Cada quien se refiere inevitablemente a la cruz de su parroquia, es decir, a su experiencia. Para alguien de mi edad, el reportaje de Rocha: Chiapas, testimonio de una infamia, evoca forzosamente un clásico de la última guerra mundial: Nuit et brouillard (Noche y niebla), incluso en lo físico de la obstinada neblina de lodazal de los disidentes de Chenalhó. Quienes los miraron, aun con la emoción que traicionó noblemente a Rodolfo Guzmán cuando se le quebró la voz al ser preguntado (él fue el autor de un artículo bien documentado de los primerísimos Proceso intitulado ``Chiapas, nuestro Puerto Rico''. prueba de que nada ha mejorado en dos décdas), no se dieron cuenta de que tan sólo vieron la punta del iceberg. No han presenciado la caceria humana de los refugiados en las calles de San Cristóbal, no tienen a hijos o ahijados adolescentes padeciendo el entrenamiento militar sasonado de pornografía y prácticas sexuales para dar la prueba de que son capaces ``como hombres'' de empuñar y usar armas, no tuvieron que tributar dolosos botines de guerra, no sufren por una esposa (cuando no logró huir) esperando en la cárcel pueblerina que el marido desplazado regrese o mande la multa impagable de diez mil pesos, no tuvieron que humillarse afiliándose al PRI para tener derecho de atender su parcela, no vieron saqueados los camiones y el trabajo colectivo de años en la productiva coopertiva de Majomut.
Nuit et Brouillard es el relato del último de los cuatro años que duró la Résistance. En 1944 en Europa, la gueurrasicológica llegaba a su clímax. Las estrategias de psicología de masas de Goebels manejaban la prensa, orquestaban el rumor, operaban linchamiento informativos y sociales para hacer creer que en el maquis (es decir los que, en el monte de la resistencia, ``son montaña, los que en la noche andan'') estaba derrotado, desanimado, que los rebeldes desertaban, que eran desleales al pais, además de terroristas e intransigentes. La policía de Papon, para que no se manche el ejército de ocupación, ejecutaba el trabajo sucio de represión y saqueo. La milice de Darnan, es decir los paramilitares del gobierno local de Vichy, acosaba a miles de ciudadanos anónimos que eran ``tan soólo una sombra arrastrándose entre la niebla y la oscuridad de la montaña'' en los maquis del frondoso Vercors y de los Altos de Glieres, y quemaba los pueblos colindantes de estos ``montes'' de rebeldia, como en Oradour, ahora símbolo de la inhumanidad de los paramilitares, de la hipocresia de los gobiernos autoritarios, y del peligro siempre latente de tropas de ocupación. Después de cuatro años de lucha, lo que ya se llamaba ``la liberación nacinal'' estaba en puerta. La política del crimen y de la exterminación vino a ser la última trinchera de la des esperación oficial para frenar el cambio.
Lo que pasaba es que en 1944 en Europa, pese al desgaste de cuatro años, la conciencia habia escogido su bando y estaba dispuesta al heroismo para que terminara por triunfar la dignidad. Para tomar referencias menos extrañas y más locales, las del Chiapas de 1813, cuando el obispo Ambroiso Llano hacia ante Matamoros y el gobierno las veces de don Samuel hoy en día, podemos recordar el parte de guerra del Capitán Dambrini conservado por el prelado: dictó lacónico: ``aquí, hasta las piedras son insurgentes''. El cura de la cátedra escribe al obispo (quien estaba en Tila, ¡qué casualidad!): ``antes de posesionarse de una ciudad, los insurgentes ya mandan en la mente de sus habitantes''. Esto último, que podría ser una cita del manual de ``la guerra irregular'', vocabulario nacional de la importada guerra de baja intensidad, precisamente es el blanco de los esfuerzos para combatir sin armas, ``sin romper la tregua'' (?), con paramilitares de por medio.
Lo anterior podría ser una primera figura explicativa: Rocha nos presenta la última tentativa desesperada para matar al pez quitándole el agua de la sociedad civil que lo nutre pese ala propaganda. Otra figura más prosáica sería la inminencia de la campana electoral local de 1998, es decir ``los tiempos políticos de Chiapas'' que preocupaban al Comisionado Coldwell. El PRI de Chinalhó se desprestigió irremediablemente con su Presidente Municipal substituto (quien era síndico, es decir, siendo la persona competente para resolver la cloaca de los cadáveres encontrados en el fondo de una cima entre tarántulas que se alimentaban de ellos, le dió carpetazo); sus afiliados, para no sufrir tanto como la bases de apoyo, también deben huir si no quieren dar cooperaciones deshonestas a los paramilitares o ser baleados. ElPRI, nacional y local, no logra remontar la cachetada del 6 de julio. Cuando regresaron los 1,111 del distrito federal, los miles que acudieron desde Chenalhó a recibirlos son virtuales votantes peligrosos. Entonces, lo que ya no se puede aceptar limpiamente se gana de manera sucia, como las últimas elecciones del distrito de Chenalhó que dieron la diputación a un maestro de SOCAMA con solamente 6 de las 18 casillas por quemadas las 12 restantes.
Otra figura, más global (que viene al caso porque otras 34 guerras civiles de nuestro mundo neoliberal aquejan por doquier a otros Chenalhó, alideradas por paramilitares, como en Urabá, Colombia), es la que presesnta Pablo González Casanova:``En la situación actual predominan las políticas y estructuras destinadas u orientadas a neutralizar a grupos e individuos para que dejen de luchar por los intereses generales. El nuevo Leviatan de Hobbes, al igual que el antiguo, deja como única alternativa la barbarie. Exige sumisión al `nuevo orden' del capitalismo global, so pena de Somalias o Sarajevos. Impone el `poder capaz de someter a todos' o a la destrucción de unos por otros'. Se entrematan''.
La planta mayor del COPARMEX chiapaneco se ofuscó con el video de Rocha, proque ÄdiceÄ desanima a los inversionistas que tanto necesita el EStado, y tiene la parcialidad de ver sólo un lado de la noticia. Como no entran sus `grand marquis' en la brecha de Majomut, regada por la sangre de algunos muertos, no saben que, al pie de la toma de niebla que filmó don Ricardo, los paramilitares aruinan un negocio indígena millonario en dólares: una brillante cosecha de 20,000 quintales de café organico de altura; que el otro lado que no quieren ver los empresarios, es la escandalosa quiebra de convenios internacionales de exportación que ya empezaban a resolve los problemas económicos de Chenalhó, pero sin la mano oficial, de manera autónoma lo que no tiene perdón.
Entre las ruinas humeantes del pueblo quemado de Acteal, en las calles desiertas de Tzanembolom con todas sus casas abandonadas y sus cosechas saqueadas,``hasta las piedras y las cenizas son insurgentes''. En cuatro años de administrar el conflicto en vez de resolverlo con diálogo, lo ``que manda en la mente de los habitantes'' es una rebeldía ue no se rinde y, entre noche y niebla vislumbra el amancer de otra sociedad y de un nuevo país.