Crece el sentir de que el bloqueo contra La Habana no ha funcionado
Jim Cason y David Brooks, enviados, Miami, 22 de diciembre Ť El odio a Fidel Castro y el apoyo al bloqueo contra la isla han dominado el debate entre la comunidad cubanoestadunidense en esta ciudad, pero ahora un cambio generacional promueve un nuevo panorama con profundas implicaciones para la relación Washington-La Habana.
Circula más ampliamente el sentir de que la política hacia Cuba no ha logrado su objetivo, algo muy subrayado con el simple hecho simbólico de que Jorge Mas Canosa muriera antes que Fidel Castro, y que es hora de pensar en nuevas líneas.
Al mismo tiempo, pese al bloqueo, las relaciones económicas Miami-La Habana han crecido en los últimos años, algo promovido por esta misma comunidad cubanoamericana, la cual en 1996 ha enviado más de 800 millones de dólares en remesas a familiares en la isla --el doble del ingreso de Cuba por exportación de azúcar-- según informes de la ONU.
Además de estos vínculos económicos, un creciente sector de los cubanos recién llegados a Miami y con familias en la isla están cuestionando toda restricción al envío de medicinas y otra asistencia humanitaria, así como en vuelos directos.
``Sí, hay un debate sobre vuelos y asistencia de familias'', reconoce el representante federal Lincoln Díaz Balart. ``Pero no hay ningún debate acerca de sanciones y (existe) un consenso en remplazar a Castro''. En entrevista con La Jornada en sus oficinas de distrito aquí, Díaz Balart señaló que una encuesta reciente había registrado ``un apoyo abrumador a favor de sanciones'' contra Cuba.
Las conclusiones de la última extensa encuesta de opinión entre la comunidad cubano-americana de Miami, que efectúan cada dos años investigadores de la Florida International University, dada a conocer la semana pasada, indica que una mayoría importante aún favorece el bloqueo económico, apoya la ley Helms-Burton como instrumento para fomentar el cambio en Cuba, y, en principio, la acción militar contra el régimen cubano.
Por cierto, hace dos semanas, unas 50 mil personas participaron aquí en una manifestación cuyo mensaje fue que los cubano-americanos respaldan la línea dura de Mas Canosa después de su muerte.
Pero al mismo tiempo, no cabe duda de que la muerte del líder anticastrista cambió para siempre el panorama político en esta ciudad, ya que nadie, tanto aliados como enemigos, descarta que el consenso y el monopolio del mensaje cubano-americano dependían en gran medida de Mas Canosa. Y de cierta manera, su muerte también marca un cambio generacional.
La misma encuesta reveló una creciente divergencia generacional en torno el tema de un diálogo entre Cuba y Estados Unidos: dos tercios de quienes llegaron hace más de 30 años rechazan esta opción, frente a 75 por ciento de los recién arribados, quienes favorece iniciarlo.
``Aquellos que llegaron aquí en los sesenta aún recuerdan las casas que perdieron con la llegada de Fidel, pero los que han llegado en los últimos años no tenían casas que perder, y se fueron porque Fidel no proporcionaba empleos'', explico Alfredo G. Durán, líder del grupo pro diálogo Comité Cubano por la Democracia.
En entrevista con La Jornada, Durán señaló que a esta nueva ola de inmigrantes ``no les importa el asunto de propiedades'', y están más preocupados con empleos y su calidad migratoria aquí. ``Y les gusta escuchar a Rubalcava''.
``La comunidad cubana está cambiando... se tiene casi mil millones de dólares en remesas, más de 100 mil viajando legal e ilegalmente a la isla cada año, y con esto, la estructura política (de la comunidad) está cambiando'', dijo Durán. Estas tendencias, afirma, están abriendo nuevos espacios para impulsar las iniciativas de promoción de un diálogo y una nueva política hacia Cuba favorecidas por la corriente de Durán. Con esto, añade Durán, el Comité Cubano por la Democracia, y otras agrupaciones cercanas, han podido organizar foros públicos sobre alternativas al bloqueo que hace sólo dos años hubieran sido imposible programar.
Además de los cambios generacionales, el propio Durán representa otra tendencia que está marcando un cambio dentro de la comunidad. Este veterano de Bahía de Cochinos y prisionero de guerra en Cuba, dice ahora que ``más y más gente de la vieja generación, como yo, han concluido que la política actual (hacia Cuba) no funciona y que se necesita intentar otra cosa''.
Durán concede que todas estas tendencias todavía son emergentes, y que el poder de los que abogan por una política alternativa aún no se aproxima al de los que promueven el bloqueo.
Señaló que gran parte de la nueva generación que favorece el diálogo no son ciudadanos estadunidenses, por lo que no cuentan con el poder político de su voto.
Así, los cubano-americanos de Miami siguen reeligiendo con amplias mayorías a políticos de la línea dura como Díaz Balart y su colega, Ileana Ros Lehtinen.
Y, en cierta manera, Díaz Balart probablemente tiene razón cuando argumenta que la mayoría de esta comunidad aun apoya la política del bloqueo. En esta capa de la comunidad, al parecer, hay poca paciencia para los llamados ``dialoguistas'', algo que se percibe diariamente en las ondas de la radio local y en los medios impresos.
Por ejemplo, Herelio Matos escribió una carta en El Nuevo Herald en la que sugirió que aquellos que estuvieran cansados de las marchas a favor del bloqueo, o en apoyo de los Hermanos al Rescate, las flotillas y otras expresiones de la línea dura contra Fidel, deberían considerar otra opción: ``¡váyase de Miami!'', propone.
A primera vista, pareciera que en esta recién estrenada era pos-Mas Canosa nada ha cambiado en los últimos 37 años en la comunidad cubanoamericana, la mayoría de cuyo 1.25 millón de integrantes viven en esta ciudad.
Pero hay nuevas voces, y nuevas preocupaciones, y el eterno debate sobre Cuba en las calles de esta ciudad ahora es mucho más complejo. ``Una vez que esta nueva generación obtenga su ciudadanía, esto cambiará dramáticamente'', advirtió Durán. Por el momento, nada y todo ha cambiado.