A la vanguardia, la nueva derecha que aún no osa decir su nombre
Jaime Avilés Ť Una nueva derecha moderna, sensata, funcional, políglota sacó ayer de la cama, de la alberca, de la cancha de squash o de tenis, del club o simplemente del jardín de la casa, a 20 mil personas que hace un año exigían la prohibición de las marchas y que ayer sin embargo desfilaron en silencio por Reforma, Juárez y Madero, hasta el Zócalo, con un propósito común expresado en una pequeña y solitaria pancarta (que iba por cierto en manos de un pobre): ``Yo pisaré las calles nuevamente... sin miedo''.
Primera manifestación de las altas clases medias contra el boom de la delincuencia urbana, pero también contra el ``gobierno'' de Oscar Espinosa Villarreal, el de la inútil ``mano durísima'', pero también contra el vacío de autoridad que repetían decenas de mantas, de espléndida confección, en la frase: ``Señor Presidente, ¡Ya basta!''... en tres idiomas.
Promovida por un diario considerado como conservador y por las principales redes de la televisión privada, el ``espontáneo'' llamado suscitó una amplia respuesta, de veras espontánea, a la que se sumaron Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Porfirio Muñoz Ledo, Felipe Calderón y, desde las montañas del sureste mexicano, el subcomandante Marcos.
De los atributos
La nueva derecha que ayer saltó a la escena es en efecto moderna. En sus filas no había espacio ideológico, por ejemplo, Ignacio Burgoa. Yo sólo vi una cartulina que reclamaba: ``pena de muerte contra los asaltantes homicidas'' (aunque tal vez había otras, no me consta). Casi todos los mensajes habían sido estampados en serie y depositados por los organizadores en la glorieta del Angel de la Independencia, para que la gente cogiese el de su gusto, aunque no había tanta variedad.
``Derechos humanos defienden ciudadanos'', rimaban unos. Otros razonaban con sensatez: ``¿Más policías? ¿Para matar ciudadanos?'' Y los terceros discernían con buen humor: ``Robocops no, mejor Columbo''. Pero los desfilantes habían sido abastecidos con unas pancartas, también impresas -éstas con la firma de los rotarios-, que repetían: ``Casa protegida, vecino vigilante''.
Previsora, y por lo tanto funcional --ya que puso cuatro clases de pancartas a disposición de los convocados, así como las buenas amas de casa llevan sandwiches al día de campo--, la nueva derecha, que todavía no se atreve a decir su nombre, se reveló políglota porque la gran manta con el ``¡Ya basta!, señor presidente'', que pasó al cuarto para la una por la glorieta de Colón, volvió a pasar veinte minutos más tarde pero en francés (con una evidente errata): ``¡Cela Suffit!, monsieur le president'', y luego vino traducida al inglés: ``It«s enough!, mister president'', lo que a un observador lo movió a decir: ``Está bien, le hablan al gobierno en el único idioma que entiende''.
Rasgos alimenticios
Desde la manifestación de los restauranteros de la colonia Condesa, la política mexicana no había conocido una protesta pública a la que se sumaran tantas mujeres guapas, la avenida Juárez nunca había sido pateada, como dicen en España, por zapatos tan caros como los de ayer, y los cronistas jamás habíamos presenciado tantas calidades de mezclillas tan finas en un acto de esta índole. Como que se trataba, claro está, de la primera marcha de los patrones que por primera vez se rebelan, de esta callada manera, contra el régimen por el cual votaron hace tres años.
Que era una marcha de inspiración patronal podía constatarse en una palpable sutileza: un trapo, a guisa de manta, sobre el cual torpes brochazos habían trazado el nombre del Sindicato de empleados del Club de Golf Chapultepec, pero no la enarbolaban los caddies, y tampoco los meseros, sino apenas cuatro magrísimos jardineros de salario mínimo, cuando mucho.
No era sólo gente nice la que había. A la cabeza de un contingente de vecinos, digamos, de la colonia Narvarte, una joven abuela, con su atuendo de El Palacio de Hierro pagado a crédito, sostenía un palo de escoba al que había adherido un cartón con las tristes palabras de su rabia: ``Los delincuentes mataron a mi hija y a mi yerno, ahora tengo nietos huérfanos''. Y detrás de ella iba una manta enorme de sello netamente popular: ``El pueblo unido acabará con en bandido''.
En cuanto a los partidos políticos, si bien el PRD del Distrito Federal se adhirió el viernes con un desplegado en este diario, a la una y media de la tarde había un escuálido militante de ese partido, recargado en un poste con su bandera del sol azteca al hombro, leyendo La Jornada con cara de plantón, pero de los de antes, frente al hemiciclo a Benito Juárez.
Señas de identidad
¿Qué fue lo primero que dijo el doctor Zedillo cuando llegó a Acapulco después del huracán Paulina? Aquí no hay lugar para los protagonismos de los partidos políticos. En su debut de ayer, la nueva, moderna, sensata, funcional y políglota derecha mexicana, eligió el mismo criterio para externar su inconformidad ante el palacio del propio doctor Zedillo.
En un volante, distribuido a la par que botellitas de refresco y bolitas de caramelo, los organizadores extendieron una especie de memorándum a la ciudadanía. Resumo: ``1. La marcha se inicia a las 12:00 horas en el Angel y se avanzará en orden. 2. Mantengamos el silencio para demostrar unidad, evitar protagonismos de líderes y agresiones verbales a las autoridades. 3. A los integrantes de partidos les pedimos evitar pancartas para mantener el carácter cívico de la marcha. 4. No habrá oradores. La marcha se terminará (sic) con el Himno Nacional en el Zócalo. 5. El mensaje se repartirá a todos los asistentes''.
Y la última línea, que leí en la punta de la Torre Latinoamericana para tener una visión panorámica del cortejo (y por lo cual me perdí el canto del Himno Nacional), sugiere que la nueva derecha mexicana, entre otras cosas, quiere privatizar la sociedad civil: ``La marcha es pacífica y silenciosa. No hay liderazgo ni oradores para evitar protagonismos y politización. Somos la sociedad civil''.
Curiosamente, ninguna manta, ninguna pancarta, ningún memorándum y ningún mensaje explicó, ni por asomo, que uno de los orígenes de la inseguridad pública (el otro es la corrupción) es el modelo económico.
Pero, bueno, tal vez para la próxima. Porque experiencias como la de ayer, seguramente, habrá más... cuando Cárdenas esté en el gobierno.