La llegada de Cárdenas al gobierno de la ciudad de México es un hecho importante, representa un cambio cualitativo en la forma de gobierno y abre una nueva época para esta ciudad; es una de esas raras noticias de optimismo que hoy aparecen en el país. El inicio de esta experiencia representa para muchos un triunfo, una esperanza en la larga lucha por la democratización del país, y para otros, es la amenaza de un gobierno que parece decidido a hacer modificaciones radicales. Es, en síntesis, la oportunidad de gobernar para la izquierda.
En pocas ocasiones un gobierno ha tomado las riendas de un territorio con tanta urgencia de respuestas eficientes, como lo es el de Cárdenas hoy en día. Además, la duración resulta casi como una broma, sólo se cuenta con tres años. Urgencia y velocidad son dos características que cruzan el momento de inicio de este nuevo gobierno democrático. Los problemas de la ciudad de México tienen un carácter grave y en cualquier diagnóstico ciudadano que se haga hay una sincronización puntual en los temas y en las jerarquías. Para garantizar la gobernabilidad -de la que habla Luciano Tomassini- se necesita cubrir tres áreas: la capacidad de un manejo eficiente y transparente en el gasto y en el presupuesto, el gobierno interior que mantiene viva la legitimidad de origen; luego viene el manejo y los vínculos sociales, justicia, seguridad, intereses urbanos y control del crimen organizado; y la tercera zona es la de cómo se gobierna, los equilibrios entre diálogo y enfrentamiento con la sociedad civil; se trata de un juego de expectativas y consensos.
El discurso de toma de posesión fue una respuesta a las demandas más urgentes y se tocaron siete problemáticas y promesas: 1) la inseguridad pública, en primer lugar, y la promesa fue actuar de inmediato, con eficacia y apego a la legalidad. La frase que expresa el compromiso es contundente: ``Le vamos a quitar la ciudad a los delincuentes''; esta promesa implica una guerra a muerte con las bandas y las mafias que han extendido sus poderosas redes de acción delictiva. Aquí radica el reto más importante y más significativo del nuevo gobierno; de lo que se haga en esta materia dependerá el cristal de la evaluación ciudadana. 2) La segunda promesa fue la de la actitud que tendrá el gobierno con sus gobernados; se habló de servicio, calidad y de respeto a los derechos humanos y ciudadanos; gobernar con y para la gente. 3) La tercera, orientar la obra pública en razón de un amplio y mejor beneficio social. 4) La cuarta, el ordenamiento de los ambulantes, problemática compleja que ha invadido las calles del centro de la ciudad. 5) Después vino el tema de la contaminación y los ofrecimientos fueron diversos, desde la revisión de los programas vigentes hasta el cambio de combustibles; la diferencia con otras áreas es que los resultados necesitan un tiempo más largo que se extenderá más allá de este breve gobierno. 6) No podía faltar una promesa de combate a la corrupción; Cárdenas señaló que en seis u ocho semanas dará un informe a la ciudadanía sobre el estado en el que se encontró la administración que dejó el hoy secretario de Turismo. 7) La situación financiera de la ciudad. Hay un endeudamiento progresivo y se necesita buscar otros esquemas para sanear financieramente lo que parece ser un círculo vicioso y progresivo, en el cual se pasó de una deuda de mil 198 millones hace tres años a 12 mil 655 hoy, y se tendrá una cifra de 33 mil 496 millones de pesos en el año 2000, cantidad que pesará como una piedra de molino al cuello de la ciudad para cualquier desarrollo que se quiera realizar. En esta materia, más que una promesa se ofreció una búsqueda de soluciones junto con el gobierno federal.
El terreno de las evaluaciones de un gobierno es complejo, se puede obtener un consenso amplio que apruebe o no, o también se puede generar una fragmentación de las percepciones, lo que es más probable que ocurra en los próximos meses. Es posible que el mismo desempeño de este gobierno, que será muy observado, sea motivo de una polémica permanente por la misma densidad que tienen los medios masivos. Al final de cuentas la ciudadanía estará pendiente de algunas cosas importantes: capacidad para resolver los problemas más sentidos y urgentes; el grado de violencia y coerción con el que se hagan las cosas, y la presencia de un liderazgo que logre mantener la confianza de los gobernados. Estamos al inicio, dentro de un breve y homogéneo mundo de esperanzas, y muy pronto pasaremos al fragmentado mundo de las pruebas cotidianas, del debate y el litigio, de las guerras que se librarán contra los intereses mafiosos. ¿Estarán el nuevo gobierno y la ciudadanía dispuestos a pagar los costos de estas batallas?.