El grupo priísta en el gobierno, gracias a su control mayoritario de la Cámara de Senadores, impidió una pequeña reducción de tres puntos porcentuales al Impuesto al Valor Agregado (IVA) propuesta por el PAN, PRD, PVEM y el PT, y que fue bandera de estos partidos en las elecciones últimas. De esta manera, el presidente Zedillo venció a la oposición y sus propósitos de beneficiar, así fuera mínimamente, los intereses de la mayoría del pueblo mexicano. Para imponerse en esta confrontación (``las vencidas'' de que habló el Presidente hace tres semanas), el doctor Zedillo desde el principio estaba seguro de sus resultados: de entrada contaba con la incondicionalidad del grupo priísta en el Senado; allí bloquearía la decisión adoptada en la Cámara de Diputados donde la oposición, en este importante asunto, iba a votar unificada.
Pero, entonces ¿por qué la escandalosa ofensiva publicitaria del gobierno, encabezada por el Presidente, para rechazar, descalificándola con amenazas de catátrofe económica y chantajes políticos, la propuesta de los partidos de oposición? Seguramente no era por la reducción de 18 mil millones de pesos de ingresos que dejaría de percibir la Tesorería federal por la disminución de tres puntos al IVA. Esa cantidad es muy inferior a los subsidios gubernamentales previstos para 1998, destinados a beneficiar a los banqueros o a los concesionarios de las carreteras de cuota en cuyo rescate acudió el gobierno. El próximo año el gobierno dará, además, aportaciones adicionales al IMSS por 26 mil millones, porque esa institución de seguridad social dejará de percibir una cantidad semejante que son los fondos de pensiones que hasta julio último manejaba y ahora se van a una docena de empresas privadas, las administradoras de fondos de retiro (Afores).
Los diputados de la oposición no son aventureros irresponsables. Al hacer la propuesta de reducción del IVA, no únicamente respondieron a un mandato del electorado que el 6 de julio respaldó con su voto su ofrecimiento de trabajar por cambios en la orientación económica gubernamental. Hasta el momento esa política se realiza principalmente en beneficio de los hombres de negocios, aunque a nombre de la eficiencia en el funcionamiento del sistema y con la promesa, mil veces repetida desde el gobierno de Miguel Alemán, de que en el futuro la prosperidad, el crecimiento va a derramarse para beneficiar a los asalariados.
Los diputados de la oposición no propusieron cambios de fondo al rumbo económico --algunos, los del PAN ni siquiera se lo proponen y los legisladores del PRD no tienen ni la unidad interna, ni la claridad pero sobre todo la fuerza política para hacerlo. Por eso hicieron propuestas para evitar que la reducción del IVA afectara las cifras macroeconómicas del gobierno. Sin embargo éste desoyó los elegatos, pues para Zedillo y su equipo y las altas cúpulas empresariales y financieras, el asunto es de principio. Aunque la propuesta de la oposición en este caso (reducción del IVA) no afectara sustancialmente las cifras de la macroeconomía, el Presidente quiso dejar claro desde esta primera confrontación con una Cámara sobre la cual no tiene el control, que la ``necesidad'' económica, en este caso su estrategia neoliberal, está por encima de la política y del voto ciudadano. La economía, según este enfoque, es coto privado de los financieros, inversionistas nativos y extranjeros, y de sus operadores y socios los tecnócratas con posiciones dominantes en el gobierno.
Como afirmamos hace tres semanas, en esta confrontación, no económica sino política, hay algo esencial: la determinación de los límites de la democracia, el valor del voto ciudadano, la correlación de los poderes Ejecutivo y Legislativo, el lugar mismo de la política. Por ahora, merced a la correlación de fuerzas existente, el presidente Zedillo y su gente se impusieron, pero ya no convencen y sufrieron un desgaste político que la gente les va a cobrar en el futuro, digamos en el año 2000. Pero además, las cosas no van a cambiarse sólo en la lucha política dentro de las paredes del Legislativo. En la Cámara, el llamado G-4 es frágil. En algunas cuestiones esenciales, el PAN es un aliado potencial del gobierno como se vio el jueves al votar junto con el PRI la Ley de Ingresos. Se requiere, pues, una sólida y activa participación social para avanzar a la democratización de las decisiones económicas.