René Villarreal
¿Fomento al consumo o a la inversión?
El debate político en el Congreso se ha concentrado en bajar o sostener los impuestos, perdiéndose el análisis de fondo sobre la naturaleza de la política tributaria como instrumento de política económica que permita no sólo allegar los fondos necesarios para el gasto público, sino además desviar la demanda hacia la inversión o hacia el consumo. Nuestro país debate actualmente sobre la posibilidad de bajar 3 puntos porcentuales la tasa del IVA, cuando esto representa un fomento al consumo; la condición de la planta productiva nacional y el desempleo requieren fomentar la inversión productiva, y para esto son necesarios nuevos esquemas tributarios de fomento a la inversión y a la generación de empleo. Es fundamental afinar el papel que la política tributaria juega dentro de la política económica y el desarrollo, analizando sus consecuencias e implicaciones de fondo, antes de ``jugar'' con los niveles de los diferentes tipos de impuestos.
El problema de fondo de la política fiscal no radica en la reducción del IVA o del Impuesto Sobre la Renta (ISR), sino en su papel de promoción del crecimiento y redistribución del ingreso lo que implica evaluar: el tamaño óptimo del gasto público (en México es una quinta parte del PIB, en Estados Unidos una tercera parte, y en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) casi 50 por ciento del PIB) que en el país es de los más bajos del mundo y por lo tanto el reto es cómo incrementarlo con eficiencia productiva y financiamiento sano; la forma de financiamiento del gasto, que no eleve la tasa de interés y desplace recursos de la inversión privada; la asignación eficiente del gasto en las actividades productivas, como la modernización de la infraestructura, la inversión social para el desarrollo del capital humano y los incentivos a la inversión privada productiva que generan crecimiento, empleo y una mejor distribución del ingreso; y sobre todo su papel como política de estímulos e incentivos a la inversión productiva.
Se reconoce la regresividad del IVA para la población de ingresos bajos y medios que al tener que consumir todo su ingreso, por su baja o nula capacidad de ahorro, sus ingresos se encuentran completamente gravados, porque destina al consumo el ciento por ciento de su ingreso; sin embargo, este impuesto es muy eficiente debido a que es fácil de recaudar y difícil de evadir, además de la posibilidad existente de revertir su efecto regresivo con una política de gasto social adecuada y la concreta tasa compensatoria ``0'' de IVA para los bienes de primera necesidad. El ISR brinda la posibilidad de incentivar (no subsidiar) la inversión y la generación de empleo mediante exenciones temporales por reinversión de utilidades, por la generación de empleo y/o inversión en capital humano, lo que incrementa el ingreso nacional y como incentivo (no subsidio) es una transferencia productiva que permite una mayor recaudación fiscal en el futuro.
La estrategia fiscal debe enfocarse al rescate de la política tributaria como un instrumento de fomento a la inversión y el empleo; requerimos por el lado del ISR, una tasa de 35 por ciento y no una reducción ``gratuita'' permanente, sino un descuento temporal, por ejemplo, de 10 puntos porcentuales sólo a aquellas empresas que reinviertan ciento por ciento de sus utilidades y generen cierto número de empleos, proporcional a sus plantillas laborales y/o inviertan en programas de inversión en capital humano.
Transitamos de la etapa de estabilización (1995-1997) a la de formación de capital y el crecimiento en 1998; no podemos fomentar el consumo reduciendo la tasa del IVA, sino incentivar la inversión con exenciones temporales al ISR. Tampoco podemos regresar al Estado mínimo con una reducción del ingreso fiscal compensada por reducciones en el gasto; el problema no debe ser cómo bajar el gasto que compense la caída del ingreso para evitar déficits fiscales, sino cómo incrementar la base tributaria y cómo asignar esos recursos eficientemente al gasto social y recobrar el papel de la política tributaria como un instrumento de fomento al desarrollo