En estos tiempos en los cuales hay tantos movimientos feministas que trabajan en el rescate de los derechos de las mujeres y en la búsqueda de la igualdad de éstas con los hombres, es de admirarse cómo una mujer que no forma parte directamente de ninguno de esos grupos y cuyo tema no es el feminismo, ejerce plenamente su libertad demostrando que no sólo es igual sino en muchos aspectos superior a sus compañeros varones, y que es ella quien sale en defensa de los derechos de otros.
Me refiero a Catalina Noriega, la periodista especializada en crítica política, formada especialmente en la radio, pero también de valiente pluma en varias publicaciones periodísticas y que es sin duda una mujer sin ataduras.
El título de este artículo y la reiteración de que Catalina no tiene ataduras y habla y escribe con todo el valor civil de que se es posible, hace referencia al subtítulo de su libro: La palabra de una mujer sin ataduras, pero que se titula: Mi querido Nino, y acaba de ser publicado por Grijalbo.
Todo mundo sabe que en el programa cotidiano de Nino Canún, siempre interesante y pleno de información diversa, el momento de Catalina Noriega es el más esperado; por eso el nombre del libro. Cuando los que vamos en el automóvil o nos encontramos en otro lugar más o menos tranquilo, escuchamos la clara voz de Catalina iniciando su intervención con la intencionada y bien modulada frase: ``Mi querido Nino'', ya sabemos que lo que sigue es o bien la revelación de alguna verdad más o menos oculta del mundo de la política, que ella perfectamente conoce, o bien una crítica directa, sin vueltas ni revueltas, con todas sus letras y sin miedo a ningún tipo de respuesta.
Catalina Noriega ha sido amenazada, suspendida de sus programas, intimidada pero su convicción de que es necesario decir la verdad sin tapujos y con toda la contundencia que se requiere en estos momentos, la hace volver a encontrar la tribuna o el medio desde el cual continuar su labor de analista y de crítica de la política actual.
En el libro al que me refiero, critica sin piedad lo mismo al Presidente de la República que a los dirigentes de los partidos políticos, lo mismo al gobierno norteamericano que a los ex presidentes, desterrados o no, no deja títere con cabeza; sus mandobles quijotescos paran lo mismo en comentaristas de televisión o radio de moda que en candidatos, que en investigadores de las procuradurías.
No quiero hacer referencia específica a lo que dice el libro, sólo recomendarlo ampliamente a mis lectores de La Jornada; sus nueve capítulos entre los que destaco el primero, ``La política mexicana actual y los partidos'', el cuarto: ``Memorias de un narcopaís'', y el nueve: ``Estados Unidos, vecino incómodo'', son una muestra de lo que sin duda encontrarán en un lenguaje directo, valeroso, sincero, quienes se acerquen al texto.
La construcción de la democracia corresponde a todos, a los partidos sin duda, a los funcionarios, a los ciudadanos comunes pero principalmente y en forma muy destacada a los periodistas. Catalina Noriega es una de las representantes más distinguidas del grupo de periodistas críticos de oposición, sin miedo o con un miedo refrenado que están colaborando a reconstruir este país.