El tema central del informe 1997 del Banco Interamericano de Desarrollo evalúa el comportamiento de las economías de nuestra región después de una década de haber comenzado el proceso de reformas económicas. La pregunta central que se plantea el BID es si han justificado, por sus resultados, los sacrificios que ellas han implicado.
El Banco sostiene que las economías de la región son hoy muy diferentes a las de hace poco tiempo atrás. A fines de 1996, la inflación promedio para el conjunto de América Latina era de 10 por ciento, el déficit fiscal no superaba el 2 por ciento del producto, se redujo la interferencia gubernamental sobre la economía, se han abierto espacios al mercado, se ha avanzado en la liberalización comercial, a la vez que se ha progresado en la liberalización financiera. No existen restricciones a las importaciones y el arancel promedio se redujo de 42 a 14 por ciento. En el plano financiero, se ha liberalizado el control sobre las tasas de interés, se ha desmantelado el régimen de asignación del crédito por áreas de la economía, a la vez que las reservas que debe mantener el sistema bancario son inferiores al 20 por ciento de los depósitos. El Banco añade que en algunos países se han hecho progresos en el campo de la reforma a los sistemas impositivos y en la privatización.
Según el BID, no obstante la profundidad de las reformas, el comportamiento de la economía no es plenamente satisfactorio. Con respecto a la situación de la región antes de las reformas, actualmente la tasa de crecimiento económico sigue siendo sustancialmente más baja, el desempleo es más elevado, la distribución del ingreso en América Latina sigue siendo muy inequitativa, mientras que el número de pobres aumentó a 150 millones.
Ante la falta de concordancia entre la magnitud de las reformas y los resultados alcanzados, el Banco plantea tres posibles respuestas. La primera sostiene que las reformas han constituido un camino errado, dado que no podían conducir al crecimiento, la estabilidad y la equidad. La segunda explicación postula que las reformas no han dado sus frutos ya sea porque no se han completado o porque no ha transcurrido el tiempo suficiente para que se perciban sus beneficios. Y la tercera alternativa de respuesta sostiene que las transformaciones deben complementarse con reformas sociales, del Estado e institucionales.
Para argumentar que la primera respuesta no es la correcta, lo que quiere decir que la región no debe replantearse el camino de las reformas, el BID sostiene que un estudio econométrico de la relación entre reformas estructurales y comportamiento económico para 19 países de América Latina concluye que si no se hubiese puesto en práctica las reformas, en la actualidad el ingreso por habitante de la región sería 12 por ciento inferior, la tasa de crecimiento económico sería 2 por ciento más baja, la productividad del trabajo y del capital habría seguido cayendo y el coeficiente de inversión se habría estancado en 17 por ciento del producto. Puede que un estudio econométrico haya probado esto, pero con toda seguridad un modelo econométrico diferente podría demostrar lo opuesto. De modo que los argumentos del BID para sostener que de no haberse emprendido las reformas la situación de la región sería peor a la actual no son convincentes.
Para el BID, la única vía posible para dinamizar las economías, hacerlas más estables y equitativas y reducir los niveles de pobreza consiste en profundizar las reformas económicas y complementarlas con cambios sociales e institucionales. Sostiene que en lo financiero se debe mejorar la regulación y la supervisión; en el plano fiscal se debe perfeccionar la administración tributaria, reducir la evasión de los impuestos sobre los ingresos y ampliar la base de captación del impuesto al valor agregado; en tercer término, debe profundizarse la privatización de empresas industriales y financieras y ampliar la participación del capital privado en infraestructura. Por último, el Banco arguye que el mayor potencial para profundizar las reformas está en la esfera laboral. Por lo tanto, podemos esperar la difusión de las declaraciones en favor de la flexibilización laboral. De acuerdo con el BID, si se profundizan las reformas, la tasa de crecimiento de la región llegará a 5 por ciento. Además, si van acompañadas por mejoras educativas, ella subiría a 7 por ciento.