DobleJornada, 1 de diciembre de 1997
desde bosnia hasta chiapas
Además del conflicto armado que las obliga a abandonar su raíz, las refugiadas y desplazadas viven la brutalidad de la violación sexual como moneda a cambio de la sobrevivencia y como botín de guerra.
De acuerdo a las declaraciones de Rita Reddy, coordinadora general para Mujeres Refugiadas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), ``la violencia hacia las mujeres, y en especial la sexual, son los dos problemas mayores que enfrentan las refugiadas y desplazadas, especialmente en países como Burundi, Ruanda, Bosnia y Sudán. Esta agresión sigue siendo utilizada como arma de guerra''.
Desde Bosnia-Herzegovina hasta Haití, desde Kuwait hasta Chiapas, en México, pasando por Africa y Estados Unidos, las refugiadas y desplazadas de las guerras han sido violadas por ejércitos, funcionarios, los propios refugiados y desplazados, sin que ningún gobierno intente medidas de protección, según narra el informe de Amnistía Internacional sobre los derechos humanos de las mujeres, presentado en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, y que asienta que ``la utilización del cuerpo femenino como botín ha sido sistemático en todas las guerras de la última década''.
Esta estrategia militar es tan vieja como la guerra misma. Baste mencionar que en las Cruzadas del siglo XII, en nombre de la religión se violó a las mujeres; en la conquista de América, el cuerpo de las indígenas fue uno más de los botines para ``los descubridores''; en la Primera Guerra Mundial, los alemanes utilizaron la violación como arma para infligir terror y en la Segunda Guerra, los soviéticos la emplearon como venganza.
En la actualidad entre el 60 y 70 por ciento de las refugiadas han sido violadas por ejércitos o funcionarios de migración. En situaciones de éxodos masivos y conflictos bélicos, como en Ruanda y Bosnia, la violencia hacia la mujer se agrava, ``no es tan sólo violarlas sino dejarlas embarazadas como una muestra de la supremacía de los guerreros'', explica Rita Reddy en entrevista para DobleJornada.
De las estimaciones que se tienen sobre las y los refugiados y desplazados a nivel mundial, ACNUR contabiliza alrededor de 25 millones; 12.5 son exclusivamente refugiados, de éstos el 80 por ciento son mujeres, niñas y niños, explica Reddy, quien aclara que la dificultad de tener cifras exactas obedece a la gran movilidad de esta población.
Al sinnúmero de abusos se suman los testimonios de las mujeres de Bosnia y Ruanda que aseguran que la infección del VIH/Sida ha sido premeditada, señala la funcionaria de ACNUR, originaria de Malasia y que desde 1992 trabaja en el Programa para Refugiadas.
Estas agresiones hacia las mujeres, consideradas por ACNUR como ``violencia de género'', tienen el propósito de humillar pueblos, etnias o al bando contrario que están tratando de someter, y advierte: ``mientras los hombres siguen inventando armas y hacen las guerras, las mujeres siguen siendo víctimas''.
Los permisos para salir de los asentamientos de refugiados, son utilizados por algunos funcionarios como mecanismos de negociación para pedir favores sexuales a la mujeres. Ir a buscar leña para cocinar o tener que salir del refugio para conseguir alimentos son siempre buenos pretextos para el chantaje sexual --ejemplifica Reddy.
El alimento, el techo, la educación y la salud son urgencias cotidianas que tienen que enfrentar las y los refugiados. Pese a que ellas son mayoría, los programas de salud reproductiva son prácticamente inexistentes.
Si de por sí --explica la funcionaria-- las condiciones en los albergues son difíciles, la situación se agudiza porque los países donantes están reduciendo sus fondos para los programas de refugiadas y refugiados y el primer impacto negativo recae sobre las mujeres. A ello se aúna que la mayoría de refugiadas son amas de casa solas que en la etapa de repatriación y reintegración enfrentan la dificultad del acceso a la tierra y al crédito, fundamental para la sobreviviencia.
``En la mayoría de los países la herencia a la tierra es a través de la línea masculina, es decir del padre al hijo, lo cual ha dejado desprotegidas a las mujeres que, al momento de regresar, se enfrentan a la terrible realidad de que no tienen nada para continuar con sus vidas. Este es el problema que hoy enfrentan en Ruanda, Bosnia y Guatemala''.
Parar los daños a las víctimas de todas las guerras
Pese a que desde 1951 existe la Convención para la Protección de la Población Refugiada, de la cual 129 países son signatarios, no es sino hasta 1996 que la persecución con base en el género ha sido formalmente reconocida como una realidad de las mujeres en cuatro áreas: violencia doméstica, transgresión a las normas culturales, mutilación genital y violencia sexual.
La lucha internacional que han dado las mujeres por este reconocimiento ha logrado que en países como Estados Unidos, Canadá, Australia y Gran Bretaña, se haya otorgado el asilo a las mujeres que lo solicitaron reconociéndolas como ``refugiadas por la violencia de género''.
Este reconocimiento es una de las luchas actuales de ACNUR, señala Reddy: ``garantizar la oportunidad a las mujeres que se encuentran en situaciones sumamente difíciles para poder solicitar reasentamiento en otro país y que el proceso se dé rápidamente, es nuestro objetivo''.
En 1993 un funcionario de el Tribunal Internacional para Crímenes, de Naciones Unidas, presentó un informe sobre la compensación para víctimas de guerra. A raíz de esto, las mujeres de Bosnia y Ruanda solicitaron ser compensadas por los crímenes cometidos contra ellas; no basta que los agresores estén castigados --subraya--, es necesario la reparación del daño''.
En este Tribunal se ha formado un grupo de presión, del cual Rita Reddy forma parte, que trabaja en la documentación y propuestas de la reparación del daño para las mujeres. La intensión es lograr que el Estado congele y tome los bienes del agresor para que sean entregados a sus víctimas; el procedimiento aún está proceso.
Un ejemplo de esta reparación es lo que el gobierno japonés hizo hace algunos años. Durante la Segunda Guerra Mundial, utilizó mujeres chinas y filipinas para dar ``consuelo'' a los soldados. Ahora estas mujeres tienen 70 u 80 años y ya cuentan con un fondo económico para su sobrevivencia.
Lograr que los involucrados en alguna parte del proceso con los refugiados sean sensibles a la violencia y condición de género es otra de las acciones concretas que realiza la Coordinación General para Mujeres Refugiadas de ACNUR, por lo que se están dando seminarios sobre el tema, tanto a funcionarios del Alto Comisionado como a quienes están dentro de los campamentos, todo ello porque para Rita Reddy su primer compromiso es con las refugiadas.