La Jornada 16 de diciembre de 1997

Hostil recibimiento a Mullor en Tila

Juan Balboa, corresponsal, Jolniextié, municipio de Tila, Chis., 15 de diciembre Ť El nuncio apostólico Justo Mullor García necesitó de cuatro horas para recorrer comunidades del grupo paramilitar Paz y Justicia, donde oró afuera de parroquias cerradas por los priístas y frente a Cristos mutilados, comprobó la invasión de atrios por los cuerpos policiacos del estado y el Ejército Mexicano y pidió a los responsables del conflicto --``directos o indirectos, manifiestos u ocultos, antiguos o nuevos, cristianos o no''-- instalar la paz en Chiapas.

En esos 240 minutos, Justo Mullor se enfrentó en una conversación ríspida con la máxima dirigencia del grupo priísta Paz y Justicia, Marcos Albino Torres y Diego Vázquez Pérez, a quienes acusó de ``ofender'' al papa Juan Pablo II, y pidió en su nombre cesar la violencia y abrir las parroquias que han cerrado en contra de la voluntad de los católicos.

Acompañado por los obispos de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García y Raúl Vera López, el nuncio apostólico llegó al mediodía de este lunes a la comunidad de Jolniextié, corazón del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la zona norte de Chiapas, en donde concelebró una misa, dio la comunión a simpatizantes zapatistas y exhortó a los católicos --``encapuchados o no''-- a no dejar crecer la hierba de la violencia en el estado de Chiapas.

``Justo o injusto, sale sobrando'', le dijeron zapatistas en Tila

El semblante le fue cambiando al religioso conforme recorría las comunidades del municipio de Tila. A las 9:50 horas, la difícil conversación con la dirigencia de Paz y Justicia hizo que su rostro enrojeciera. A las 11:10, los zapatistas lo recibieron en Jolniextié con un ``justo o injusto, el nuncio sale sobrando''.

No hizo caso y alegre brincó las piedras que lo protegían de las aguas de un pequeño arroyo. Empero, la ira lo invadió cuando descubrió un cartel que le pedía que ``se fuera con Zedillo'' y escuchó la palabra del representante de la comunidad de desplazados del Centro Masojá:

``... Nosotros los indígenas, el que sentimos es el peor de toda clase de sufrimiento; no queremos nuncio apostólico que sólo viene por interés económico...''.

El rostro desencajado de Justo Mullor García era evidente, al igual que el nerviosismo de los obispos de San Cristóbal de las Casas. No dejó pasar ni un minuto. Tomó el micrófono conectado a un peculiar portafolios que guardaba una pequeña bocina y, sin mencionar nombre alguno, pidió al indígena que le comunicara a ``quien le ha dicho esta frase, que esto es totalmente falso''.

En las esquinas del atrio de la iglesia de San José, de la comunidad de El Limar, se divisan trincheras ocupadas por elementos de la Policía de Seguridad Pública. En el centro, el edificio de la segunda parroquia más importante del municipio de Tila. A los pies de la imagen de un Cristo negro tirado a la entrada de la parroquia cerrada, cerca de 40 litros de agua de río y unos 20 kilogramos de maíz esperan ser bendecidos. Serán utilizados en las iglesias improvisadas en las casas de cada uno de los católicos.

El párroco de Tila, Heriberto Cruz Vera, le presenta a Margarita Martínez, una de las catequistas agredidas por miembros de Paz y Justicia. Margarita muestra las cicatrices en su cuerpo y denuncia que junto con otros religiosos han sido golpeados, encarcelados y se les han realizado ``juicios sumarios''.

En su camino hacia la camioneta blindada que es conducida por miembros del Estado Mayor Presidencial --que forman parte de un despliegue impresionante de seguridad que incluye a agentes policiacos federales y estatales, además del cinturón de seguridad montado por el Ejército Mexicano-- el nuncio es atajado por la plana mayor de la organización paramilitar, y a partir de ahí se desarrolla una conversación agria:

Mullor preguntó:

--¿ Quién ha cerrado la iglesia?

Intentando evadir la pregunta, el dirigente de Paz y Justicia responde:

--Solamente al pueblo se lo puede preguntar. Yo no puedo decir porque no soy testigo.

El representante del Vaticano insistió:

--Dicen que ustedes la han cerrado.

--Simplemente el pueblo lo puede saber --nueva evasiva.

--Señor, el pueblo estaba ahí conmigo.

Para destrabar el enredo acudió el presidente de Paz y Justicia, Marcos Albino Torres, quien habló de respeto a las creencias cristianas y se autodefinió como un católico creyente. La expresión hizo saltar al párroco Heriberto Cruz Vera:

--¡No es cierto, eso es mentira, ustedes no son católicos!

El obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, interrumpió la conversación y señaló que era claro que no existe una autoridad competente a la cual correspondiera el cierre de la iglesia.

Exhorto a la paz

En su breve intervención en la parroquia cerrada de El Limar y en la misa de Jolniextié, el delegado papal exhortó a los responsables del conflicto a instalar la paz en Chiapas y aseguró que ningún tipo de violencia es conveniente.

``La paz se busca por caminos de paz y adoptando actitudes de paz por parte de quienes pueden y deben hacerlo. Ningún tipo de violencia es apta para la paz. Como hierba maldita, la violencia engendra violencia y crea espirales de violencia (que) como huracanes locos destrozan, no a quienes desde lejos observan su paso destrozando valles y montañas, sino a quienes habitan esos valles y esas montañas'', afirmó Mullor en su segundo día de trabajo.

Este martes, el nuncio apostólico visitará el municipio de Chilón y posteriormente viajará a San Cristóbal de las Casas, en donde sostendrá reuniones con sacerdotes y oficiará misas donde se espera asistan miles de católicos.

El miércoles próximo estará en la ciudad capital de Tuxtla Gutiérrez.