Si me convocara una imaginaria agrupación de críticos para presentar una valoración estrictamente personal acerca de los trabajos cinemáticos más significativos de la 30 Muestra, no dudaría en entregarles el siguiente texto, a propósito de cuál fue la mejor película, el mejor director, el mejor actor, la mejor actriz, la mejor fotografía y la mejor música. Iniciemos nuestra valoración señalando que debería entregarse la áurea ``Cabeza de Palenque a la Mejor Película'' a La mirada de Ulises (1995) de Theo Angelopoulos. Tomo tal decisión, no por imitar a los responsables del Festival Internacional de Cannes que otorgaron al realizador ateniense en aquel año non dos importantes premios (Jurado y FIPRESCI), sino por la conmoción que me causó ver en la pantalla la épica restructuración del cantar homérico, durante el cual el posmoderno Ulises (Harvey Kietel) recorre y fatiga nuevos caminos, como son los del cine (materiales realizados en 1905 por los hermanos Manakias), los de la feminidad (mujer prototípica) y los de la destrucción (conflicto en Bosnia).
Antes de tomar la decisión en favor del ateniense, valorice otras tres películas: El libro de cabecera, El cartero entra sin llamar y Viaje al principio del mundo. Descarté la primera, de Peter Greenaway, debido a su excesivo esteticismo que disuelve en un inútil trajín de formas y colores fundamentales pasiones humanas. Me alejé de la segunda porque el filme del noruego Sletaune es excesivamente localista. Y de la tercera, aquella debida a Oliveira, por un motivo emocional: ``Vale más Ulises que Manoel'', el viajero portugués. Evidentemente, la ``Cabeza de Palenque, al Mejor Director'' giró alrededor de aquellos mencionados anteriormente, sin dejar de pensar un sólo instante en cineastas como Robert Altman, Pedro Almodóvar, Woody Allen y Billie August, cuyas habilidades técnicas y narrativas son mundialmente apreciadas.
Finalmente decidí que el premio al mejor director de la Muestra era necesario entregárselo al británico Peter Greenaway por su apasionada preocupación por utilizar el discurso de las imágenes en movimiento de una manera diferente más allá de los habituales recursos de la cinematografía actual. Y para continuar esta discutible valoración, me pregunto una y otra vez, ¿quién fue el mejor actor de la 30 Muestra? ¿A quién debo proponer para recibir la codiciada Cabeza de Palenque?
De inmediato surge un nombre Harvey Keitel, el Ulises de La mirada... Pero también aparecen otros, por ejemplo, Harry Belafonte encarnando a Seldom Seen en Kansas City, Ulf Friberg, el Ingmar de Jerusalem; Robert Skaerstad, el peor cartero del mundo; Yoashi Oida, el editor homosexual de El libro..., Ian Halm, el seductor abogado Stephens de Dulce Porvenir, la estremecedora cinta de Atom Egoyan; Sacha Bourdo, como Nino, el infatigable viajero de Western. Después de una lenta rebúsqueda me inclino por el ruso Bourdo, él debe recibir el premio al mejor actor. ¿Y quién como la mejor actriz? Acaso la cubana Yuliet Ortega, quien obliga a Marcovich a preguntarse, ¿quién diablos es Juliette? Quizá la oriental Vivian Wu quien encarnó a la ``calígrafa'' Nagiko en el filme de Greenaway, o tal vez la versátil Maia Morgenstern que dio aliento una y otra vez a las mujeres de Ulises, bajo la suspicaz mirada de Angelopoulos, o Marisa Paredes, la novelista rosa (Amanda Gris) de vida negra (Leo Macías) que creó y recreó Almodóvar en La flor de mi secreto, o Jennifer Jason Leigh, la secuestradora Blondie de Kansas City.
Acorde con innúmeras pulsiones entregaría el premio a Marisa Paredes tal y como lo hizo en 1997 la Asociación de Cronistas del Espectáculo de Nueva York. Y para terminar, una postrera evaluación a propósito de la mejor fotografía y la mejor música.
Para ``Cabeza a Mejor Fotografía'', propongo a Yorgos Arvanitis y Andreas Senanos por su memorable trabajo en color y blanco y negro para La mirada..., sin olvidar a Jorgen Persson, aquel que recogió imágenes inolvidables para Jerusalem, ni a Sacha Vierny el barroco organizador visual de El libro... ni a Carlo di Palma de Todos dicen que te amo. Ahora bien, para ``Cabeza a la Mejor Música'' propondré hoy y siempre a Hal Willner, coordinador de los números jazzísticos de Kansas City.
Hasta aquí los galardonados, que en caso de haber una premiación real obtendrían las seis ``Cabezas de Palenque'' antes mencionadas.