La Jornada lunes 1 de diciembre de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El presidencialismo ha sido asaltado también -a plena luz del día y por los de casa- sin que le asista esperanza alguna de que los infractores de las reglas no escritas le devuelvan el botín.

Le han arrebatado, y no faltan quienes aseguran (o desean) que para siempre, la tradicional facultad presidencial de regular la política priísta y, como muestra clara de ello, hoy, apenas a la mitad del sexenio, han arrancado sin permiso las precampañas priístas por la Presidencia de la República, y con mucho mayor razón las de los aspirantes de ese partido a las diez gubernaturas que se elegirán el año venidero.

No es -el mencionado destape de precandidatos- un consciente paso adelante en el proceso democratizador ni un modernizante esfuerzo preparado y organizado, sino el proceso natural de ocupación de los vacíos políticos que vive el país y que están siendo aprovechados sagazmente por los grupos priístas más sólidos y experimentados (es decir, los más cargados de complicidades e intereses).

Jinetes en la pradera

Por ello, sin permiso (¿acaso ni siquiera conocimiento previo? ¿Acaso justamente en contra, cada vez menos disfrazadamente en contra?) de la fuente tradicional de las decisiones priístas, que ha sido la Presidencia de la República, hoy cabalgan políticamente por la pradera nacional dos jinetes desbocados, que pelean entre sí los títulos de mayor rudeza vengadora de agravios electorales y de mejor deslinde táctico de la matriz neoliberal a la que pretenden endosar en exclusiva la culpa de los graves perjuicios recientes de su partido: Manuel Bartlett Díaz, de quien hoy se pueden leer muchas cosas interesantes (textuales y, sobre todo, entre líneas) en la entrevista que para La Jornada le hizo Elena Gallegos, y Roberto Madrazo Pintado.

Bartlett y Madrazo ya desde ahora instalados en la pista de competencia, mostrándose como personajes diestros en la mano dura desde el gobierno, en la habilidad electoral a prueba de leyes, en los buenos resultados pragmáticos; es decir, los salvadores del sistema que otros (¿otros?) han dejado caer.

Dos piezas más en el tablero

Pero no son los dos únicos hombres hoy en acción. También están, en distintas circunstancias y con diversos proyectos, Manlio Fabio Beltrones y Genaro Borrego Estrada.

El ex gobernador sonorense Beltrones se mueve por todos lados en busca, o de una reubicación inmediata en el aparato gubernamental federal, o en la generación de una corriente priísta que especule en el momento oportuno entre una reinserción con buenas perspectivas para la campaña presidencial priísta del 2000, o bien, según aseguran algunos de sus bien informados paisanos, hacia una alianza final entre Manuel Camacho Solís y Fernando Gutiérrez Barrios.

Genaro Borrego Estrada, por su parte, asomó apenas en días pasados al plano de la especulación política desde su condición de director del Seguro Social al enfrentar de manera directa a Ricardo García Sainz, el ex director del IMSS y ex secretario de Programación y Presupuesto, que actualmente es diputado en nombre del PRD y preside la importante comisión legislativa del ramo.

Así como en Bartlett, Madrazo y Beltrones se elogia en los segmentos más duros del priísmo su capacidad para enfrentar sin miramientos a la oposición, ahora la corriente delamadridista empuja a Borrego al centro del escenario como ejemplo de funcionario dispuesto a debatir con energía y a mostrar sin falsos pudores las fallas de sus adversarios.

El juego está abierto

Dos precandidatos en abierta campaña: Bartlett, con un importante segmento de los duros en su favor, mostrándose como un personaje plenamente fraguado, desmarcándose cada vez más del salinismo y del zedillismo, y arropándose en la reivindicación inflamatoria del priísmo histórico; y Madrazo, con el apoyo del Grupo Hank (secretario de Gobernación incluido), manejándose como una opción conciliatoria de intereses de los principales grupos político-económicos y, también, como héroe de la salvación tricolor.

Dos operadores y representantes de jefes políticos moviéndose, no en busca de la candidatura, pero sí en la construcción política que vuelva a posicionar a sus grupos: Beltrones, jugando en una indefinición intencional, y Borrego en busca de dejar el ámbito técnico del IMSS para acomodarse en un cargo netamente político.

Y a la distancia, en espera de que su jefe abra los candados famosos, están Guillermo Ortiz, sudando la gota gorda con los asuntos económicos sin salida que serían inmejorable argumento en su contra a la hora de las decisiones, y José Angel Gurría Treviño, que a falta de mejores apoyos nacionales cosecha con fuerza los estadunidenses.

En los estados donde habrá elecciones de gobernador el año entrante, la cosa está peor, pues la ausencia de control político en las alturas hace que florezca la iniciativa propia, de tal manera que en todas las entidades con proceso electoral en puerta hay efervescencia de precandidatos, varios de ellos en abierta campaña desde hace meses y algunos ya expresando sus aspiraciones abiertamente en la prensa.

Lo peor, para ese presidencialismo asaltado, es que ni siquiera tiene la opción de recurrir en demanda de protección ante zorros o jaguares.

Desmienten a la cúpula de la SRE

Una alta fuente de la SRE dijo insistentemente a Astillero en días pasados -y así se publicó- que el consejero Abraham Montes de Oca -quien rompió la semana anterior las reglas del silencio en los asuntos internos de la diplomacia mexicana-, había gozado de promociones ``super fast track''. Inclusive, esa voz de primerísimo nivel insinuó, aunque aquí no se difundió entonces tal comentario, que esas promociones se debieron a favoritismos de ciertos personajes sexenales.

La Asociación del Servicio Exterior Mexicano ha hecho llegar a esta columna una respuesta oficial en la que establece que los ascensos de Montes de Oca se encuentran ``dentro de los ritmos promedio de la carrera diplomática'' y que ``no le asiste la verdad'' a la afirmación hecha a esta columna desde la cúpula de Tlatelolco, en el sentido de que el diplomático inconforme había sido beneficiario de veloces promociones.

Un pequeño milagro

La publicación en esta columna de la represión laboral que se ha dado contra maestros de una escuela de Atizapán de Zaragoza, estado de México, coincidió casi milagrosamente con el hallazgo de un oficio -seguramente traspapelado entre el archivo de los asuntos sin futuro- de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en la que se daba al profesor Pedro Omar Lio Córdova un plazo de cinco días para que acreditara las previas denuncias presentadas a esa instancia en espera de justicia.

El oficio de referencia tiene fecha del 20 de julio del presente año y tardó casi cuatro meses en ser entregado a su destinatario, según eso porque el servicio de correo reportó que en el domicilio anotado no vivía el profesor, aunque otros documentos, provenientes de la misma oficina del ombudsman mexiquense ya habían sido entregados correctamente.

De cualquier forma, lo importante es que se ha retomado el caso en el que dos profesores, el citado Lio Córdova, y Jorge Silvestre Dávila, fueron vengativamente cambiados de plantel por denunciar y luchar contra el manejo lucrativo que de las actividades comerciales escolares hacía la directora, Gloria Izquierdo Magdaleno, quien entre otras cosas contaba con una peculiar caja chica.

Fax: 512 65 46 Correo electrónico: [email protected]