La Jornada domingo 7 de diciembre de 1997

Manuel Vázquez Montalbán
Dario Fo: la consagración accidental de un anarquista

Como si los miembros de la Academia Sueca se hubieran puesto ligueros en las piernas y rimel en las pestañas, independientemente de su sexo y estado y hubieran decidido cambiar de vida, el premio Nobel a Dario Fo ha sido una de esas excepciones que ni confirman ni dejan de confirmar ninguna regla. La sociedad literaria universal o bien ha considerado este premio como una molesta prueba de lo culturalmente incorrecto o bien lo ha asumido como la mejor apología indirecta del sincretismo postmoderno, una boutade genial y perfectamente desconectada de las intenciones anacrónicamente subversivas del escritor premiado. Si la Historia se ha terminado también para Dario Fo, ¿qué daño histórico reporta premiarle? Normalmente los premios de la envergadura del Nobel se dan contra alguien y hay quien piensa que esta vez el Nobel se ha fallado contra Dario Fo, a manera de consagración accidental de un anarquista.

Extramuros de los cálculos de la sociedad literaria más autofágica, los admiradores de Fo experimentamos la alegría por el aumento de su significación dentro de la jerarquía convencional de lo prestigioso. Pero sobre todo aumento de la significación de un auténtico creador y de una poética que algunos califican de ágrafa o en todo caso aliteraria, como si la poética de la alegoría ironizadora de la relación entre el poder y sus súbditos no tuviera un pedigree culto que se remonta a la comedia griega clásica. La poética de Fo va en sentido contrario a la deconstrucción del yo burgués y plantea la alternativa del yo solidario, del sarcasmo crítico como ruido opuesto al discurso único del pensamiento único.

Mientras los teóricos neoliberales más autocríticos temen que las mejores inversiones futuras sean las destinadas a crear cárceles y policías privadas para defender a la llamada sociedad abierta de los sumergidos o marginados sociales, premiar al autor de Morte accidentale de un anarchico o de Pum, Pum, chi é?, la polizia puede parecer una demostración de la mala conciencia del sistema, aunque no hay ninguna constancia de que el sistema sea un sujeto delimitable y si lo fuera que el sujeto en cuestión fuera capaz de tener mala conciencia. En cierta ocasión ejercí de jurado de un premio de cine y contribuí a premiar una película polaca titulada Yesterday. Trataba de la persecución sufrida por un grupo de adolescentes escolares que querían imitar a los Beatles en un colegio de la Polonia todavía comunista. El perseguidor es el jefe de estudios dotado de todo el sistema de señales del comisario político staliniano. Pero llegan los tiempos del cambio y el antiguo perseguidor se deja crecer la melena y acaba convertido en el líder del rock postcomunista.

En solidaridad con el premiado y lo premiado, todos los ministros del Interior y de Guerra de todos los países dirán que han decretado un día de tregua a los perdedores sociales, veinticuatro horas sin torturas ni encarcelamientos. Liberados de la obligación de demostrar haber leído a cualquier poeta coreano o kurdo imprevistamente galardonado con el Nobel, los gurús culturales más inteligentes declaran que una de las ventajas de la literatura de Fo es que normalmente no se lee. Ligueros en las piernas, rimel en las pestañas y el bolso por bandolera, los académicos suecos se han convertido en actores de una posible farsa de Fo titulable Consagración accidental de un anarquista. Sólo L'Observatore Romano, no olvidemos que su reino no es todavía de este mundo, ha protestado directamente lo que considera casi una blasfemia cultural perpetrada por unas gentes demasiado norteñas. No en balde no fueron cristianizadas hasta el 1008 con el bautismo del rey Olof Skotkoming.