Bernardo Bátiz Vázquez
Tres puntos del IVA
El viernes 5 de diciembre, en una tormentosa sesión en la que los priístas ``tomaron'' la tribuna de la Cámara de Diputados, jalonearon a los jóvenes de seguridad, empujaron a presidente y a secretarios, y sólo les faltó agregar a su gritería enarbolar cadenas y garrotes, se aprobó por mayoría no muy alta, pero definitiva, que se disminuyeran tres puntos porcentuales al Impuesto al Valor Agregado (IVA), con lo que bajaría del 15 por ciento, que ahora pagamos, al 12 por ciento; esta reforma fue ya echada atrás por el Senado, en donde aún prevalece la voluntad presidencial.
Pero lo notorio de este asunto ha sido la reacción del gobierno ante la sola posibilidad de la rebaja, que ha sido verdaderamente extraordinaria; pareciera que con esos tres puntos del IVA, el talento económico de nuestros gobernantes y sus consejeros de finanzas harán maravillas.
Según diversas fuentes y voceros del sistema, los efectos de la disminución del impuesto serían: el aumento de la deuda pública, la disminución del gasto social, la supresión del subsidio a la tortilla, el aumento de los precios de la gasolina y diesel, y otros más; todo un desastre nacional por bajar tres puntos al IVA.
Es maravilloso lo que se puede hacer con estos tres insignificantes puntos de uno solo de los diversos impuestos que paga el pueblo de México para los gastos del gobierno, ¡qué no podrán hacer con el 15 por ciento completo!
La verdad es que la exagerada publicidad en contra de la reducción del IVA es contradictoria e irracional; bien se puede bajar la base y, como lo ha propuesto la oposición en la Cámara de Diputados, encontrar por una parte diversos renglones en los que hay gastos suntuarios, despilfarros, pago de ``aviadores'', de bonos y otras gratificaciones a los altos funcionarios, y por otra aumentar los ingresos cobrando debidamente a todos los que tienen que pagar y actualmente eluden sus obligaciones fiscales.
Se dice --habrá que comprobarlo-- que la disminución de tres puntos del IVA significaría la baja de los ingresos públicos en una cantidad de 18 mil millones de pesos, pero no se ha dicho, por ejemplo, que una cantidad casi igual es la destinada al rescate bancario; sin ser economista se puede aprender qué es lo que le preocupa al gobierno y qué no.
Los argumentos a favor de la baja del IVA son muy variados: uno de ellos que salta a la vista es que se aliviaría, así sea en mínima parte, el alto costo de la vida; hay pequeños comercios, viejos oficios, como zapateros, plomeros, electricistas, que podrían pagar una renta pero que el gravamen del 15 por ciento sobre ella les impide cubrirla y prefieren entonces ser trabajadores ambulantes, laborar desde sus hogares y no instalarse; en buena parte el comercio ambulante se gesta de la imposibilidad de cubrir con el recargo del IVA diversos gastos que tendrían que pagar si se instalaran legalmente.
Por otra parte, cada peso que los mexicanos dejáramos de pagar al gobierno, lo podríamos o bien ahorrar, o bien gastar en otras adquisiciones y servicios diversos y entrarían así a la circulación los millones de pesos que no recibiría el gobierno directamente, y que, al circular, generarían mayor actividad económica y a la vez aumento de impuestos.
El gobierno ha exagerado su propaganda contra la baja del IVA y simplemente ahorrándose las campañas en radio y televisión, podría iniciar el plan de austeridad que permitiría que los mexicanos pagáramos un poco menos del impuesto y el gobierno despilfarrara un poco menos.