DobleJornada, lunes 1 de diciembre de 1997
Para qué queremos las mujeres la democracia
Dentro de unos cuantos días se instalará en el Distrito Federal el primer gobierno elegido en urnas. El primer gobierno democrático por muchas razones. Una luz de esperanza para las y los capitalinos en varios sentidos. Para las mujeres es más que eso; el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas firmó dos compromisos precisos con grupos de mujeres, aquéllas que abrieron su campaña y con la Red por la Salud de las Mujeres del DF; recibió una serie de observaciones de cómo ejercer un gobierno democrático e incluyente, más allá de todo eufemismo ya que debiera considerar una visión genérica feminista.
Sabemos que no es fácil. Todavía existen ataduras ancestrales en las formas de ejercer el poder, autoritarias y descalificadoras. Por eso es bueno recordar aquí para qué queremos las mujeres la democracia. La queremos para tener una vida posible y distinta. Eso significa muchas cosas en el terreno de lo concreto.
La democracia significa para nosotras que ninguna mujer sea violentada ni ofendida, lo que implicará una reformulación de los sistemas de impartición de justicia donde no quepa la impunidad. Un sistema donde funcionen las agencias de delitos sexuales, hoy sin presupuesto ni atención.
La democracia significa para nosotras que se atiendan los problemas de salud con una perspectiva distinta, con recursos y con una visión realmente preocupada. Ello quiere decir no sólo crear la dirección de Salud Reproductiva en el sistema de salud del DF, como se comprometió el ingeniero Cárdenas, sino que se haga un verdadero plan con intervención ciudadana; se mitigue el grave problema de cáncer cérvico-uterino que cobra dos vidas diariamente; que se recupere el sistema de seguridad social para las y los trabajadores; que se cambie la actitud de los tomadores de decisiones.
La democracia incluye además de manera profunda un cambio de actitud y visión de este nuevo gobierno frente a las necesidades y deseos de todas las ciudadanas. Donde se practique la inclusión no sólo en puestos de poder o en funciones, sino que se gobierne pensando en la diferencia entre hombres y mujeres. Esto es con una visión de género feminista.
La democracia no puede ser más que el anhelo de millones de personas para discurrir en un mundo sin sexismo, que fomente otras imágenes femeninas a través de los medios de comunicación, que dé importancia a la vida cotidiana, que abandone los términos demagógicos por otros más creíbles.
Muchos de los derechos humanos de las mujeres hoy son socavados por quienes gobiernan. Esperamos otro tipo de gobierno. Nos preocupa que habiendo una mayoría ``opositora'' en la Cámara de Diputados al cierre de la edición, en plena campaña de activismo contra la violencia hacia las mujeres, compañeros y compañeras del partido que llevó al poder al ingeniero Cárdenas, duden frente a la denuncia de lenocinio dentro de ese cuerpo legislativo, ¿entonces la condena moral a las mujeres hostigadas, violadas y violentadas en sus hogares continuará en la Procuraduría del Distrito Federal?
Insistimos. No es sencillo hablar de democracia en un sistema patriarcal de representaciones. Muchas mujeres sabemos que el 6 de julio votamos por algo distinto, seguramente muchas más reclamaremos que se nos haga justicia.