Masiosare, domingo 14 de diciembre de 1997



EL SONORO RUGIR


La profesora en problemas


Elba Esther Gordillo se deshizo de las hojas de su discurso, acortó sus frases y aguantó. El 80 por ciento del auditorio le regalaba una sonora silbatina, acompañada de gritos: ``¡Fuera, fuera!''. Entre los gritones estaban los maestros de la CNTE, algo natural. La profesora Gordillo los ha capoteado más de una vez. Pero en la inauguración del congreso de educación -celebrado hace un par de semanas en Veracruz-, una buena parte de los institucionales decidió unirse a las muestras de repudio de la disidencia. Es decir, a la profesora la abuchearon sus propias huestes.

Para el SNTE vienen tiempos agitados. En marzo próximo se renueva su comité nacional y las fuerzas internas están desatadas.

La maestra, desde la CNOP, está tratando de reconstruir su poder estado por estado, mientras el coahuilense Humberto Dávila Esquivel, actual secretario general, está copado por un grupo de líderes que añoran los tiempos del hombre fuerte Carlos Jonguitud.

La división es seria. Y Elba Esther buscará impulsar a cualquiera de sus dos candidatos: el chihuahuense Alberto Carrillo y su paisano chiapaneco Julio Peralta, ex militante de la CNTE.

Humberto Dávila quiere que su sucesor sea su compadre José del Carmen Soberanis, proveniente de Campeche. Pero el círculo que lo rodea quiere a uno de los suyos: los jaliscienses Jorge Hernández Castillón y Manuel Lares del Toro, o el potosino José Escobedo Coronado.

En enero, con los congresos seccionales, empezará la guerra magisterial.


Indemnización postmortem

Desdichada pero breve fue la existencia de la queretana Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín. Nacida en 1775, prestó su casa en la ciudad de México para que se reorganizaran los transgresores que dirigían la guerra de Independencia cuando, en 1811, Miguel Hidalgo y Costilla fue aprendido en Acatita de Baján. La policía política del virrey descubrió a la conspiradora y la envió a la cárcel, donde Mariana permaneció hasta 1820. No acababa de recobrar su libertad cuando falleció en 1821. Ciento setenta y seis años más tarde su esfuerzo fue premiado con el cheque de Bancomer número 480049, que el ex gobernador de Querétaro, Enrique Burgos García, y el vocal ejecutivo del IFE en aquellas tierras, Rodrigo Gudiño Díaz, expidieron por 600 mil pesos a nombre de ella.

Pero la historia no termina con el descubrimiento de este entuerto, que ya investiga el Congreso local. Hace unos años, en la ciudad capital de Querétaro ``apareció'' un vampiro que ``atacaba'' a los viandantes en las colonias Bolaños y Menchaca. El ex diputado priísta Pablo Olivares González buscó el apoyo de Mariano Palacios Alcocer, gobernador en aquel entonces, para crear una comisión especial que atrapara al vampiro.

El ex diputado no logró su propósito, pero consiguió una chamba. Cuando Enrique Burgos García sustituyó a Palacios Alcocer, el audaz Olivares González fue nombrado director de relaciones públicas del gobierno estatal, un poco debido a sus méritos de cazador, pero sobre todo porque está casado con una prima de Fernando Ortiz Arana, entonces candidato del PRI, y porque es concuño de Ignacio Loyola, a la postre candidato del PAN y actualmente gobernador del estado.

Cuando hace poco se enteró del cheque en favor de la valiente revolucionaria del siglo pasado, en Querétaro al populacho se le ocurrió de inmediato una idea: que el intrépido Olivares González reciba una fiscalía especial para buscar a doña Mariana en Huatulco, donde seguramente estará gastándose los billetes con la Güera Rodríguez.


Diez pesos por piocha

A la bancada del PAN comenzaba a preocuparle que la llamaran la ``atrabancada'', y el pasado jueves decidió votar con el PRI. Felices, los priístas recobraron los usos y las costumbres de otros tiempos, y el diputado José Luis Lamadrid se botó un puntacho con los 50 fotógrafos que acababan de retratarlo junto a Arturo Núñez Jiménez, coordinador del grupo que defiende los colores del ``payaso de las cachetadas'' (o sea del PRI, según Manuel Bartlett).

Lamadrid, sin rubor alguno, exhortó a su compañero, el diputado Carlos Jiménez Macías, a que ``atendiera'' a los fotógrafos, que según él ``se ven muy jodidos''. Los gráficos esperaban una foto de la burbuja priísta, simulando su euforia por el triunfo. Pero Lamadrid, a quien sus colegas priístas llaman respetuosamente Maestro Lama, metió la mano al bolsillo, sacó un billete de 500 pesos y dijo, entregándoselo a quien tenía más cerca: ``Ahí se lo reparten, muchachos''. El ofendido salió del salón de sesiones detrás de Lamadrid y le devolvió el dinero.