La Jornada domingo 30 de noviembre de 1997

Angélica Inda y Andrés Aubry
Chenalhó en vilo

Ahora resulta que Chiapas tiene a pinochetillos en casa. En el municipio de San Pedro Chenalhó y en aquel de El Bosque, también en los Altos, ya son 6 mil 500 los desplazados, según las fuentes rebeldes (que son las que se creen en regímenes autoritarios). Antes de irse, padecieron tiroteos y quema de sus casas (previo rescate de las láminas de su techo por los paramilitares), amenazas a sus familias, confiscación de sus bienes y cosechas. Algunos pensaban que se podía resistir desde dentro, pero cómo quedarse con dignidad cuando la permanencia en el pueblo significa identificar y denunciar a los inconformes, pagar un impuesto de guerra para las armas y el parque de los matones, entregar al hijo para que aprenda a matar y fornicar (estimulado por videos ``educativos'' que mezclan pornografía y adiestramiento paramilitar), participar en asambleas ejidales que deliberan sobre castigos comunitarios a los disidentes, etcétera --estos pueden ser zapatistas, zapatizantes, sociedad civil, cardenistas (del Frente, ex PST) o PRIístas--, si no cooperan en la guerra. En el dilema entre la complicidad con el crimen o la deshumanización, una de las soluciones de la dignidad es el autoexilio, como ayer en el cono sur o en Guatemala. Aquí es la resistencia desde San Cristóbal, otros parajes o el monte, pero con el riesgo de que nuevos kaibiles o pintos, en carros del ayuntamiento, violen el refugio rastreando a los fugitivos para evitar que circule la noticia.

Los lugares más peligrosos son los más cerca del sol: en el paraje del Alcalde, en los poblados cuyas vías de acceso están resguardadas por Seguridad Pública como en Majomut o Puebla, y puntos intermedios o circunvecinos; otra posibilidad de riesgo es un distrito electoral con legislador de la SOCAMA, o un área del ex PRODESCH, en su nueva denominación dirigido por un ex diputado pedrano.

En la tesis oficial del gobierno estatal, el conflicto es religioso: entre los agresivos católicos de la samuelista teología de la liberación y el pacífico rebaño evangélico. Pero el paraje presbiteriano de Pechequil, municipio de Chenalhó, es ya un pueblo mártir, y las víctimas del PRI en Aurora Chica, municipio de Pantelhó, pertenecen a la misma Iglesia protestante. En Chenalhó, los dos dirigentes antagónicos, el presidente constitucional (del PRI) y su contrincante, el presidente (en rebeldía) de la sede autónoma del mismo municipio, son evangélicos.

Otro pretexto oficial es que la disidencia zapatista frena el desarrollo porque se niega a recibir las partidas del gobierno --hasta el agua potable, que las bases de apoyo siguen acarreando del río, pese a la proximidad de un flamante tanque de la Sedeso--. Pero la verdad es que la bonanza regional (y su prestigio técnico) es el café orgánico de la cooperativa de Majomut, plural e independiente. Las millonadas (en dólares) de los 20 mil quintales subversivos, con clientes zapatizantes de Europa, no son divisas que aprecian los Pinochet locales: sus pertenencias están saqueadas y los contratos comerciales internacionales en severo riesgo.

Hay coincidencias que llaman la atención. La primera masacre, con un saldo de dos muertos y decenas de casas quemadas en Los Chorros, se dio apenas dos días después del retorno de la ciudad de México (el 16 de septiembre) de los mil 111, recibidos y festejados por miles de pedranos. Como el ejido abarca a varios parajes y colinda con Pantelhó, las exacciones se regaron en toda la región, culminando el 24 en Yabtelcum con sus francotiradores frustrados. Por sutil programación post factum difícil de interpretar, otras olas de violencia coinciden con las visitas presidenciales a Chiapas. Después del primero de octubre, cuando el Ejecutivo federal voló de Chiapas a Francia y Alemania, los matones expulsaron por segunda ocasión a los disidentes regresados a Yaxjemel y desplazaron de sus muchos parajes a los seguidores de la organización civil Las Abejas. Los muertos de Las Limas pagaron el pato de la gira anterior a Pantelhó, y Paz y Justicia tomó vuelo justo después de que Palestina recibió al Presidente. ¿Quién responde a qué? ¿Desde qué oscuridad se mueven teclas tan sensibles? ¿Dónde está la batuta de lo que parece tan orquestado?

De repente, la CNDH recordó que los Acuerdos de San Andrés habían convenido la creación de una Cuarta Visitaduría Indígena en Chiapas. Al intervenir cuando el párroco de Chenalhó fue amenazado de muerte por el presidente municipal, en presencia de ocho testigos, su recomendación dejó en paz al alcalde y a los paramilitares, pero instó al procurador estatal a ofrecer al sacerdote la protección de guardaespaldas. En Chenalhó, el estado de derecho no indaga a presuntos matones, tan sólo brinda sabuesos para esquivar el golpe.