La Jornada 26 de diciembre de 1997

Murió Toshiro Mifune, leyenda del cine japonés

Agencias, Tokio, 25 de diciembre Ť La estrella del cine japonés Toshiro Mifune, actor fetiche del célebre director Akira Kurosawa, falleció el pasado miércoles en un hospital de esta ciudad a los 77 años.

Por cerca de 40 años el actor, con sus vívidos retratos de poderosos guerreros, campesinos nobles y desilusionados hombres modernos, dominó el cine nipón, convirtiéndose en el símbolo del séptimo arte de su país en el extranjero.


Escena del filme Los siete samurais, de Kurosawa.

Mifune alcanzó la celebridad internacional gracias a su participación como protagonista de la cinta Rashomon, en 1950, de Kurosawa, con quien realizó 16 películas, pero la que marcó su carrera fue Los siete samurais (1954).

En 1992 se retiró del medio artístico después de sufrir un ataque al corazón. Sin dar más detalles, los médicos dijeron ayer que la causa de su muerte fue ``una falla múltiple'' de órganos vitales.

``Nunca esperé que se moriría antes que yo'', dijo Kurosawa al enterarse de la noticia. Sorprendido, admitió haber tenido recientemente ``un mal presentimiento'', y agregó que ``ahora ya no hay un actor maravilloso. Sólo quiero decirle: gracias''.

Nacido en Tsing-tao, China, el primero de abril de 1920, de padres japoneses, y repatriado a su país tras la Segunda Guerra Mundial -durante la cual sirvió al ejército nipón-, Toshiro Mifune tomó un empleo en una compañía cinematográfica en Tokio, en 1946. Aunque había pensado trabajar como asistente de camarógrafo, un premio de los estudios Toho le permitió debutar como actor en 1946 sin mayor preparación ni experiencia.

Así fue como ese hombre de físico rudo, mirada intensa, porte estoico y elegancia señorial decidió probar suerte en la pantalla grande. Su primera película se tituló Las montañas plateadas.

Al año siguiente participó con Kurosawa en Angel ebrio. Posteriormente, en Los siete samurais hizo el papel notable de un prodigioso pero cínico guerrero. Ese fue el personaje que encarnó en la mitad de sus más de 140 películas, por lo que algunos admiradores lo llamaban el John Wayne japonés. Incluso Clint Eastwood se inspiró en él cuando trabajó con Sergio Leone en Por un puñado de dólares, versión de El mercenario en forma de western ítalo-americano.

En 1962 estableció su propia compañía de producción cinematográfica y dirigió por cuenta propia El legado de los quinientos mil. Fue uno de los pocos actores japoneses que triunfaron en las pantallas de Estados Unidos, país donde fue muy conocido por el papel de Don Torinaga que realizó para la serie Shogun, basada en la novela de James Clavell.

Mifune siempre atribuyó a Kurosawa su éxito como actor y muchos críticos convienen en que logró sus interpretaciones más sutiles bajo la dirección del legendario cineasta, que algunos llaman El Emperador. Rashomon, de Kurosawa, además de hacer a Mifune internacionalmente famoso, le permitió ganar el Oscar en 1951 a la mejor película extranjera.

Otros cineastas japoneses que dirigieron a Mifune fueron Senkichi Taniguchi, en Rastro de sangre (1947), e Hiroshi Inagaki, para quien protagonizó la trilogía que cuenta la vida del samurai Miyamoto Musashi (1954-1956).

Mifune ganó el premio al mejor actor en el Festival de Venecia por dos cintas de Kurosawa: Yojimbo, en 1961; y Barbarroja, en 1964. Sin embargo, al año siguiente, los dos amigos tuvieron una desavenencia y rompieron su relación profesional. Durante mucho tiempo fue un asunto que ambos solían negarse a tratar en público.

El actor japonés se dedicó entonces más a las cintas para televisión estadunidenses, como Hell in the Pacific (1968), con Lee Marvin, y Midway (1976). Trabajó con los directores Steven Spielberg en 1979, en la cinta 1941, y con John Frankenheimer en Gran Prix, en 1966, sin evitar interpretar al tradicional japonés malo en historias de guerra.

Los papeles de Toshiro Mifune usualmente eran los de un líder fuerte y disciplinado. Sin embargo, su estilo no terminaba en la indispensable dureza con que debía impregnar sus interpretaciones, pues siempre dejaba ver un grado de sensibilidad y complejidad sicológica, aun en las numerosas ocasiones en que personificó a implacables guerreros.

Durante su carrera incursionó en variados estilos de actuación: desde una versión japonesa de Macbeth, hasta un campesino borracho, pasando por un opulento empresario y un policía de los tiempos modernos. En 1988 fue honrado con el premio Kawakita, otorgado en Japón a aquellas personas que han realizado contribuciones significativas al séptimo arte japonés.

En una encuesta realizada en 1984 por una revista de cine, Mifune fue escogido como ``el más japonés de los hombres'', el que tenía un rostro que expresaba mejor que nadie el orgullo, el poder y la virilidad de esa nacionalidad.