La Jornada 8 de diciembre de 1997

Ayer, en León, el árbitro Brizio comprobó que la vida no vale nada

Marlene Santos A., enviada, León, Gto., 7 de diciembre Ť Cruz Azul, campeón con penal de oro, por octava ocasión.

En calidad de visitante, situación que tantos dividendos le dejó a lo largo del torneo regular, La Máquina se adjudicó el título de Invierno 97 al vencer al León con marcador global de 2-1, pero salió huyendo virtualmente de esta ciudad, cuya afición casi se quería comer vivo al silbante Arturo Brizio por decretar en tiempo extra la pena máxima contra los esmeraldas y que al concretar Carlos Hermosillo valió para el título cementero.

En un partido plagado de errores de parte de ambos equipos, como el que ayer se vivió en el estadio Nou Camp, que registró sobrecupo (su capacidad es para 33 mil personas, hubo 50 mil asistentes), cualquiera de los contrincantes pudo coronarse, pero la suerte fue azul.

Cruz Azul se plantó bien en la cancha y no salió a defender su ventaja, pues de inmediato, por conducto de Yegros, Palencia y hasta Galindo, pusieron a prueba las dotes felinas del portero Angel Comizzo. Los cementeros impidieron al equipo local el despliegue de su juego, les cerraron los espacios, por lo que los pupilos de Carlos Reinoso hasta el minuto 13 pudieron realizar su más clara llegada con un disparo por conducto de Missael Espinoza.

Los Panzas Verdes rápido se desesperaron, iniciaron los roces y Brizio no titubeó en repartir amonestaciones. La Máquina mantuvo el control y hasta se lució con series de pases, como la que culminó con un tiro ligeramente desviado de Joaquín Moreno, mientras que Barra y Rodríguez impedían la salida de Medford y Missael Espinoza.

El dominio cruzazulino desesperó al timonel local, que relevó a Martín Peña por Omar Santacruz; sin embargo, sus jugadores seguieron acumulando amonestaciones, situaciones que exacerbaban los ánimos en las tribunas y el grito de ``Ratero... Ratero'' comenzó a inundar las gradas. Cierto, Cruz Azul dominaba, pero era incapaz de anotar.

León resintió la ausencia de Guamerú, parecía una fiera domada y ni con el ingreso de Djean Batrovic y Carlos López mejoró. Tuvo que ser Missael Espinoza, el veterano jugador que levantó el ánimo de los esmeraldas, quien con su gran entrega derrochó energía por cada rincón de la cancha. Fue Espinoza quien al 53' anotó un golazo desde la banda derecha, tras un servicio de Hernán Medford, para imponer el 1-1 global.

El festejo estalló inmenso, incontrolable, en las tribunas. La gente hizo girar la Ola y se desgañitó cantando Caminos de Guanajuato; luego, al 51' Guadalupe Castañeda dejó en inferioridad numérica a su equipo al hacerse expulsar y, si su acción fue reprochable, peor aún fue la actitud de Davino, quien hizo sonantes reclamos al silbante y éste le aplicó el segundo cartón amarillo. Ambos conjuntos quedaron con 10 hombres.

Con la salida de Davino, el León perdió ofensividad, mientras que Tena pareció renunciar al ataque al cambiar a Yegros por Eduardo Fuentes. El sol agobiaba a los desgastados jugadores, que poco atacaban, ¿acaso nadie quería el título?

En tiempo extra, al minuto 92, Francisco Palencia falló una opción inmejorable, solo frente al marco y con un Comizzo ya vencido, erró su remate. Al 97' comenzó a hacer estragos el esfuerzo. Ricardo Cadena se acalambró. Luego, al 100', Comizzo derribó y luego pateó la cara de Hermosillo en una salida cuando el balón ya no estaba en disputa. Brizio decretó la pena máxima, que cobró bien al atacante celeste para definir en su favor el título.

El estadio Nou Camp se convirtió en un pandemónium. Todo ocurrió en un mismo instante.

Carlos Bracamontes, secretario técnico del León, corrió a encarar a Brizio al tiempo que le dio un empellón, mientras que al nazareno le llovieron desde la tribuna toda clase de líquidos, hielos y monedas...

Los jugadores de La Máquina, que vieron el penal tomados de la mano, corrieron hacia la esquina derecha de la meta defendida por Comizzo y saludaron al más numeroso de los tres grupos de seguidores cruzazulinos que osaron apoyarlos hasta aquí, donde dicen que la vida no vale nada...

El gesto enardeció a la multitud derrotada, que de inmediato agredió a golpes a varios seguidores celestes? La tunda fue severa y la policía a duras penas se abrió paso para llegar a protegerlos...

Los pupilos de Tena saltaban y gritaban al grito de ``Azul... Azul''. No faltó quien se encargó de vaciar la cubeta de agua helada al técnico, mientras gente del público logró colarse a la cancha. Los jugadores locales se refugiaron en su vestidor. Hubo una rápida premiación, una rápida vuelta olímpica. Un mar de gente y policías en la cancha.

Tarde aciaga para Brizio, quien amonestó a los leoneses Reinoso, Medford, Medina y Cadena; y al cruzazulino Omar Rodríguez, además de las expulsiones para Castañeda y Davino. Dos horas después salió subrepticiamente en Cavallier blanco, por la puerta 10, escoltado por 32 agentes judiciales.


Marlene Santos A., enviada, León, Gto., 7 de diciembre Ť Luis Fernando Tena, técnico campeón, parecía canica en bandeja, en medio de un remolino caprichoso de reporteros, y uniformados que intentaban protegerlo. Dijo que fue un partido muy dramático y tenso. ``Fuimos mejores en el primer tiempo; León, en el segundo, pero el partido se definió por el corazón de mis jugadores, quienes salieron a darlo todo en el tiempo extra''.

Tena indicó que nunca abandonaron el sentimiento de confianza de que saldrían victoriosos, ``porque, la verdad, fuimos el mejor equipo, tuvimos más opciones de gol. Esta victoria es para la afición, nuestras familias, la directiva y todos los que nos apoyaron''.

El directivo celeste Víctor Garcés agradeció la entrega de los jugadores, ``porque coronarnos en León no fue nada fácil'', y al presidente del equipo, Guillermo Alvarez Cuevas, quien por problemas familiares no asistió al partido. ``Hemos trascendido a todo el país con este esfuerzo, que por fin rompió el largo ayuno de 17 años sin títulos. Todo valió la pena, fue un año azul: fuimos campeones de Copa, ganamos el torneo en Guatemala, estamos en el de Concacaf y coronamos con el de liga. Creo que somos campeón de campeones'', indicó el eufórico directivo.

Alfredo Alvarez Cuevas, vicepresidente cementero, reveló que su hermano, presidente de la institución, preparará un festejo en el estadio Azul. En tanto que Garcés agregó que definitivamente ``habrá importantes premios económicos para los jugadores'' por esta conquista.

Breves declaraciones de los monarcas:

Juan Reynoso: Hemos cumplido, le dimos a la institución este año varios trofeos, el penal fue muy claro, yo lo vi. Galindo: Seguiré con este gran equipo. Sixtos: Trabajamos muy bien durante toda la temporada, valió la pena. Hermosillo: Dedico el título a mi familia y a la afición. Adomaitis: El título es muy importante para todos nosotros, cumplimos un gran compromiso. Barra: Quiero disfrutar este momento. Jorge Campos: Bueno, yo no hice nada, ni siquiera jugué. Yegros: Al final se hizo justicia. Oscar Pérez: respondí a la confianza que me tuvieron todos.

Despotricaron contra Brizio

Comizzo, rumbo al vestidor, aplaudió al árbitro Brizio, ``Bravo... Bravo'', fue el último jugador local en alcanzar la guarida del León. Ahí, en el vestidor, hubo silencio total, sólo entraban familiares... ``Están llorando'', musitaban al salir.

Bracamontes fue el encargado de ir a recoger la copa de subcampeón y de nuevo despotricó contra Brizio. Dijo que fue un penal que pudo no haberse marcado, que fue rigorista, dadas las circunstancias del partido. Carlos Reinoso dio la cara una hora después, habló quedo; aceptó su derrota, alabó a Cruz Azul, pero sobre todo a sus jugadores. Fue humilde en su derrota y rehusó comentar el arbitraje.

El presidente del León, Valente Aguirre, echaba chispas de coraje. ``Brizio ya traía la camisa azul, así qué podíamos hacer. No ganó Cruz Azul, ganó el árbitro'', y aludió a los cambios defensivos que Tena decidió: ``Ustedes lo vieron, no querían nada de futbol, se la pasaron jugando atrás y el árbitro los fue llevando hasta nuestra portería, y lo consiguió'', aunque admitió que la expulsión de Davino fue fundamental para la derrota.

Reinoso fue hasta la capilla del equipo donde su esposa e hija lloraban, salió abrazándolas y suplicando ``un poquito de privacidad. Es dolorosa la derrota, pero se luchó'', no habló del América: ``De mi futuro hablaré la próxima semana''. Aguirre, en cambio, indicó que el futuro de Reinoso está en León, su contrato está vigente.


Marlene Santos A., enviada, León, Gto., 7 de diciembre Ť La derrota no impidió que los leoneses salieran a festejar con toda su ingeniosa ironía: ``Brizio campeón'', ``Nos ganaron a güevo'', ``León chingón'', se leía en los automóviles que circularon hasta la noche por las principales avenidas de esta ciudad haciendo sonar sus bocinas.

Los ánimos caldeados al concluir el cotejo tardaron en enfriarse, la tonadita de ``Caminos de Guanajuato'' continuó con cambios en su letra, ``aquí se apuesta la vida y se madrea al que gana...''. Y de eso pudo dar constancia Carlos Ordoñez, líder de la porra de Cruz Azul, quien recibió un botellazo en la cara, mientras que Mario Viveros, otro seguidor celeste recibió un botellazo en una sien, los vidrios de sus anteojos se hicieron añicos y varias astillas le penetraron al ojo. Otras personas eran molidas a puntapiés.

Y es que en cuanto vieron todo perdido, un grupo de seudoaficionados leoneses se acercó a un refrigerador de cervezas, colocado en las gradas y comenzó a lanzarlos como proyectiles contra los de camiseta azul... La violencia no terminó ahí, pues en la calle varios automovilistas con placas del Distrito Federal pasaron el susto de su vida cuando eran rodeados por la dolida afición local que sacudía sus vehículos en forma amenazante.

Lo curioso es que la policía municipal sólo reportó --hasta las 21 horas--, la detención de 25 personas que se liaron a golpes en las instalaciones de la Feria de León, en cuya explanada fue puesta una pantalla gigante para que los que no alcanzaron boleto vieran el cotejo. Ahí se había programado una gran verbena popular que obviamente fue cancelada.

Varias camionetas recorrieron las calles atestadas de jóvenes que bebían cerveza, proclamaban al León como ``el verdadero campeón'' y gritaban ``Muera Brizio''. En la entrada del estadio Nou Camp la gente se negaba a retirarse y hasta el personal de las unidades móviles de Televisión Azteca se sintieron en tierra de nadie, porque según la afición la televisora del Ajusco los traicionó dándoles preferencia y poniéndose de parte del Cruz Azul, ahí clamaban: ``Televisa, Televisa'', mientras los insultos para un sudoroso David Faitelson, reportero, fluyeron en todos los tonos.

Quizás Carlos Reinoso estaría arrepentido de haber afirmado una y otra vez que el título era suyo, cuando todavía no lo había ganado, porque esta afición se sintió robada y enfocó su frustración hacia Brizio. Esta afición que desde las 10 horas llenó el estadio y que se acostumbró a despedir con humillantes golizas a sus rivales no toleró la realidad.


Rosalía A. Villanueva Ť Ni la multitud cruzazulina congregada en el aeropuerto Benito Juárez conmovió a los nuevos campeones. La porra cementera pedía a gritos que se dejaran ver, que salieran aunque sea por ratitos, para festejar el triunfo que habían coronado unas cuantas horas en la ciudad de León... y nada. Los jugadores, con todo y su héroe herido Carlos Hermosillo, bajaron por la terminal 2 (allá en los Hangares) y dieron tremendo plantón a esa eufórica afición.

Impresionante era ver a ese centenar de almas que desbordaron pasión y felicidad. Poco les importó a las damas mantenerse en pie durante tres horas con los hijos en brazos, no se diga de los varones que ondearon banderas, tocaron cornetas y un grito de ¡Cruz Azul, campeón!, acompañado de un prolongado aplauso.

Los aficionados, portando la estrella número 8 en sus playeras, sudaderas o con tatuajes en la cara, en alusión a los títulos que ha ganado La Máquina, buscaban afanosamente entre esa multitud de visitantes si de casualidad venían sus campeones.

Ni los módulos de información de las líneas aéreas mexicanas sabían por donde arribarían los ansiados y buscados monarcas. Lo único confirmado era que el equipo había rentado un vuelo charter y que lo más probable era que el avión aterrizaría en uno de los hangares ubicados en la parte trasera del aeropuerto.

A las 16:30 horas la gente se desesperó y amenazaron con gritos de que no se irían hasta que no apareciera el equipo campeón. En la terminal 2, sigilosos y lejos de esa afición que los apoyó durante su campaña aparecieron los campeones. El festejo que se había apoderado en León se esfumó con un frío recibimiento. Si acaso uno que otro autógrafo para los 10 empleados de la terminal que miraban asombrados las caras pintarrajeadas y la camiseta de Supermán que traían Jorge Campos, Benjamín Galindo, Oscar Pérez, Francisco Palencia y Johan Rodríguez, que contrastaban con la seria mirada del técnico Luis Fernando Tena.

Con la vendoleta que cubría tres centímetros del pómulo izquierdo y el trofeo plateado entre sus manos, Hermosillo todavía no aceptaba esa ``jugada de mala fe que todo mundo vio'' (se refirió a la falta que le cometió el portero Angel Comizzo y que le regaló el gol del oro en la parte extra del partido), el delantero dijo que eso se lo dejaba a la conciencia de quien le propinó el golpe.

--¿Y la afición?

Rascándose la cabeza y en tono de fastidio, Superhermosillo atajó: ``Nosotros ya cumplimos, ¿no?

Un autobús trasladó el equipo a La Noria donde miles de aficionados festejaron en las afueras de la instalación, mientras en el interior, los campeonísimos acompañados de esposas y novias convivían con la directiva cementera en una cena de honor.