En la Conferencia de Kyoto, Japón, de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se acaba de aprobar un protocolo, sin que aquí se le haya dado la importancia debida.
Un punto medular del protocolo es el compromiso de los países tradicionalmente más industrializados de comprometerse a reducir sus emisiones de gases de efecto de invernadero (para los que se usa la abreviatura GEI). La Unión Europea los reducirá a 8 por ciento menos que sus emisiones de 1990, Estados Unidos a 7 por ciento menos, Japón a 6 por ciento menos que en 1990, y cada país de este grupo tiene asignado un porcentaje. Como desde 1990, en la mayoría de los casos, las emisiones han aumentado, el porcentaje de reducción frente a las actuales será mayor que los mencionados. Estos países son los del Anexo I del Convenio Marco sobre Cambio Climático, o abreviadamente del Anexo I, y en ellos se origina la mayor parte de las emisiones de estos gases.
Las proporciones de los GEI han aumentado en la atmósfera del planeta de manera importante con el desarrollo industrial, y en particular con la generación de energía con combustibles fósiles. El bióxido de carbono ha subido de 280 a 350 partes por millón; el metano, cuyo efecto en el calentamiento global es 21 veces mayor que el del compuesto anterior, de 0.8 a 1.7 partes por millón, o sea, a más del doble; y el óxido nitroso, de 288 a 310 partes por mil millones. Las consecuencias: mayor inestabilidad climática, sequías en unos lados e inundaciones en otros, aumento en el nivel medio de los océanos y otras.
Los países que no están en el Anexo I no asumieron este tipo de compromisos; pero se planteó que presentarían un plan, por país, de medidas para hacer frente al problema. Los países que tienen más emisiones de GEI por quema de combustibles fósiles y no están en el Anexo I son, en orden decreciente de emisiones, China, India, Polonia, Corea del Sur y México. Resulta que el Senado de Estados Unidos ya había declarado que no iba a ratificar el protocolo a menos que éste y otros países asumieran compromisos para frenar sus emisiones de GEI. Y una vez que se anunció la aprobación del protocolo en Kyoto, la Casa Blanca anunció que, antes de enviarlo para su ratificación, obtendría de estos países esos compromisos.
De hecho, ese proceso ya se inició. La compra, por China, de un paquete importante de plantas nucleoeléctricas (que no producen GEI), anunciada durante la visita del jefe de gobierno chino a Washington, es un ejemplo. El cambio climático, pese a protestas públicas en Estados Unidos de compañías petroleras, del Wall Street Journal y de otras entidades cuya actividad genera GEI en abundancia, se convirtió hace poco en un eje de la estrategia del gobierno de ese país. Además de los resultados ambientales y el efecto político que éstos puedan tener, esa estrategia promueve exportaciones y apunta a aumentar la presencia de ese país en el escenario internacional, especialmente en los mencionados países, a los cuales se ha desplazado buena parte de la industria y de la inversión estadunidenses.
Sería un error ignorar la situación en la que nuestro país está inmerso. Por un lado, a medida que emitimos más gases de efecto invernadero, emitimos también otros contaminantes. Además, estos GEI son los causantes de las inversiones térmicas, que evitan la disipación de los otros contaminantes y agravan la contaminación local del aire. Por otro lado, si se nos impone la adopción de medidas, no es muy juicioso esperar a que simplemente nos vendan equipos, sobre todo ahora que, cada mes y desde julio, nuestra balanza comercial es crecientemente negativa.
Lo más racional en estas condiciones es aprovechar la situación para iniciar ya la conversión de nuestra planta energética e industrial a un uso creciente de energía de veras limpia (agua, viento, sol, celdas de hidrógeno para cuando se complete la transición tecnológica), y no sólo a la menos sucia (gas), que emite GEI en cantidad, además de precursores del ozono. También es necesario analizar las posibilidades de participación nacional, y desarrollarlas.