Mames, tojolabales y tzotziles acuden en apoyo del hermano chol
Hermann Bellinghausen, San Cristóbal de las Casas, Chis., 29 de noviembre Ť El comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, leído por un representante tzotzil, ``celebra'' el triste cumpleaños del ``ultimátum'' de la Cocopa a las partes con una aseveración central y tremenda: ``el juego de aceptación y posterior rechazo gubernamental a la iniciativa de la Cocopa no solo incumple los acuerdos firmados con los representantes del Ejecutivo federal y del EZLN en la mesa de San Andrés Sakamch'en de los Pobres, también pone en crisis total la vía del diálogo como método de resolución de la guerra en México.
De este modo, a un año exacto del famoso documento ``definitivo'' de la Cocopa, las bases de apoyo zapatistas se ven obligadas a realizar su marcha más numerosa hasta la fecha (unos 10 mil encapuchados), e iniciarla al grito de ``¡vivan los muertos de Chenalhó!''.
Espera de las nupcias a las puertas de la
iglesia, bajo la mirada zapatista.
Foto: Carlos Ramos Mamahua
Así de triste como suena. La precede una descubierta inusual: ataúdes de cartón pintados de negro, llevados en hombros por hombres graves. Una caja por cada una de las recientes víctimas de Chenalhó. Llevan su letrero, cada una del tipo de: ``sufrió de muerte Elena y Rosa en Aurora Chica con la fuerza de las guardias blancas''.
Esta vez la marcha no es fiesta. Por primera ocasión el EZLN bloquea (durante casi siete horas) la carretera Panamericana y por primera ocasión los niños botean. Como en Cien Años de Soledad, cuando la gran amnesia, cuando a la silla había que ponerle un letrero, ``silla'', y así cada cosa, estos niños traen una corona de papel estrasa que dice: ``niño (o niña) desplazado de Chenalhó''.
Por decenas, muy pequeños, azorados, caminan entre la multitud y a nadie se le ocurre que estén pidiendo limosna. No traen esa actitud. Vienen a decir que no los maten, que no los compren y que los dejen regresar a sus casas.
No solo marcharán al frente los sanpedranos (de San Pedro Chenalhó) encapuchados y encapuchadas, sino que toda la mañana ocuparán el vértice, en el crucero de la Panamericana y el periférico de Jovel. Son el corazón de la marcha, y son reconocibles los huipiles arcoiris de pecho floreado y rojo de las mujeres y niñas desplazadas. Y eso que nada más vino una parte de las que hay.
Mientras ayer la radio estatal informaba a su público cautivo que las familias desplazadas de Chenalhó estaban regresando tranquilamente a sus comunidades, escoltadas por el Ejército federal, la gran marcha de hoy dice exactamente lo contrario.
Una enorme manta blanca define los propósitos de esta movilización que cuenta con la asistencia de bases de apoyo de Los Altos, El Norte, La Selva y la Frontera: ``exigir la salida de la seguridad pública y el soldado federal, el desarme de las guardias blancas, pagado y armado por el gobierno federal y estatal de Julio César Ruiz Ferro, y rechazo a la estrategia del gobierno, la compra de líderes y la compra de las comunidades. Exigir al gobierno que ponga fin a la violencia en las poblaciones y a la militarización de los pueblos indígenas de Chiapas y de todo México''. (Es un buen resumen).
Después de esperar hasta las 3 de la tarde a los manifestantes de la selva de Las Margaritas y la frontera, la marcha comienza su recorrido al centro de San Cristobal.
Rosalina es joven, es madre, es de Unión Yaxemel y perdió su casa y y sus pocas pertenencias el 24 de mayo. Camina descalza, cansada, cargando a un bebé por la carretera Panamericana y la avenida Insurgentes y corea con fuerza las consignas: ``por el maldito dinero/mucha gente se esta muriendo'', ``Zedillo, chupacabra/no cumples tu palabra''.
También escucha lo que corean los tzotziles de San Andrés y San Juan, municipios vecinos al suyo: ``hermanos zapatistas de Chenalhó/no estan solos, aquí voy yo''.
Por una paz sin dolor
La concentración de los zapatistas ocupa el atrio de la Catedral, pero el acto no empieza hasta el anochecer, una vez que llegan los de la selva que faltaban.
El retraso hace que haya una segunda marcha a través de San Cristóbal. Solo que a oscuras y en silencio. Un silencio fuerte, terrible, de estos mil 500 tojolabales, mames y tzotziles. Son recibidos en el atrio con aplausos secos y lo primero que hacen todos los zapatistas, una vez reunidos, es proclamar ``un minuto de silencio por los caídos a la voz de tres, uno/dos/tres''.
Transcurre un minuto de murmurante silencio. Otro aplauso. Desde el templete, representantes de todas las regiones indígenas dirigen mensajes. A sus espaldas hay un mural con motivos indígenas que, en una orilla, dice: ``solo pedimos vivir como seres humanos''.
O sea, no quieren vivir como los muertos de Chenalhó. De la selva, sale un mensaje que define: ``la paz es donde no haya persecución, tortura, asesinatos y encarcelamientos injustos. Donde el pueblo no tenga tristeza, dolor, amargura''. Y dice del gobierno: ``para ellos, la paz es tenernos como nos tienen ahora''. Y afirma:
``Nosotros, las bases de apoyo del EZLN les decimos: no vamos a dejarnos más en su dominación. No nada más de palabras, ni mucho menos de palabra escrita y con firma. Hacemos un llamado a los pueblos a que ya no nos dejemos''. LLama luego a los priístas ``a no dejarse engañar: Los mandan los del gobierno a que nos maten y se quedan riendo de ustedes, que lo hacen por unos cuantos sobrantes de limosna''.
Las mujeres de Los Altos leen un mensaje contra la violencia que ejercen ``las fuerzas depresivas (sic) del mal gobierno''.
Y los choles del norte dicen: ``el gobierno nos está acabando la paciencia''.
Una marcha para ayudar a la memoria y conmemorar un aniversario lamentable con la cruda exposición de lo que ocurre hoy, digamos, por ejemplo, en 15 comunidades de Chenalhó: hizo falta ponerles un papelito a los niños para que los vean, para que los identifiquen, para que, a la hora que desaten la violencia prefabricada, se acuerden de ellos.
Por si sirve de algo.