La Jornada 23 de diciembre de 1997

Padecen hambre mixtecos a más de dos meses del huracán Paulina

Maribel Gutiérrez, enviada, Pinotepa Nacional, Oax., 22 de diciembre Ť Las mujeres de las comunidades de esta región, de pueblos negros e indígenas mixtecos, no tienen qué dar de comer a los niños. Paulina se llevó el poco maíz que habían producido porque también fueron afectados por la sequía, y a más de dos meses del paso del huracán nadie les ha ayudado, y ya nadie se acuerda de los damnificados. Hay desabasto de alimentos y carecen de empleo y dinero para comprar. Por vez primera, las familias de estos poblados padecen hambre. Y el desastre apenas comienza.

Incluso los arroyos, de donde sacaban camarón y pescado en esta temporada del año, ahora ``están limpios'', y las yerbas silvestres que complementan la alimentación se dañaron por el huracán y ahora causan enfermedades a quien las come.

Los hombres no tienen dónde trabajar. El huracán no sólo se llevó sus cultivos y las cercas de alambre que los protegían, sino también la tierra, que se fue al mar arrastrada por las corrientes que provocaron las intensas lluvias del 8 y 9 de octubre.

Los terrenos de cultivo quedaron inservibles

En las partes altas, la lluvia deslavó las colinas y faldas de los cerros donde siembran los pueblos mixtecos; la capa fértil se fue con las corrientes y las superficies de labor son ahora terrenos pedregosos.

En las partes bajas, donde se asientan los pueblos negros, cuando se retiraron las aguas de las áreas inundadas los terrenos de cultivo quedaron cubiertos con capas de arena de casi un metro de espesor, que depositaron las corrientes de los ríos, y quizás abajo estén todavía las tierras fértiles, pero con mucho trabajo se podrán habilitar nuevamente para la agricultura.

``La gente está sufriendo mucho'', dice el campesino mixteco Marcos García López, uno de los 28 tatamandones de San Pedro Jicayán, los hombres más viejos y ecuánimes, que poseen la sabiduría de los antepasados, pero en este caso no sabe qué hacer.

``Necesitamos que nos ayuden con las tierras. Para que produzcan necesitamos motobombas para riego y que nos digan los que saben cómo producir ahora en nuestras tierras afectadas''.

Cada año, por estas fechas, los pueblos indígenas de la región se alimentan con productos que pescan en el río: camarón, pescaditos y mojarras. Pero ahora, por el huracán, en el arroyo del río Santiago no hay nada, ``está limpio''. Antes podían complementar su alimentación con chipil, que es una yerba, pero por el huracán está mala, y la gente que la come se enferma.

El tatamandón, muy preocupado por su pueblo, acudió a una reunión en Pinotepa Nacional con los integrantes de una ``misión civil por la reactivación social y económica de los pueblos de la costa oaxaqueña'', encabezada por la secretaria ejecutiva del Movimiento Ciudadano por la Democracia (MCD), Luz Rosales Esteva.

Era el más viejito entre unos 200 campesinos de diversas comunidades que participaron en la reunión, que se realizó la noche del martes 16 en la oficina de la Comisión Regional de Derechos Humanos de la Costa (CRDHC), y en lengua mixteca agregó: ``Vengo a hablar de las pérdidas que sufrimos los campesinos. Nuestras viviendas están dañadas, se quedaron sin techo, se metió la lluvia, y por eso está la epidemia de gripa con tos y diarrea en los niños. Necesitamos ayuda en medicamentos porque el presidente municipal, Julio Antonio Mejía, sólo da medicina a los que simpatizan con el PRI''.

Solicitan apoyo a ONG y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos

La misión fue integrada por representantes del MCD, de la CRDHC, del Foro de Organismos Civiles de Oaxaca, del Centro de Derechos Humanos Bartolomé Carrasco, del Frente Cívico de Acapulco, del Frente Cívico Potosino y con la participación como observadores de dos visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y dos dirigentes del PAN de Oaxaca.

Visitó lugares afectados por el huracán Paulina, para recoger información y testimonios sobre las necesidades de los damnificados, para darlos a conocer a las autoridades y organismos que cuentan con recursos para resolver las demandas, ``con el fin de buscar formas de solidaridad internacional y nacional, dando voz a las organizaciones indígenas y campesinas de la región''.

Luz Rosales explicó que el gobierno mexicano ha dicho a embajadas de por lo menos cuatro países en México que la emergencia ha terminado, que ya no se necesita ayuda para la población afectada por Paulina.

Pero las organizaciones que integraron la misión civil siguen recibiendo peticiones de ayuda. En el terreno de los hechos comprobaron lo que describió Néstor Ruiz Hernández, director de la CRDHC: ``La emergencia no ha terminado, apenas viene porque en los pueblos no hay maíz, ya hay hambre y el problema va a agravarse porque no vamos a poder sembrar, porque no hay tierra''.

Por eso, los campesinos que se reunieron con la misión en diez poblaciones que abarcó el recorrido, del 15 al 18 de diciembre, se asombraban cuando oían que el gobierno mexicano dice que ya no se necesita ayuda, que la emergencia ha pasado. Y fue más el asombro el miércoles 17, cuando supieron que durante su gira por Acapulco, el día anterior, el presidente Ernesto Zedillo afirmó que ``estamos mejor que antes del huracán''.

Néstor Ruiz pidió a los visitadores de la CNDH, Romualdo Cabrera Méndez y Ricardo Cuevas Márquez, que tomaran nota y transmitieran a la comisión los testimonios de los damnificados, que estos pueblos ``han estado engañados por las autoridades, que se violan sus derechos porque no se atienden sus peticiones''.

Durante el tercer día de recorrido por comunidades indígenas, el MCD denunció ante el gobierno de Oaxaca el hostigamiento a los integrantes de la misión, por parte de seis policías judiciales del estado que sin identificarse y armados con rifles AR-15, siguieron a la caravana civil en tres poblados, mostrando ostensiblemente las armas. Luz Rosales consideró que ``esta es una agresión contra cualquier ciudadano'', y después de la denuncia los judiciales se retiraron.

Ningún apoyo a indígenas de la Costa Chica, y poco a los negros

La desesperación de los campesinos que perdieron sus cultivos de maíz, frijol, cacahuate, ajonjolí y sus árboles frutales es evidente. En poblados de la parte baja como San Juan Bautista, Lo de Soto y El Cortijo, los habitantes dicen que ni en los días del huracán, ni posteriormente, han recibido alguna ayuda gubernamental.

El presidente del comisariado ejidal, Crisóforo Urbina Silva, con unos 200 ciudadanos reunidos en Lo de Soto, explica que ``Paulina arrasó con todo lo que sembramos. Ahora hay desabasto, no tenemos para comer''.

Todos quieren hablar y coinciden en que el desabasto que hay es porque se perdieron las cosechas, y la falta de empleo y de dinero están llevando a situaciones de hambre nunca antes vistas en estos pueblos, donde los campesinos no han sido de los más pobres de la región, como los que siembran sólo en temporal y dependen de las lluvias, porque aquí han contado con superficies de cultivo de riego y de humedad.

En los pueblos negros de Collantes, Los Pocitos y la Boquilla Chicometepec, más cercanos al mar, los habitantes han recibido despensas y alimentos desde los primeros momentos del desastre, y actualmente siguen recibiendo despensas, que son insuficientes y de mala calidad, que se utilizan para la preparación de alimentos en cocinas colectivas en las que comen niños y en algunos lugares también adultos.

Sin embargo, la preocupación fundamental de los campesinos es habilitar las tierras, que están sepultadas bajo capas de arena, y la reconstrucción de las viviendas afectadas, para lo cual el gobierno del estado de Oaxaca lleva a cabo un programa que ha recibido críticas de los damnificados, porque no fue consultado con ellos.

A diferencia de los poblados negros costeños, los mixtecos no han recibido ninguna ayuda, como ocurrió en San Pedro Jicayán, San Antonio Jicayán y Santa María Huazolotitlán. Campesinos de estos lugares bajaron a Pinotepa a vender artesanías bordadas que hacen las mujeres, porque no tienen otra forma de conseguir algún ingreso.

De San Antonio Tepetlapa, Juan López expresó: ``Sentimos una gran tristeza. Fuimos afectados en nuestros cultivos básicos de maíz, frijol y ajonjolí; perdimos mucho alambre de púas con el que estaban cercados los terrenos. Esto lo hemos reportado a las autoridades pero no hemos recibido apoyo. Pedimos que el gobierno tenga consideración de la raza indígena que vive en el campo''.