no reelección sin el cual la organización nacerá con una gravísima enfermedad de origen. Teniendo en cuenta a las dos principales organizaciones convocantes, el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), que no estará en favor de la reelección y el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, que sí parece propicio a ella, todo parece indicar que en ese punto habrá polémicas importantes. Confío en que triunfe el espíritu democrático del SNTSS.

La definición del plan de acción será un punto clave. Porque si se inclina la UNT por la acción política, como en sus tiempos lo hizo la CROM, podríamos encontrarnos con un simple patrón sustituto del Congreso del Trabajo o de la CTM en cuanto a su vinculación al Estado. Pero si se define la acción directa: huelgas y otras cosas por el estilo, la esperanza en la realidad de la fuerza sindical sustituirá al miedo que muchos tenemos de que se trate solamente de un rejuvenecimiento de los aliados sociales del Estado. Y deberá incluirse la exigencia de reformas a la LFT particularmente para desaparecer su corporativismo fascista.

A la asamblea no deberá asistir autoridad alguna. No están los tiempos para cortesías. De lo contrario, cabrán todas las sospechas.