80% de policías, sin aptitud física para detenciones en flagrancia
Bertha Teresa Ramírez Ť En desventaja física frente al hampa por no contar en 80 por ciento de los casos con las condiciones físicas que se requieren para detener delincuentes en flagrancia, remando contracorriente, mal pagados y en medio del desprestigio, los 35 mil agentes del equipo policiaco del Distrito Federal tienen la exigencia de defender una ciudad que ni siquiera sienten suya, ya que 60 por ciento de ellos vive en el estado de México.
El nuevo secretario de Seguridad Pública, Rodolfo Debernardi Debernardi, exigió el martes pasado un compromiso definitivo de parte de los uniformados para abatir la ola de delincuncia que afecta a la urbe, pero el reto más fuerte para cumplir dicha exigencia será remontar el perfil actual de la policía capitalina.
El diagnóstico no es alagüeño. Los policías enfrentan baja moral, indisciplina, falta de profesionalización, anarquía administrativa, mínima escolaridad, corrupción, apatía, falta de interés para participar en cursos de actualización y, aún más, el cuerpo policiaco ha comenzado a envejecer y con ello los males de salud han aumentado: 12 por ciento de ellos son hipertensos, 15 por ciento padece diabetes, 80 por ciento no cuenta con los requerimientos físicos para detener delincuentes sorprendidos en el momento de cometer delitos debido a problemas de peso, avanzada edad o, simplemente, por falta de interés, revela un análisis de la pasada Comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativa del DF.
Las carencias económicas también envuelven la situación de los guardianes de la seguridad pública; de acuerdo con un informe de la Caja de Previsión de la Policía Preventiva, 100 por ciento de los agentes solicitan créditos a esa institución para subsistir durante el año, debido a su bajo salario; 97 por ciento de los préstamos solicitados son para apoyar el gasto diario y sólo 3 por ciento para apoyar otro tipo de erogaciones como la compra de alguna vivienda.
Un estudio realizado por la pasada administración arrojó dentro de la problemática de corrupción, la existencia de la dádiva y el cohecho promovida y estimulada por los diferentes escalones de mando, la obligatoriedad del pago por faltas de permisos, vacaciones y cobro por asignaciones de servicios; exigencia en la entrega de cuotas fijas asignadas en forma semanal, quincenal o mensual, lucro en la asignación de plazas y en la entrega de uniformes; falta de información a la ciudadanía para enfrentar a los malos policías, procedimiento impráctico para el cobro de multas por infracciones, remuneración inadecuada.
Dentro de la falta de profesionalización se encontró falta de vocación en el servicio y pérdida de valores éticos y morales; carencia de adiestramiento, mínima escolaridad en una gran proporción de los efectivos, carencia en el personal de una cultura de prevención de los delitos.
Existe, además, anarquía administrativa caracterizada por la improvisación, falta de control de los recursos humanos para el desarrollo del personal, falta de mantenimiento preventivo y correctivo a inmuebles en sectores, agrupamientos y oficinas administrativas, deficiente mantenimiento preventivo y correctivo de inmuebles, equipo de seguridad y armamento en mal estado, obsoleto e insuficiente; deficiente abasto de medicamentos y desorganización en los servicios médicos asistenciales; desorden en el manejo de los recursos financieros, deficiente calidad e higiene en la prestación de los servcios de alimentación y carencia de un sistema de archivo de expedientes confiable.
El ex presidente de la Comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativa, Pedro Peñaloza, señaló que a la policía ingresan dos tipos de personas: quienes no encuentran trabajo en la industria de la construcción y quienes provienen de la delincuencia, ``lo que hace más notable el analfabetismo y el obstáculo que impide acabar con los vicios, deficiencias y arbitrariedades de la policía capitalina''.
La baja escolaridad es un problema fundamental, a pesar de los esfuerzos por superar el lastre del analfabetismo, según datos proporcionados por el anterior gobierno capitalino, como resultado de cursos educativos a través de un convenio con el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, actualmente, de un total de 35 mil agentes policiacos, entre los que se cuentan los que operan en las calles y en las áreas administraivas, 17 por ciento cuenta con primaria, 51 por ciento con secundaria, 19 por ciento con bachillerato, 6.4 con licenciatura. 4.6 con licenciatura, 1.5 por ciento no tienen ningún tipo de estudio y 0.31 por ciento cuantan con posgrado.
El ex asambleísta Rafael Luviano señaló que según la información con la que contó la Comisión de Seguridad de la pasada Asamblea de Representantes, 13 por ciento de los policías contaban con secundaria, mientras que tenían la primaria concluida 25 por ciento; 62 por ciento enfrentaba baja escolaridad (es decir, ni siquiera la primaria concluida).
Señaló que 60 por ciento de los agentes que vigilan las calles del Distrito Federal no viven aquí, sino en los municipios conurbados, principalmente en Ciudad Netzahualcóyolt, Chalco y Ecatepec. Aseveró que 40 por ciento de la policía ha comenzado a hacerse vieja, 12 por ciento son hipertensos y 15 por ciento padecen diabetes.