No cometí un error, declara a La Jornada el perredista Meneses
Elena Gallegos Ť Colocado en el ojo del huracán porque se le responsabiliza de que el país no tendrá una nueva miscelánea fiscal para 1998 y bajo la amenaza de que se le entablará juicio político, el diputado del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Luis Meneses Murillo se defiende: ``con las sucesivas tomas de tribuna --una de las cuales encabezó su coordinador, Arturo Núñez-- los priístas impidieron que se concluyera el procedimiento legislativo y, en todo caso, ellos son los culpables.
Esto es --amplía su versión de lo ocurrido el jueves pasado en la Cámara de Diputados--, de acuerdo con el artículo 117 del reglamento, correspondía al pleno, y sólo a él, decidir en votación económica si el dictamen regresaba a comisiones o se desechaba en definitiva''.
--Pero al parecer todos se hicieron bolas.
--No; como es la primera ocasión en décadas que una iniciativa del Presidente es rechazada, pocos sabían a ciencia cierta qué se debía hacer con el dictamen.
Para Meneses, en todo este enredo hay mucho más de fondo y aquí no rehúye la autocrítica: la nueva mayoría, a pesar de que ha dado muchas señales de congruencia, sigue ideologizando en extremo y llevando a situaciones irreductibles el debate, pero también la minoría cree que efectivamente puede ``arrebatar'' cuando pierde. Además, el Ejecutivo se ha negado a dialogar con el Legislativo a fin de pactar un marco general para las nuevas reglas del juego y las nuevas líneas políticas.
Por lo pronto, sostiene --más allá de las versiones de que la coordinación de su bancada le envió mal las señales-- que ese azaroso jueves en San Lázaro él ya estaba preparado para continuar el trámite legislativo una vez que se obtuvo el recuento de la votación: 243 legisladores en contra y 240 en favor, luego de lo cual, efectivamente, dijo que se había desechado el dictamen de la miscelánea fiscal, ya que el procedimiento parlamentario dicta que el presidente de la Mesa tiene que declarar el sentido de la votación. Sólo eso.
En este punto, Meneses Murillo es especialmente insistente: ``yo como presidente de la Mesa no podía decidir individualmente si se regresaba o no a comisiones, pero sí sabía lo que seguía. No acepto que me imputen que me equivoqué''.
--Hay gente incluso de su partido que asegura que fue un error suyo.
--No me equivoqué.
Por eso, reitera, la Presidencia de la Mesa Directiva a su cargo se preparaba para instruir a la Secretaría para que, de acuerdo con el artículo 117, recogiera la votación económica en la que se determinaría de una vez por todas el destino del dictamen.
En ese momento fui interrumpido por el diputado del PRI Eduardo Bernal --de las últimas adquisiciones de la burbuja del tricolor--, quien hizo una moción para pedir que se repitiera la votación nominal, argumentando que había sido muy cerrada.
Pero justamente había sido nominal la votación que se acababa de efectuar y en la que la mayoría (G-4) había rechazado el dictamen que elaboró la Comisión de Hacienda bajo la presidencia del priísta Angel Aceves Saucedo, por lo que la petición de Bernal no procedía. Inmediatamente después, otra vez Bernal, exigió que, con base al artículo 22, se removiera a Meneses como presidente de la Mesa.
Ahí comenzó el escándalo: los priístas se fueron con todo sobre la tribuna, siguiendo la máxima del Rey del Bronx, el jalisciense González Machuca: ``¡el PRI, como Jalisco, nunca pierde, y cuando pierde arrebata!'' Se abrió el primer receso. La Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP) se reunió rápidamente atrás de la tribuna y los priístas sesionaron en el salón Verde, donde decidieron que ya no permitirían que el proceso se concluyera.
De hecho, todo fue mal desde el principio --recuerda Meneses--, primero porque el dictamen de la miscelánea (del que se había separado lo relacionado con el IVA, para su discusión posterior) no fue repartido a los 500 diputados. El argumento que dieron Aceves Saucedo y su gente fue que era imposible darle ejemplares a todos los legisladores, porque con los primeros 50 juegos se habían ``tronado'' las fotocopiadoras.
Eso obligó a que la Secretaría de la Mesa Directiva diera lectura a los documentos (el dictamen constaba de 53 cuartillas y los anexos de 350), lo que se comió las primeras cinco horas de la sesión que ya se veía venir difícil.
``Nosotros ya habíamos elaborado dos tarjetas: una, si la miscelánea se aprobaba y otra si era rechazada, y ahí preveíamos que podíamos proceder con base en lo que nos señalaba el mencionado 117''.
Continúa su crónica: Cuando reanudamos la sesión instruí a la Secretaría a que leyera lo dispuesto por el 117 y a que se efectuara la votación económica. Nuevamente nos tomaron la tribuna. Ahí están las fotos del líder ferrocarrillero Flores y hasta del mismo coordinador Núñez. Esas imágenes no nos dejan mentir. Otra vez nos fuimos a la parte posterior a discutir. En el camino golpearon a Juan Cruz, del PT, y presidente de la mes para el mes de diciembre. A mí también me jalonearon. No, no supe quiénes. Los priístas estaban muy violentos. Nos lanzaron todo tipo de improperios.
``En ese inter, Porfirio (Muñoz Ledo) y (Carlos) Medina (Plascencia) debatieron sobre si el asunto debía llevarse a la CRICP. Yo argumentaba que eso violentaba el procedimiento y que debía votarlo la asamblea, que es la única instancia que podía regresar el dictamen a comisiones''.
Al reanudarse los trabajos, Meneses decidió enviar el punto y la continuación del proceso a la siguiente sesión --lunes 8-- para poder proseguir con el desahogo del orden del día (el IVA estaba en turno). La tribuna fue tomada por tercera ocasión por los priístas.
Esto, de acuerdo con Meneses, fue lo que en realidad sucedió el jueves. Hoy, ``el PRI nos ha avasallado con el escándalo que armó en los medios de comunicación, pero en él se oculta que fue su bancada la que interrumpió el proceso en aras de vender una imagen distorsionada del G-4 y de esconder también que ellos están en contra de que se disminuya el IVA. Han usado lo de la miscelánea como pantalla para no asumir otros costos''.
Asegura que los grupos ``duros'' del PRI --no todos lo son-- crean situaciones límite, ejercen acciones golpistas en la Cámara, desorientan a la opinión pública ``para crear un escenario de intolerancia'' y atribuyen incapacidad a la oposición, especialmente al PRD, al que nuevamente le quieren endilgar el sanbenito de intransigente. El no se opone a que una posible salida sea que la miscelánea se debata en un periodo extraordinario. Sostiene sí, que el procedimiento fue interrumpido por la bancada del PRI. Esta es su versión.