DobleJornada, lunes 1 de diciembre de 1997



Tú, yo, nosotras


LIDYA CACHO*


La palabra feminista

Rozagante y estupendamente hermosa, la palabra escrita feminista se paró frente a la puerta.

Después de acomodarse los pechos con las manos acunadas, intentó abrirla.

Tras la cerradura se encontraban los estigmas con pantalones y con faldas. La palabra, un tanto desconcertada, les dijo: ``Detrás de mi ojo izquierdo está la sociedad, detrás del derecho el cielo; entre mis piernas traigo un paraíso emocionado que parece cascada fresca, y entre los dedos de los pies a veces me da por sentir el calor del infierno, el imperialismo y la violencia''.

Los porteros le pidieron que se desnudase para enseñar su forma verdadera; ella, que no conocía las letras del pudor, se desvistió allí mismo, y mientras esperaba se acarició a sí misma y se rió de su descaro.

--Aquí estoy-- les dijo con su tono franco--. Para que me tomen y me sientan, para que conociéndome por todos lados encuentren en mis recovecos que no es cierto que tengo una sola cara, estoy desnuda frente a ustedes para que aquél que esté dispuesto a aventurarse, busque y descubra entre mis carnes y mis aromas, que hay más de una dimensión entre este ombligo, sus entrañas y mi alma, que llegué porque era necesaria y soy, a pesar de sus temores, indestructible.

Los de adentro la miraron nuevamente y decidieron no permitirle la entrada porque su desnudez les pareció una distracción innecesaria y una contradicción a su estructura patriarcal.

La palabra se fue andando, buscando otras puertas, decidida a unirse con otras voces para que la hicieran patente, a sabiendas de que a través del visillo no se conoce al visitante

* Escritora