Para Rosario Robles
¿Cómo evaluar los nombramientos en el nuevo gobierno de la ciudad de México? ¿Es cierto, como dice Carlos Castillo Peraza, que los nuevos funcionarios provienen en su mayoría del priísmo? ¿Incurrió Cuauhtémoc Cárdenas en los ``viejos vicios'' del PRI al reservarse hasta el último momento los nombres de sus colaboradores?
El jefe del gobierno del Distrito Federal es observado con lupa por sus contrincantes políticos. Aunque Cárdenas debería ser evaluado por sus obras al frente de la ciudad de México, será juzgado como el precandidato presidencial que marcha en punta en la lucha por la sucesión. Cualquier movimiento que haga o deje de hacer será criticado y utilizado por sus adversarios bajo este principio. Este fue el caso de la discreción con la que manejó la información pública sobre los integrantes de su equipo de gobierno.
Si el ingeniero Cárdenas hubiera dado a conocer a la opinión pública su gabinete con antelación, sus opositores habrían destrozado a sus integrantes antes de poder tomar posesión de su puesto. Allí está el ejemplo de Paco Ignacio Taibo II, que fue devorado tan pronto osó asomar la cabeza, con más rapidez de lo que las pirañas tardan en comerse a una res en el Amazonas, no sólo por el tono polémico de sus propuestas, sino, y sobre todo, porque su postulación apareció ante la opinión pública como el primer nombramiento probable en la administración cardenista. Taibo II sirvió como globo sonda sobre el que los opositores de Cuauhtémoc dispararon a mansalva. Su misma suerte habrían corrido quienes hubieran sido ``destapados'' con antelación a la toma de posesión.
Es falso que en el gabinete del jefe del gobierno dominen los antiguos priístas. Al hacer un juicio de esta naturaleza, Castillo Peraza muestra o que sigue sangrando por la herida de su derrota en la contienda electoral por el gobierno del DF, y sus opiniones han perdido la necesaria objetividad que debe tener un político en activo, o que su sistema de información es tan deficiente que lo lleva a poncharse abanicándole a todas las bolas que se lanzan desde el montículo del sol amarillo.
El equipo de colaboradores de Cárdenas en el gobierno del DF es, simultáneamente, el resultado de una coalición política plural y de la llegada de una nueva generación al poder.
Desde su salida del PRI, Cárdenas ha construido una amplia red de alianzas políticas con personalidades provenientes de distintos agrupamientos partidarios. En ella se encuentran, obviamente, quienes salieron del priísmo con él y se han mantenido fieles al proyecto del PRD. Se dice rápido, pero mantener esa lealtad en una marcha empedrada con todo tipo de obstáculos gubernamentales no es poca cosa (y allí están los casos de Mújica, Castillo Mena y Robles Garnica, para citar algunos). La confianza construida en la lucha contra la adversidad común es clave en la formación de equipos políticos. Están también quienes provienen de las filas de la izquierda y unieron su destino al del hijo del general, invirtiendo en ello un capital político trabajosamente adquirido. Se encuentran, además, aliados como los provenientes del socialcristianismo, que coinciden con el cardenismo en la lucha por la democratización del país y en una concepción ética de la política, que en el pasado los llevó a renunciar a las filas del PAN. Finalmente, participa un conjunto de personajes democráticos provenientes lo mismo de la administración pública que del mundo de las organizaciones civiles. Más allá de las críticas que puedan hacerle a algunos de sus integrantes en lo particular, esta coalición es, sin lugar a dudas, la más plural que cualquier gobierno de una entidad federativa del país ha tenido. Pretender descalificar a priori persentándola como resultado del ``amiguismo'' constituye una falta tremenda de objetividad.
En el nuevo gobierno participa también parte de una generación que ligó su destino a la transformación política de México. Se trata de una generación que optó por participar en la izquierda como un modo de vida, que es heredera del movimiento estudiantil-popular de 1968, que en lugar de incorporarse a la administración pública por la vía de negociar sus convicciones o de convencerse de la inutilidad de la ruta oposicionista, apostó a construir un movimiento social y una fuerza política de alternativa para, desde ella, alcanzar el poder. Esta generación tiene tras de sí una enorme experiencia política y un gran capital ético. Apostó por el cardenismo cuando otros veían en él un resabio del pasado o le recomendaban a su dirigente retirarse de la vida política para convertirse en un líder moral. Las opiniones que señalan su aparente inexperiencia en tareas de gobierno ignoran tanto, que el desconocimiento del país real de los modernos yuppies -que asaltaron el poder con Salinas armados con sus posgrados adquiridos en el extranjero- era mucho mayor que el de esta generación, y que los partidos y movimientos sociales que ellos construyeron son laboratorios y escuelas de gobierno.
El nuevo gabinete será observado con lupa. Enhorabuena, que así sea. La transparencia y rendición de cuentas de los gobernantes sólo funcionan si los gobernados lo exigen. La democracia, después de todo, es mucho más que elecciones justas y libres.