La Jornada 6 de diciembre de 1997

La literatura, mentira que expresa la verdad humana, señala Vargas Llosa

Angel Vargas Ť Escritor de disciplina, el cual tiene que llamar a la inspiración mediante un trabajo arduo, porque si no ésta simplemente tomaría otros caminos distantes a él, así es como se define Mario Vargas Llosa.

Nacido en Perú, y ahora con la nacionalidad española, el autor de La ciudad y los perros regresó la tarde del jueves a la UNAM, luego de cuatro años de ausencia, para sostener un diálogo con los universitarios, que se limitó sólo a la participación de funcionarios de esa institución educativa y a un representante de su casa editorial. En poco más de una hora, Vargas Llosa respondió preguntas formuladas por Gonzalo Celorio, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM; Ignacio Solares, encargado de Literatura de esa institución, y Sealtiel Alatriste, editor de Alfaguara. Esa fue la dinámica del acto realizado en la Sala Miguel Covarrubias, en el que los asistentes se quedaron, como se dice, con las puras ganar de participar y tuvieron que conformarse con ser meros observadores.

El hombre que enfrentó a Alberto Fujimori en la contienda por la presidencia de Perú en 1990, habló de diversos temas. Lo mismo se refirió a ``la semilla'' de donde provienen algunas de sus obras y al estilo y estructura que utiliza en la elaboración de las mismas, que a la relación de literatura con la realidad, a la censura y al concepto de identidad nacional.

``Yo no creo que existan identidades nacionales. La identidad nacional es una ficción colectiva que amenaza la libertad (...) Las identidades nacionales colectivas son campos de concentración donde nos quieren encerrar ciertos demagogos''.

Citó como ejemplo que no hay algo que delimite a lo mexicano, pues cada persona con esa nacionalidad al ser diferente con respecto a las demás representa, en conjunto, una realidad enorme que no se puede encerrar en ningún concepto. Agregó que la única identidad que acepta es aquella que compete a cada individuo: ``nuestra identidad se va constituyendo por las elecciones permanentes que hacemos cada uno de nosotros''.

Esta fue la última intervención de Vargas Llosa, previa a su custodiado retiro del recinto universitario entre empellones de personas que buscaban un autógrafo o simplemente saludarlo.

La literatura no es espejo de la realidad

Durante el evento --organizado para presentar su más reciente libro, Los cuadernos de don Rigoberto-- y a pregunta de Gonzalo Celorio, el premio Príncipe de Asturias de las Letras indicó que para él resulta falsa la idea de que la literatura sea un espejo de la realidad:

``La literatura es una mentira, no una verdad; pero es una mentira que expresa profundamente la verdad humana, la ambición, el deseo y la necesidad, pero sobre todo da testimonio de las frustraciones y tragedias humanas'', y agregó, ``la literatura expresa la realidad de manera indirecta y simbólica; los hombres han llenado con ficciones el abismo de lo que no tienen, el límite entre ambición y deseo; nos permite hacer viajes, ser otros, cambiar de lengua, de sexo y de piel...''

En cuanto al estilo, consideró que éste es el alma de la literatura debido a que determina el poder de persuasión del escritor sobre el lector.

Resulta esencial en la literatura, puntualizó, la manera cómo los personajes y las anécdotas encarnan en la historia.

Mencionó que descubrió la importancia del estilo al leer al novelista estadunidense William Faulkner, quien ``fue el primer escritor que leí con lápiz y papel''.

Respecto a la forma de ``organizar mis historias, aquella de fundir dos hechos que ocurren en lugares y tiempos diferentes, pero con un mismo personaje y que podríamos llamar de `vasos comunicantes', no considero haberla inventado, es una forma que se repite a lo largo de la historia de la novela y que yo he utilizado constantemente desde La casa verde''.

Tras señalar que sólo en algunas ocasiones conoce el origen, ``la semilla'', de su obra, como su paso por el colegio militar Leoncio Pardo se plasmó en La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa dijo que la censura ha sido ``una pesadilla'' para él desde un principio: ``Mi primera novela en Perú fue quemada por los militares pero no fue prohibida'', acotó, para luego bromear, ``eso me causa una duda ahora, pues fue bastante vendida y yo no sé si se deba a su calidad o por la publicidad que ganó al ser quemada''.