Bárbara Jacobs
No hay vida breve

La vida decide quién es reconstruible, cómo y por cuánto tiempo. Reconstruible no es la palabra. Hay ocupaciones que parecen indicar al interesado que ellas llevan en sí mismas ese germen que determina la permanencia o carácter de efímero del que las hubiera desempeñado. Carácter de efímero no es el término. Pero lo único realmente decisivo es la vida. Un escritor, por ejemplo, siente que su obra se encargará de hacer de él, su autor, un ser, digamos, permanente. Pero si ese escritor confiado piensa dos veces, por lo menos dudará y, si cruza los dedos, en quien pondrá su esperanza será en la vida. Porque sólo la vida decide quién es reconstruible: (ésta no es la palabra), cómo y por cuánto tiempo.

A ese mismo escrito puede esperarle la tarea de reconstruir a otro, y esta misión azarosa puede constituir a su vez el germen que determinará que él cuente con la permanencia. Nadie sabe.

Katie O. no sabía. Tenía 16 años cuando sus padres y su hermana mayor dejaron Calgary, Canadá, y se mudaron a París a vivir ahí durante un año. Para ella la experiencia serviría de fondo iluminador sin duda para la carrera de actriz que, como actriz aficionada, tenía en mente correr. Bien vivido un año en París nutre a cualquiera, y más aún a alguien con los ojos y el corazón abiertos a aprender. Brincar lo esperado te deposita en la orilla de lo inesperado. Katie O. era amigable y en cuanto se instaló con su familia completa escribió la primera carta a casa. Katie O. era inquisitiva, comunicativa. De julio a septiembre de 1996 habrá escrito decenas de cartas, pues a principios de octubre, cuando murió prácticamente sin mayor aviso, se contaron unas doscientas cuartillas, exploraciones iluminadas de lo inesperado. Si hubiera sabido que esas cartas constituirían el germen posible de su permanencia, qué: suposición cancelable. No haber sabido las convierte en germen de lo posible. Haber sabido: supuesto cancelado.

Los médicos conocieron el nombre y el tipo de mal que en pocos días avisó de su presencia y en pocas horas consumió las ilusiones de Katie O. apenas la víspera de su muerte. La familia incompleta llevó a enterrar a Katie O. entre amigos a Calgary y regresó a cumplir su experiencia en París. Enterrar no es la palabra. La muerte de un ser amado se comparte con todos los que lo amaban. La familia incompleta compartió con amigos la muerte de Katie O. Se aceptarán condolencias. Se crearán fundaciones. En búsqueda de premoniciones, la familia incompleta leyó las cartas de Katie O. de regreso a casa. Entre ellas podrá encontrarse una, respuesta de Katie O. a una de las noticias que alcanzaron a llegarle de casa. De los informes de que las autoridades de Calgary iban a convertir la calle 14 del suroeste de la ciudad en una vía rápida, alarmo a Katie O. la implicación subyacente: equivalía a la destrucción de la casa de familia de Katie O., además de la de su abuelita y de la de su amigo Kent, es decir, en palabras de Katie O., ``Toda nuestra comunidad será destrozada''.

La alarma provocó en Katie O. la urgencia y el deseo de volver de inmediato a su ciudad para ayudar a impedir semejante destrucción. Una medida general contra un afecto particular. Una ilusión particular contra una sinrazón general.

Y volvió de inmediato. La vía rápida fue decisión de la vida breve. No hay vida breve. Vida breve no es el término. Hay grietas, hendiduras, rendijas, cuarteaduras que, según Leonard Cohen, existen para permitir que a través de ellas pase luz. Hay roturas, resquebrajaduras, entonces, útiles. Nada más sensato. Hay por lo tanto que romper lo que esté entero para que la oscuridad se haga luz. Hay que resquebrajar una familia completa para que las tinieblas se vuelvan luminosidad. La vida se encarga de elegir a cuál familia resquebrajar con tan buenas intenciones y a cuál no. Nadie sabe.

Para que un poco de luz ilumine a los que sufren, rompo el código de privacía de una carta para que, a través de mí --que soy grieta y hendidura--, otras familias incompletas oigan. La de Katie O. se consuela al recordar los tres meses parisinos en que fueron por última vez una familia completa. Consideran un don la cercanía que les dio explorar juntos la vida en un mundo extraño, lo cual supongo que es señal de que tienen la fortuna de entender lo que sugiere Séneca: ``Habla de tu hija frecuentemente y celebra su memoria todo cuanto puedas. Volverá a ti con más frecuencia si viene sin amargura; porque nadie vive gustosamente con el triste, menos aún con la tristeza. Si oíste con placer palabras suyas o sus gracias infantiles, repítelas con frecuencia, da por seguro que pudo colmar las esperazas que tu mente de padre había concebido''.

La alternativa es brincar la grieta iluminada y alcanzar la ????? o precipicio, esa oscuridad en constante destrucción que es la vía rápida. Uno no tiene por qué ser, nunca, diferente de lo que es. Ni siquiera la vida tendría por qué ser, nunca, diferente de lo que ha sido