Horacio Flores de la Peña
La economía vudú/I

Aprovecho este artículo para desearle éxito al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; muchas gentes tenemos confianza en él como persona por el compromiso histórico de su padre y el suyo con los problemas populares, tiene una herencia que cuidar. No representa una vuelta atrás en la historia porque ésta no se repite, es solamente volver a poner en primer lugar los intereses de la sociedad sobre los particulares o de grupo. Una forma no muy popular desde que los yupis ascendieron al poder.

Cárdenas debe estar alerta para las trampas que ya le han empezado a poner, tales como la marcha del sábado 29 de noviembre que quiso ser una advertencia de lo que la ``gente bonita'' puede hacer para desestabilizarlo. Esta marcha ``cacerolista'' tenía un claro contenido expresado en una pancarta: ``La violencia baja la inversión extranjera'', pero ni una sola pancarta para las verdaderas causas de la violencia, porque la pobreza, el desempleo y la arbitrariedad no forman parte del estilo de vida de dicha gente. Esta fue la primera marcha, y espero que última, de corte fascista que se presenta en México desde los tiempos de Cárdenas.

La situación del país requiere nuevas figuras para hacer frente a los viejos problemas que la inercia, la ineptitud y la corrupción han mantenido vivos, además, al observar la discusión actual de los problemas entre el Ejecutivo y el Legislativo, queda uno desconcertado, ya sea por el presupuesto, el de Chiapas o de la seguridad en el DF y el resto del país.

Esta disputa cada día toma un aspecto de guerra de baja intensidad, que se puede utilizar para desequilibrar un gobierno o mantenerlo. En este caso, la atención a estos problemas la usa el Estado como factor de distracción en un esfuerzo para engañar ``al hombre de la calle''.

Son evidentes dos problemas graves: la ineptitud del aparato oficial para enfrentarlos, y que parece que cada día se multiplican, tales como pobreza, problemas educativos y de salud, inseguridad, concentración del ingreso, narcotráfico, y la pérdida creciente de independencia en las grandes decisiones de la política interna y externa; como México siempre actúa en perfecta coordinación y de acuerdo con Estados Unidos, nuestra soberanía es cada día más reducida.

El comportamiento del gobierno deja la impresión de que juega a no resolver los problemas que atraen la atención, para que los partidos de oposición, y todas las ONG e intelectuales de izquieda tengan un juguete para entretenerse. Los problemas de Chiapas y el diálogo político se podrían resolver en un solo día si hubiera deseos de resolverlos.

En Chiapas se preparó todo para no llegar a ningún acuerdo, y cuando éste se logró, el gobierno lo desconoció aunque lo había firmado, porque es mejor tener un problema indígena en Chiapas, que un problema indígena nacional. Lo que no previeron es que los indígenas demostraron, a todo el mundo, que tienen razón, que son mucho más inteligentes que los negociadores oficiales que, además, tienen mejores relaciones públicas que un gobierno paralizado por la indecisión y por su falta de apoyo popular, y de respaldo internacional. Ningún gobierno había hecho tanto por desprestigiar a México como el de Salinas y el actual. Por eso el respaldo que obtiene es básicamente patronal, porque para ellos trabaja el gobierno y punto. El resto de la población no cuenta, sobre todo si son pobres y son indios.

Lo del presupuesto es una comedia de errores o de economía vudú, de los cuales nos ocuparemos en detalle en un próximo artículo. El gobierno va ganando lentamente esta pelea, no porque tenga razón, sino porque, hasta ahora, los oponentes son menos preparados. La aprobación que le dan a las consignas gubernamentales los periódicos de la clase media y alta, no reflejan la opinión del pueblo. Son diarios cautivos de la ayuda oficial a bien de su complicidad para ponerlos a salvo de la justicia. Son víctimas del silencio oficial que pagan con respaldo. Hasta ahora las dos partes han cumplido su juramento de silencio.

Las argumentaciones oficiales en cuanto al gasto público y los ingresos son, por decir lo menos, pedestres. Se miente abiertamente en un intento para confundir al congreso y a la opinión pública y como no tienen base técnica, recurren al ataque verbal, sus oponentes son irresponsables, con falta de preparación, etcétera, en una guerra donde los adjetivos han tomado el lugar del razonamiento y el diálogo.

Se sigue la técnica del abuso de la propaganda comercial o de los gobiernos no democráticos, de abultar los méritos de sus proposiciones, aunque no resulten ciertas, siempre podrán contar con convencidos y de paso les dan alimento a los jilgueros oficiales y privados que tan mal los defienden. Es muy triste el papel de personas capaces a las que se les exige lo imposible: decir cosas inteligentes de las tonterías que hacen sus jefes. El apoyo empresarial es falso y además no tiene impacto. No vale la pena perder el tiempo con ellos, a pesar de sus terribles amenazas sobre el derrumbe de la economía, lo menos que se puede decir es que hacen muy mal el papel que les asignaron y por eso no convence a nadie.