La Jornada 15 de diciembre de 1997

Abandonado, el tesoro arqueológico de occidente

Cayetano Frías Frías, corresponsal, Guadalajara, Jal., 14 de diciembre Ť Negligencia y corrupción han causado, aquí en Jalisco, el abandono del patrimonio arqueológico de la región occidente, con piezas valiosísimas correspondientes al clásico, de los años 900 al 1300, todas dentro del Museo de Arqueología del Occidente de México (MAOM), edificio que desde hace tres años no cuenta con vigilancia.

Juan Gil Flores, director del museo, advierte que las autoridades no toman conciencia de que las piezas que alberga ese recinto son patrimonio histórico de Nayarit, Jalisco y Colima, y que están a merced de ladrones y contrabandistas.

El 7 de octubre pasado ocurrió un robo cometido por un sujeto que seguramente está conectado con una banda internacional de contrabandistas, ya que su lugar de residencia, según confesó al ser detenido, es la ciudad de Chicago, Illinois.

Relata el director del MAOM que, ``providencialmente'', dos elementos de la Policía Municipal de Guadalajara (PMG) se encontraron al ladrón por la calle y les pareció sospechoso que quisiera esconderse cuando portaba dos maletas color negro. Lo interceptaron, y al revisar las valijas encontraron las piezas que había sustraído del museo; notaron que tenían registro y el ladrón tuvo que confesar su robo.

Saqueo y anomalías judiciales

Es tal la indefensión en que se encuentran en el MAOM, que revisando el registro de visitantes, el 21 de enero se encontró que ya había estado allí dicha persona, identificada como Carlos Alférez, seguramente para planear su robo; y tuvo muchos meses para realizarlo con calma. El hurto se realizó como a las 10 horas. El ladrón amenazó con una pistola a la única empleada que se encontraba en el lugar, la amarró y encerró; luego, con toda calma, se dedicó al saqueo de las piezas.

Por fortuna fueron rescatadas por la policía y entregadas al agente del Ministerio Público Federal (MPF). Pero en la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR) empezaron a ocurrir ``cosas raras''. Cuando el reportero preguntó al titular de esa instancia, Luis Fernando Rojas, por el paradero de Alférez, dijo que ignoraba que se hubiera recibido al detenido, y puso en duda que la policía lo hubiera remitido. ``No tengo información al respecto'', aseguró.

Se cuestionó de nuevo a los responsables de la PMG y éstos entregaron una copia del oficio de consignación que enviaron al agente del MPF en turno, junto con el detenido y las piezas arqueológicas que había robado. Ante la evidencia, Rojas tuvo que admitir que sí habían tenido al ladrón, pero que ya había sido consignado al juzgado segundo de distrito.

Bajo proceso con el expediente 213/97, Carlos Alférez, de 30 años, dijo ser mexicano, originario de San Luis Potosí y avecindado en Guadalajara. Consignado sólo por el delito de robo, nunca por saqueo a la nación o algo parecido, fue liberado con una fianza de 100 mil pesos, cifra que contrasta con el valor histórico incalculable de las piezas sustraídas.

Para el 13 de octubre, seis días después del hurto al MAOM, Alférez, quien en un principio dijo tener su domicilio en el 2217 de la W. Melrose de Chicago, Illinois, andaba libre por las calles de Guadalajara. Sólo se presenta cada 15 días a firmar en el juzgado.

-¿Por qué sólo lo procesaron por robo simple? -se le cuestionó a una de las secretarias del juzgado.

-Es que se recuperaron las piezas, no es tan grave -afirmó.

El juzgado contrató a un arqueólogo para realizar un peritaje valuatorio de las piezas robadas, y de esa forma calcular la penalidad en que habría incurrido Alférez para aplicar la sentencia correspondiente. De cualquier manera, ya no pisó la cárcel porque le otorgaron los beneficios que gozan quienes cometen un robo simple.

Irresponsabilidad del secretario general de Gobierno: Gil Flores

El director del MAOM dice no comprender cómo tantos policías vigilan las casas de los funcionarios o son sus guardaespaldas, mientras al museo pueden llegar tranquilamente los delincuentes y llevarse lo que quieran.

``Me extraña que no presten atención a la seguridad, porque todos los museos que he visitado, en todo el país, tienen vigilancia, no nada más custodios de los propios recintos, sino vigilancia de alguna de las policías'', refiere.

Precisa que el MAOM depende del Instituto Jalisciense de Antropología e Historia (IJAH) y, por tanto, el gobierno estatal está obligado a brindarle seguridad, lo cual ``inexplicablemente no hace''.

Recuerda que en 1995, poco antes de las elecciones del 12 de febrero en las que resultó electo el actual gobernador panista Alberto Cárdenas Jiménez, les retiraron dos policías comisionados en el museo, con el argumento de que iban a vigilar en el interior del estado. El primero de marzo asumió el nuevo gobierno y nunca les reintegraron a los custodios, a pesar de que los solicitaron.

Gil Flores agrega que en varias ocasiones se metieron ladrones comunes y sustrajeron el dinero que dejan los visitantes por ingreso, así como una grabadora, pero nunca tocaron el patrimonio arqueológico. ``Debido a eso, decidí por mi cuenta y con mis recursos reforzar la parte alta de las ventilas con herrería, y ya no se pudieron meter''.

Sin embargo, sí lo lograron quienes iban tras el patrimonio histórico, ``y las autoridades siguen sin reaccionar, sin proteger al museo'', comenta.

Añade que luego de ese robo solicitó de nuevo a la Dirección de Seguridad Pública del estado y a la PMG, que le comisionaran por lo menos un guardia, pero en ambas instancias se negaron. Gil Flores externa que acudió ante Raúl Octavio Espinoza Martínez, secretario general de Gobierno, y a quien por ley le corresponde la seguridad en Jalisco.

``En el oficio que le envié, adjunté copias fotostáticas de los periódicos donde estaba la noticia del robo y copias de las negativas de las dos corporaciones policiacas, pero Espinoza Martínez me derivó al alcalde de Guadalajara. Es algo que realmente no entiendo, cómo el estado puede pedirle ayuda al municipio'', dice.

También advierte que, si algún funcionario tuviera a un familiar trabajando en el museo, no le gustaría que llegara un ladrón y lo amagara con una pistola en la cabeza durante 40 minutos, como le ocurrió a la empleada María del Coral Luna Salazar el día del robo.

Gil Flores pide a los funcionarios que reflexionen, pues no sólo están permitiendo el robo de ``páginas de nuestra historia, sino que incluso ``ponen en peligro la integridad física de decenas de niños que a diario acuden al museo''.

Advierte que el director del IJAH, José Luis Razo Zaragoza, ha hecho grandes esfuerzos para que se proteja el patrimonio, pero no ha tenido eco. Se manifiesta sorprendido por ``la poca atención e interés que hay de parte de las autoridades hacia la cultura; en esos términos, ya no sabemos a quién dirigirnos''.

También se manifiesta sorprendido por la actuación de las autoridades federales, que dejaron libre al ladrón, cuando se infiere que detrás de éste puede haber alguien muy importante que trafica con joyas arqueológicas.

``Es desconcertante, no es un delito común sino un atentado contra el estado y la nación, porque se les agravia en su integridad histórica. No saben lo que se llevan, no tienen conciencia del valor de cada una de las piezas'', se lamenta.

Resalta que las piezas robadas son de valor histórico incalculable, por esa razón alguien muy importante debió encargarlas para sacarlas fuera del país y luego venderlas a un coleccionista.

Solicita a las autoridades que ``por favor'' los apoyen. ``No pedimos tanto, son dos elementos para custodiar algo que es del pueblo, que no es mío ni de ellos, sino de toda la nación''.

Pide que se haga un reconocimiento público a los policías Uziel Morales Chávez y Apolinar Ramírez Sánchez, quienes lograron detener a Alférez cuando huía con las piezas, pues se dieron cuenta que contaban con registro y no eran artesanías.

El botín que se recuperó

Los policías le encontraron al ladrón cinco cajetes trípodes de barro, una perra amamantando, un pensador, un par de perros de Colima, cinco hojas de hacha, tres collares de cascabeles, dos pinzas, cinco discos pequeños de metal amarillo y un rectángulo, siete agujas de metal, ocho narigueras de metal y dos anillos de concha.

También llevaba un incensario, tres discos de metal blanco, un disco al parecer de cobre, un cirquero, un guerrero, un chac-mol, un tameme, cinco guerreros, cinco madres, un hechicero, una mujer moliendo, un hombre sentado, una dama con cántaro, un bufón, una cuna, un Tláloc, un hechicero chico y un libro titulado Primer curso de lengua náhuatl.

Esos objetos sustraídos del MAOM, el delincuente manifestó haberlos comprado en Tonalá, pero los agentes policiacos descubrieron los registros y luego confesó de dónde los robó.

Aprovechando que no hay vigilancia, los ladrones ya rondan los alrededores del museo, pues se llevaron una placa de bronce donde estaba el nombre del recinto, y habían derribado un busto de bronce del Dr. Atl, el cual estaba sobre una columna, a espaldas del museo. El busto lo cubrieron con tierra, seguramente para volver por él en la noche, pero el director del MAOM lo rescató con la ayuda de dos policías.

Gil Flores externa su esperanza de que las autoridades estatales se preocupen ante esos acontecimientos y, por fin, se decidan a comisionar policías que custodien el patrimonio de la nación.

Mientras ello ocurre, el MAOM seguirá a expensas del hampa...