Emilio Zebadúa
Educación para la democracia*

El pasado 6 de julio fue una fecha histórica en más de un sentido; en primer lugar porque los ciudadanos que acudieron a las urnas se expresaron a favor del ejercicio de sus derechos políticos y, además, porque en ese día se dio un paso fundamental hacia adelante en la construcción de una cultura democrática. Hoy, como resultado, el mapa del país es multicolor y más plural. El reto que el IFE enfrenta --en su calidad de órgano de Estado comprometido con la nueva cultura política de México-- tiene que ver, en este doble sentido, con la educación para la democracia de los ciudadanos (y los futuros ciudadanos) de este país.

Desde su creación el IFE ha elaborado diversos programas en materia de educación cívica, atendiendo fundamentalmente a la población infantil y juvenil inscrita en el sistema de educación formal, y a necesidades de formación y difusión dirigidos a públicos con conocimientos especializados en temas de cultura política. Sin embargo, dada la nueva naturaleza ciudadana del Instituto y su carácter autónomo, resulta necesario evaluar el contenido de dichos programas así como las estrategias empleadas para acceder a sectores más amplios de la población. Es necesario, además, permitir la participación de partidos políticos, agrupaciones políticas nacionales y la sociedad civil en su conjunto en la definición y difusión de los programas de educación cívica que impulse el IFE.

La idea central es establecer mecanismos de cooperación y articulación de tareas conjuntas que permitan, a partir de las distintas experiencias de las organizaciones sociales y del trabajo operativo del IFE, la elaboración de una gran estrategia nacional que aglutine y potencialice los esfuerzos, energías, recursos e iniciativas que se llevan a cabo en educación cívica. No se trata simplemente de nutrir la estrategia del IFE en la materia, sino de abrir un espacio de interacción que dinamice la relación de las organizaciones sociales y el IFE como organismo de Estado, y redunde en planteamientos, estrategias y productos que incidan de manera directa y permanente en la conformación de una cultura democrática acorde con las distintas realidades regionales, sociales, étnicas, de género y edad que coexisten en el país.

La democracia y la educación van de la mano: uno de los fines del sistema educativo es la formación de ciudadanos capaces para la vida democrática. Los mexicanos han expresado ya en varias ocasiones la prioridad que le otorgan a estos dos valores. En una encuesta de la Fundacion Arturo Rosenblueth, la educación resultó entre los temas de mayor relevancia que los encuestados consideraban se debían apoyar en el Presupuesto de Egresos y el gasto público. En las elecciones que el IFE y Unicef organizaron para la población infantil el pasado 6 de julio participaron 3 millones 700 mil niñas y niños, de los cuales 837 mil votaron para ``tener una escuela para poder aprender y ser mejor''. Se trató, no solamente del derecho más votado a nivel nacional, sino el que obtuvo --sin excepción-- el primer lugar entre nueve derechos a elegir en las 32 entidades de la República. Estos resultados comprometen a todas las instancias e instituciones que están ocupadas en tareas de educación para redoblar esfuerzos y ampliar la cobertura y la calidad de la educación.

El Instituto Federal Electoral es hoy en día una institución ciudadana y autónoma, lo que lo obliga, entre otras cosas, a responder a las expectativas que la sociedad tiene en materia de educación cívica. En este sentido se pretende que la educación cívica sea mucho más abarcante, más ambiciosa y mucha más atenta a la problemática que se desprende de la pluralidad del entorno sociocultural del país. Para ello, el Consejo General a través de la Comisión de Capacitación Electoral y Educación Cívica ha planteado varios ejes de trabajo, los cuales describo aquí con la esperanza de que, en torno a ellos, se pueda desarrollar un esfuerzo común y compartido para educar en el contexto de una nueva cultura democrática.

El primer eje tiene que ver con la propia conceptualización de lo que debe entenderse por educación cívica en la actualidad. Destaca la propuesta de establecer dicha conceptualización a partir de la noción de Educación Ciudadana, entendida ésta como el conjunto de comportamientos y nociones individuales y sociales cuyo sustento sea el ejercicio pleno y respeto de los derechos ciudadanos. Ello lleva, inevitablemente, a concebir con mayor precisión diversos contenidos sobre derechos, ciudadanía, democracia, e instrumentos para emitir el voto, entre otros contenidos de programas que a su vez requieren un nuevo tratamiento metodológico que garantice su eficacia.

El segundo eje plantea la necesidad de incorporar más ampliamente a los contenidos educativos del sistema formal los elementos básicos del ejercicio de derechos ciudadanos revisando el modelo pedagógico en esta materia. En cuanto a los grupos que se encuentran fuera del sistema educativo formal, es necesario diseñar estrategias específicas que atiendan sus ámbitos particulares (rural, urbano, por género o edad), siempre en torno a la promoción de los derechos ciudadanos y la cultura cívica.

Un tercer eje integrador es el combate a medios y prácticas que atenten contra la libertad, el secreto y la autenticidad del sufragio, una de las principales garantías sujetas al cuidado y patrocinio del Instituto. Esto se refiere a la compra y coacción del voto como práctica que subsiste en diversas regiones del país. Una de las principales razones de esta violación a la ley es la ignorancia de los derechos políticos más elementales. Resulta urgente, por lo tanto, incidir en los niveles de participación promoviendo el voto libre y secreto y la defensa de los derechos civiles a través de programas específicos que atiendan las peculiaridades de cada región.

El cuarto eje se integra por la necesidad de crear programas de Educación Ciudadana que atiendan a grupos específicos de la población, en base a sus necesidades y características particulares. Destacan aquéllos dirigidos a: 1) niños y jóvenes como sujetos de la educación formal y, sobre todo, como futuros ciudadanos; 2) mujeres, dados los rezagos que todavía encuentran amplias capas de la población femenina para acceder al pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos; 3) indígenas, debido a la situación geográfica y socioeconómica de gran heterogeneidad y relativo aislamiento en que se encuentran sus comunidades, lo cual dificulta su integración al proceso formal de desarrollo democrático del país, y 4) los ciudadanos discapacitados que requieren un reconocimiento más explícito en su calidad de ciudadanos.

Un quinto eje gira en torno a la necesidad de recabar información suficiente sobre aspectos y conceptos básicos tales como ``para qué sirve el voto'', ``qué es un diputado'', ``qué es un regidor'', etcétera. En esta dirección resalta la enorme disparidad que existe entre los distintos niveles de desarrollo de cultura política en el país, lo que genera la pertinencia de enfocar con mayor precisión el tipo de auditorio al que se está hablando.

El sexto y último eje plantea la necesidad de incorporar a los contenidos educativos del sistema formal los elementos básicos del ejercicio de derechos ciudadanos, así como la promoción de prácticas horizontales de relación frente a la autoridad, cuyo hilo conductor sea la igualdad de derechos y obligaciones.

Es con base en estos ejes de trabajo que el IFE --en esta nueva época como entidad de naturaleza ciudadana y carácter autónomo-- debe consolidar su actuación como agente promotor, pero fundamentalmente, debe convertirse en un espacio de encuentro que multiplique los esfuerzos de otros actores, sin desatender por sí mismo la promoción de una cultura ciudadana. La propuesta principal sería convertir al IFE no sólo en un interlocutor activo frente a la sociedad, sino un espacio de encuentro en las tareas de educación ciudadana que ya realizan numerosos organismos sociales en todo el país. Se pretende que el IFE se convierta en un espacio, no sólo de reflexión, sino de encuentro físico en el que las organizaciones sociales cuenten con las facilidades para poder conjuntar ideas, planteamientos y estrategias en torno a objetivos comunes de la educación cívica.

* Esta es una versión modificada de la ponencia presentada en el II * Congreso Nacional de Educación del Sindicato Nacional de * Trabajadores de la Educación realizado en el estado de Veracruz. El * autor es miembro del Consejo General del IFE.