Octavio Rodríguez Araujo
Propuesta a Zedillo

A Ricardo Rocha, por su valiente programa sobre Chenalhó

Es versión común entre ciertos sectores de gobierno que en éste hay una línea dura y otra blanda, los malos y los buenos, los intransigentes y los democráticos. Con base en esta versión se dice que el presidente Zedillo, entre otras cosas por insuficiente experiencia política (pues ésta apenas la ha tenido de cuando era secretario de Educación a la fecha), no sabe bien a bien qué hacer en el caso de Chiapas, pues se debate entre los duros y los blandos que --se dice también-- no son fuerzas despreciables.

Aceptando sin conceder que ése fuera el caso, la cuestión se resuelve con facilidad: que el presidente se asuma como tal y que se imponga como el jefe del Ejecutivo federal que es, como el titular de la institución presidencial en un régimen todavía presidencialista, como comandante en jefe de las fuerzas armadas y como líder de su partido.

Aunque en realidad no creo que el presidente se encuentre entre duros y blandos sin pertenecer a alguno de los dos bandos, que desde luego existen, el hecho es que su poder presidencial -en relación con Chiapas- no se nota o, en sentido contrario, la política que se está siguiendo en ese estado es dictada desde Los Pinos y no, como quieren creer los blandos, desde las supuestas esferas de los duros.

Un análisis cuidadoso y objetivo de la situación en Chiapas nos revela lo siguiente: el EZLN ha dado muestras de querer avanzar en la paz con iniciativas políticas de indudable contenido civilista: la Convención Nacional Democrática, la Consulta por la Paz y la Democracia, la formación del Movimiento para la Liberación Nacional, la intención de formar el Frente Zapatista de Liberación Nacional, la aceptación del diálogo con el gobierno, la firma de acuerdos con éste (febrero de 1996), la aceptación de la propuesta de reformas constitucionales de la Cocopa, la negativa hasta ahora de caer en las mil y una provocaciones armadas en las regiones de Los Altos y las Cañadas y otras que largo sería mencionar en detalle.

Por contraparte, el gobierno ha dado señales inequívocas (discursos aparte) de una guerra clara de contrainsurgencia en estas regiones (cerco militar y división de las comunidades, expulsión de habitantes de sus pueblos, invasión militar -sin sustento legal- de ejidos y comunidades), no aceptación de la propuesta legal de la Cocopa, declaraciones absurdas de intentos de ``balcanización'' por parte de los zapatistas y, por si no fuera suficiente, tolerancia, si no auspicio, de guardias blancas y de grupos paramilitares a todas luces ilegales y contra los cuales no se hace nada para someterlos al orden y a la constitucionalidad.

Mi propuesta para este fin de año es sencilla: Si acaso es cierto que en el gobierno hay duros y blandos, que el presidente Zedillo se asuma como lo que es y que gobierne en todo el país y para todos los mexicanos y, por lo tanto, que se imponga sobre los grupos que, en esta hipótesis, no le hacen caso. Esto significa que dé instrucciones al Ejército bajo su mando para que someta a quienes violan la ley poniendo en peligro el orden constitucional y la paz pública, es decir a los grupos paramilitares y a las guardias blancas que hasta la fecha actúan impunemente en Chiapas. (Se recuerda que el EZLN está protegido por la Ley del Diálogo mientras éste no se rompa y que los otros grupos mencionados no tienen ninguna ley que los proteja y que su existencia no es sólo responsabilidad del gobierno local sino también del federal).

Atender una propuesta como la precedente sería una señal, por parte del gobierno, en favor de la paz, de intención de negociar con el EZLN y, por supuesto, de buena voluntad para que los civiles de Chiapas puedan vivir con normalidad y sin sentirse amenazados por militares, paramilitares y bandidos pagados por finqueros y tolerados por las fuerzas públicas de Chiapas.

Otra señal sería que Zedillo se defina si de veras quiere soluciones políticas y no militares ni de terror para el caso de Chiapas, y en caso afirmativo que actúe en consecuencia y que acepte la propuesta de la Cocopa sobre derechos indígenas que, como bien se sabe, es una derivación lógica de los acuerdos que el gobierno firmó con el EZLN