Alberto Aziz Nassif
El México mediático

Para nadie es un secreto que los medios masivos de comunicación se han convertido en un gran poder en México. Sin embargo, hay una novedad importante en los últimos años: el espesor de su presencia pública y sus posibilidades de impacto, vinculación y convocatoria se han fortalecido, lo cual ofrece hoy posibilidades inimaginables hasta hace poco tiempo. La reciente experiencia del Teletón, que hicieron los medios con el objetivo de reunir 80 millones de pesos para construir un hospital para niños discapacitados, fue un éxito porque logró reunir más: 138 millones durante las 25 horas que duró el evento. El Teletón fue una muestra del poder que ha logrado ese conjunto que se puede llamar el México mediático.

Desde hace años el país cuenta ya con un complejo industrial y tecnológico mediático muy poderoso, que incluso produce artículos de exportación. Los medios en México son su expresión más masiva. En una investigación reciente la UNESCO ha constatado que a nivel internacional los medios atraviesan por un claroscuro: al mismo tiempo que son los impulsores de mayores flujos de información, están sumamente concentrados en su propiedad, tienen un acceso muy limitado y son los grandes homogeneizadores de los contenidos. En este sentido, los retos a nivel internacional son el logro de una mayor diversidad (pluralismo), más competencia y un amplio acceso.

El México mediático fue durante muchos años la expresión fiel del sistema político y económico del cual se beneficiaba y al mismo tiempo reproducía. En los años setenta eran casi nulos los espacios de libertad y crítica que había en los medios; poco a poco se fueron ganando posibilidades, primero en la prensa escrita, unos años después en la radio y hoy de manera breve en la televisión. La libertad y los espacios de crítica tienen proporciones inversas a los grados de impacto y de influencia, los más consolidados están en la palabra escrita y los menos en la imagen.

Hoy el México mediático necesita transitar por un proceso de cambios profundos, al igual que otras zonas del país. Los medios son demasiado importantes para permanecer al margen de los cambios por los que cruza la sociedad, la política y la vida económica.

Una sociedad cada vez más abierta y plural necesita de medios sensibles, objetivos e incluyentes. Imaginemos las potencialidades que podría haber con otro modelo de medios. De alguna forma, el México mediático necesita ser un contrapeso de crítica y de análisis al ejercicio del poder y dejar de ser el socio cómodo que reproduce y amplifica ese poder.

El Teletón del pasado 12 y 13 de diciembre logró establecer por primera vez en México una alianza entre medios electrónicos y grandes empresas, que no se vio ni cuando los sismos de 1985. Estuvieron, entre otros, Televisa, Multivisión y Canal 40, Radio Centro, Radio Mil, Imer, faltó Televisión Azteca. Durante 25 horas coordinaron sus transmisiones en todo el país y lograron que estuviera muy cerca de ser una `aldea global'. Su causa era indiscutible: nadie duda de la necesidad de ayudar a millones de niños mexicanos discapacitados. Al mismo tiempo, esta expresión mediática permitió ver las capacidades que hoy tienen las redes organizadas de la sociedad civil mexicana.

¿Puede haber otras causas para hacer una campaña como la que se hizo el pasado fin de semana? Una sociedad cada vez más fuerte no puede quedarse al margen de una serie de campañas, por ejemplo contra la pobreza, la inseguridad pública, en favor de la libertad de expresión, por el respeto a los derechos humanos, en apoyo a los enfermos de sida, por la paz en el estado de Chiapas, por un México de leyes, por una mejor educación. Tal vez la pregunta de fondo es: ¿considera el México mediático que los grandes problemas nacionales requieren de su esfuerzo para ser solucionados?

Pero los medios masivos necesitan cambios que se han postergado y que forman parte de las transformaciones políticas en este final de siglo: hay que legislar sobre el derecho a la información; cambiar el régimen de concesiones; potenciar una televisión más abierta y de mayor calidad; abrirlos a la pluralidad de puntos de vista que existen en el país. El reto es lograr que el país real pueda circular por las pantallas de televisión.

Los debates de los problemas nacionales tienen que estar en los medios. Sin un México mediático con la densidad, la apertura y el pluralismo que ya se vive en la nación, todos perdemos y será mucho más complicado digerir y procesar los cambios que todos los días están sucediendo y los que todavía faltan por ocurrir en los próximos meses y años en este turbulento país en transformación.