La Jornada 4 de diciembre de 1997

Mis ansias creativas, ``saturadas'' con las notas en contraportadas, explica

César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 3 de diciembre Ť Desde 1969, cuando se creó la editorial, Jorge Herralde ha llevado a Anagrama a tener un catálogo de mil 500 títulos, 160 de ellos en colección de bolsillo, de los cuales al menos cuatro por año son primeras novelas. Tiene la editorial, a partir de este año, un contacto más estrecho con México. La distribución del sello, según se ha demostrado, correrá con mejor suerte. Con Herralde es la conversación.

--Tenemos noticia de que prácticamente todo lo que publica Anagrama pasa por sus ojos. No es lo usual con la actual división del trabajo que priva en las editoriales.

--Primero quiero reivindicar que hay editores que sí leen sus libros. No soy el único ni mucho menos. Lo que pasa es que sí leo prácticamente la totalidad de textos que publico, excepto algunos de áreas como lingüística y antropología, en donde soy como máximo un diletante ocasional. Luego, sí hay algunos lectores más en la editorial, no muchos, cuatro o cinco, y son los que me ayudan en la preselección. Recibimos miles de manuscritos y esto precisa de un tamiz severísimo. De ese tamiz a mí me llegan los manuscritos y finalmente decido los que se publican o los que se quedan al borde de la publicación.

--¿Cuáles son sus criterios de selección? Si le llegan miles, muchos han de ser interesantes.

--Me parece que esa es una apreciación optimista. De mil que llegan hay un porcentaje enorme que son regulares o pésimos o bien no pertinentes con la editorial, es decir, novela histórica o de ciencia ficción, que rara vez publicamos. El único criterio por el que me guío es el de la calidad literaria, lo cual es difícil de demostrar científicamente pero que en la práctica se puede detectar con relativa facilidad.

--¿Anagrama se basa en algunos autores?

--Eso es peligrosísimo, porque si fallan esos autores o si dejan de escribir estaríamos en problemas. Se dan casos de editoriales, como una francesa, que descansaba en un solo autor; vino otra editorial que le pagó al personaje un anticipo desorbitado y la primera casa editora cerró. En el caso de Anagrama prefiero pensar que está apoyada por buenos autores, quienes si no son best-sellers, sí son mini best-sellers. Así que descansamos en muchos autores. Evidentemente contamos con algunos que convocan a millares de lectores. Ahora mismo Carmen Martín Gaite vendió en un año más de 100 mil ejemplares. O fenómenos como el de Tabucchi, que tenía su pequeño club de fans, pero quien no había llegado a un público lector amplio; con Sostiene Pereira cambió ese signo. Ha tenido un efecto adictivo para los lectores que han comenzado a leer todas las obras anteriores del autor que estamos reeditando constantemente. Y luego, en el ensayo, contamos con José Antonio Marina, quien es la gran revelación en lengua castellana. De cada uno de sus títulos se están vendiendo 20 o 30 mil ejemplares, lo cual en ensayo es una cifra desorbitada. De él es, por ejemplo, Etica para náufragos, El laberinto sentimental o El misterio de la voluntad perdida, que cierra un ciclo porque si bien sus obras son independientes, están conectadas por algunos personajes que van apareciendo en varios de sus libros.

--Ante los grandes consorcios editoriales de la península ibérica parecería que Anagrama cuantitativamente es pequeña, pero ciertamente no lo es.

--Es pequeña si nos atenemos a las grandes cifras de negocios o si nos referimos a otro tipo de libros. Pero en la buena literatura y el ensayo es incluso superior en muchas librerías y en los medios de comunicación. Anagrama es una editorial de estructura pequeña, facturación media y catálogo con ambición altísima.

Prestar atención a las nuevas voces

--¿Qué tanto publican libros de jóvenes que escriban inicialmente en español? Es muy claro que sí hay escritores de segunda o tercera novela, pero que provienen de Inglaterra o de Estados Unidos.

--Esta percepción quizá se dé porque la serie de narrativas hispánicas no está tan presente en México como uno desearía. Pero una de las características de Anagrama es prestar atención a las nuevas voces de su tiempo, tanto en la narrativa como en el ensayo, en la literatura traducida como en la de origen castellano. En la serie que menciono hay muchísimas operas primas. Cada año publicamos entre dos y cuatro autores desconocidos que muchas veces nos llegan sencillamente por correo. Y al mismo tiempo seguimos con la publicación de las estrellas de la casa, como Alvaro Pombo, quien acaba de ganar el Premio Nacional de Narrativa, o Josefina Aldecoa.

--Mexicanos tienen muy pocos, don Jorge.

--Hay algunos, como Sergio Pitol, Alejandro Rossi o Tito Monterroso, quien podría asimilarse como mexicano, lo mismo que Gabriel Zaid. También es cierto que para los autores mexicanos están las editoriales de aquí que los tienen más cerca y los publican. Pero la presencia de Anagrama ya es más fuerte en tu país a partir de este año y con seguridad empezaremos a incluir a nuevos autores mexicanos.

--En efecto, la distribución en México de Anagrama es muy escasa. Tanto que hasta hace poco sólo una librería en todo el país se preciaba de tener las novedades de su editorial, y era cierto.

--Pero ese discurso fue válido hasta el año anterior. Luego de una época de distribución precaria acentuada por la crisis del peso del 94, es verdad que estuvimos casi año y medio prácticamente ausentes. Y Gandhi era la única librería que manejaba parte de nuestro catálogo. Pero cuando estuve en el Distrito Federal, visité varias librerías importantes y observó una presencia incluso masiva de nuestros títulos. De modo que es cierto lo que dices, si lo situamos en el 95 y 96, pero ya en el 97 esto dio un giro espectacular.

--Tanta cercanía con la literatura, ¿no lo ha hecho guardarse su propia obra, sus propias novelas?

--Verás que no, porque la de editor es una labor tan invasora que no me permite dedicarme a nada más. Aparte de que me interesa todo el proceso, desde la lectura de manuscritos a la organización en colecciones, la ilustración de la portada o la promoción. Me gusta escribir, y es por eso que hago una gran cantidad de artículos, notas o miles de contraportadas, más algunos textos sobre la actividad editorial. Eso hace que mis ansias creativas queden saturadas.