Letra S, 4 de diciembre de 1997


Crónica Sero

Joaquín Hurtado

Decálogo para el que va o viene del infierno

1 No le temas al amor y a sus rabiosos chacales.

2 Hay grupos de ``autoapoyo'' que sólo sirven para dos cosas: llorar y tejer mortajas. Quien depende exclusivamente de esta clase de grupos es como una Monarca que no quiere continuar la metamorfosis. La vida está en otra parte.

3 Confronta al burócrata de la salud que antes de clavarte el aguijón se burla de ti. Esfuérzate en que la única persona que la pase mal en este baile sea él.

4 No te tengas lástima. Sé despiadado con la parte cursi que llevas dentro. La autoconmiseración es siempre el paso previo a la siguiente estupidez.

5 No te tomes nunca en serio. Ya somos tantos que sólo nosotros nos la creemos cuando decimos ``merezco el cielo porque sufro tanto''. En las olimpiadas del sufrimiento trata por todos los medios de quedar en último lugar.

6 Sácale al dolor todo el jugo erótico que contiene. Es infinito y más curativo que cualquier antiviral.

7 No le tengas compasión al imbécil que quiera jugar contigo al hombre elefante, al fenómeno de circo. Cobra caro tus servicios si vas a ser usado como producto comercial del show business.

8 Nace por la mañana, muere cada noche. Las horas extras se pagan doble.

9 No les exijas a los otros lo que tú no estés haciendo por ti mismo. A los sanos ayúdalos a bien morir mostrándoles cómo un moribundo se luce en el bien vivir.

10 El terror, la rabia, la venganza, el arrepentimiento, la traición, el fracaso y la humillación son tus mejores aliados a la hora de reconstruir la vida. Pule tus lanzas con estos sentimientos y luego apunta su ponzoña allí donde se te atraviese el enemigo.


Tiro al blanco

De las ``sanas costumbres'' y otras perversiones

¿Quién debe educar sobre sexualidad?

Los padres de familia. Y en aspectos de educación sexual preventiva, me parece que están yéndose a un sistema educativo muy liberal en el que pareciera que el sexo es una cuestión nada más de placer y no de responsabilidad en el ejercicio de estas extraordinarias virtudes que Dios le dio al hombre. Puede haber razones por las cuales haya necesidades de ciertos programas preventivos, pero no se puede pensar simplemente que la protección es para efectos de la no procreación, porque ahí yo digo que el acto sexual es una acto de amor sublime entre un hombre y una mujer y me parece que debe tener mucho más contenido que simplemente el mero sexo, o placer sexual.

¿Qué propone para hacer frente a la pandemia del sida y la recomendación del uso del condón?

Evitar los casos, aislarlos y pues también buscar que la relación sea con la pareja, monogámica, porque si entramos en otras situaciones pues hay más riesgos.

¿Los padres de familia en México están suficientemente preparados para educar sexualmente a sus hijos?

Creo que sí, lo pueden hacer con una mayor posibilidad de comunicación en donde su propio sentido común los pueda llevar hasta el fondo en lo que ellos han vivido, en las experiencias de sus padres. Que no sea simplemente algo que tenga que impartirse de una forma académica. Si tuviéramos las sanas costumbres que durante mucho tiempo se han venido desarrollando en la sociedad y no con tanta influencia a través de medios electrónicos de otra cultura sobre el hombre y otra concepción donde caemos en liberalismos.

¿Qué es para usted la homosexualidad?

Son enfermedades que hay que atenderlas, tratarlos tal cual, y respetarlos también como personas, pues son seres humanos.

Carlos Medina Plascencia, ex gobernador de Guanajuato, coordinador de la fracción panista en la Cámara de Diputados. Entrevista de Verónica Ortiz. El Financiero, 9 de noviembre de 1997.


Transmisión del VIH de madre a hijo

Sandra Treviño

La pandemia del sida avanza. Aunque afecta con mayor frecuencia a los hombres, los casos nuevos reportados, incluyen cada vez más mujeres. Algunas de estas mujeres se embarazan a sabiendas de que se encuentran infectadas, con la precaria esperanza de no transmitir a su hijo el virus, pero en muchos otros casos la madre ignora que se encuentra infectada y da a luz un hijo que no sabe que suerte correrá. Hace algunos años el panorama de la mujer embarazada y con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) era desolador y se pensaba que todos los hijos de estas mujeres nacerían infectados; con el correr del tiempo se observó que un pequeño porcentaje de niños nacían y permanecían sanos y los investigadores se dieron a la tarea de averiguar la forma de transmisión del VIH de madre a hijo, así como la forma de prevenirla. En la actualidad ha habido avances importantes y de los cuales mencionaré someramente los tratamientos antirretrovirales recomendados para niños infectados con el VIH.

Transmisión materno-fetal de la infección por el VIH

En cerca de 90 por ciento de estos casos la transmisión ocurre durante el parto. En contraste, la transmisión durante el periodo de gestación es poco frecuente, al parecer, porque la placenta impide el paso de la partícula del virus a la circulación sanguínea del feto. Se ha observado que el riesgo de infección es mayor si el niño nace por parto normal que por cesárea, ésto se explica porque un parto normal es de mayor duración a la de una operación cesárea y por lo tanto la probabilidad de que la sangre materna se mezcle con la del niño y lo infecte es más alta.

Disminución del riesgo de transmisión materno-fetal

Además de la recomendación del parto por cesárea, otro de los avances importantes que han disminuido el riesgo de transmisión del VIH, es el uso de zidovudina (AZT). En uno de los estudios más grandes de seguimiento, denominado ACTG 076, se estudiaron 402 mujeres infectadas por el VIH y con tiempo de embarazo entre cuatro y siete meses. A la mitad de ellas se le dio AZT durante el mes previo al nacimiento y se dejó a la otra mitad con placebo (medicamento sin acción verdadera). Se encontró que las mujeres con carga viral más baja tenían menos probabilidad de transmitir el VIH al niño que aquellas con carga viral más elevada; pero independientemente de la carga, el AZT redujo hasta la mitad la probabilidad de transmitir el VIH. Con base en este estudio, las recomendaciones para mujeres embarazadas son:

1. Continuar tomando antirretrovirales en caso de que ya los haya iniciado, con el fin de mantener la carga viral lo más baja posible.

2. Si la mujer no tiene acceso a un esquema combinado de antirretrovirales, el AZT, tomado un mes antes del nacimiento del niño confiere beneficio indudable.

3. Se recomienda nacimiento por operación cesárea.

Otro aspecto que se destacó en el estudio ACTG 076 es que todos los niños tomaron también AZT durante las seis semanas posteriores al nacimiento.

Aspectos de la infección por el VIH en niños

El sistema inmune (de defensa contra infecciones) aún no se encuentra completamente maduro en los niños. De hecho, las cifras normales de glóbulos blancos varían en ellos respecto a los adultos. Así mismo, la infección por el VIH también se comporta de manera distinta. Debe mencionarse, primeramente, que la carga viral en los niños es significativamente más alta que en los adultos, una carga viral baja en un niño se considera de menos de 100 mil copias, mientras que esta cifra en adultos es alta. La infección por el VIH avanza con mayor rapidez en los niños, lo cual se explica en parte por la inmadurez de su sistema de defensas.

Tratamiento de la infección por el VIH en niños

Inicialmente se intentó solo la zidovudina, por la elevada toxicidad de los fármacos antirretrovirales y la dificultad en calcular las dosis en los niños. Recientemente se han intentado tratamientos ahora con terapia combinada antirretroviral. En un estudio realizado con 831 niños cuyas edades fluctuaban entre uno y dos años, a una parte de ellos se les dio exclusivamente AZT, a otra parte didanosina (ddI) y a un tercer grupo de niños se les administró terapia combinada con AZT y ddI. Los resultados mostraron que tanto el ddI como la terapia combinada fueron superiores al AZT solo, en un seguimiento de 48 meses. La limitante nuevamente fueron los efectos tóxicos, como las alteraciones del páncreas por ddI y la presencia de anemia por el AZT. En otro estudio (Penta 3) en donde se administró zalcitabina (ddC) combinada con AZT a niños de edades similares a las del estudio previamente mencionado, se encontró también que la terapia combinada era superior a la monoterapia, y la zalcitabina resultó bien tolerada a una dosis calculada con base en el peso del niño. Finalmente, otros medicamentos promisorios en la terapia del VIH en niños son los del grupo llamado inhibidores de la transcriptasa reversa no análogos de nucleótidos, como la nevirapina. En un estudio realizado en niños de dos a 16 meses de edad, se administró a un grupo pequeño de pacientes terapia triple con AZT, ddI y nevirapina todos los medicamentos fueron calculados con base en el peso del niño y se encontraron reducciones de la carga viral importantes, aunque el seguimiento ha sido de pocos meses, la terapia triple parece tener un beneficio sostenido en estos pacientes y hacen falta estudios con mayor seguimiento para poder concluir el beneficio.

Conclusión

Falta aún mucho por hacer en lo que respecta a la terapia de mujeres y sus hijos infectados por el VIH. La mejor recomendación para las mujeres infectadas por el VIH, aún en la actualidad, es tener un método adecuado de planificación familiar y, de hecho, evitar el embarazo. Pero si éste ocurre existe forma de disminuir el riesgo de transmisión al niño y aun cuando el beneficio de la terapia en ellos no está bien dilucidado se han hecho avances que parecen evitar un futuro menos aterrador.

Médico internista adjunto a la clínica de sida del servicio de medicina del Hospital General Gabriel Mancera.

--Davis, S.F. y cols. Prevalence and incidence of vertically acquired HIV infection in the United States. 1995, JAMA, 274:952-955.

--Sperling, R.S y cols. Maternal viral load, Zidovudine treatments and the risk of transmission of Human Immunodeficiency Virus type 1 from mother to infant. 1997, N. Eng. J. Med. 335:1621-1629.

--Shearer y cols. Viral load and disease progression in infants infected with human immunodeficiency virus type 1. 1997, N. Eng. J. Med. 336:1337-3342.