Los hechos: Uno, por primera vez el gobierno tuvo que discutir el presupuesto federal en el Congreso y salió mucho mejor librado de lo que esperaba. Dos, el secretario de Hacienda, ingeniero del nuevo presupuesto, fue nombrado gobernador del Banco de México. El grupo opositor en la Cámara de Diputados se mantuvo unido para instalar el Congreso y decidir sobre las formas de gobierno interno. Parecía que existían posiciones comunes entre los partidos de la oposición para presionar al gobierno de Ernesto Zedillo a hacer cambios en la política económica; al final se comprobó la fuerza relativa del gobierno ante la oposición surgida de las elecciones del 6 de julio. PAN y PRD enseñaron sus diferencias programáticas y sus formas de hacer política; ambos tendrán que definir el sentido de ser oposición al gobierno, mientras éste redescubre y aplica las formas de negociación con los partidos que le han servido desde hace varios años.
Guillermo Ortiz, quien como responsable de la hacienda pública aplicó con rigor el ajuste económico después de la debacle de 1994, es ahora el nuevo gobernador del Banco de México. Sustituye, no sólo por reglamento, sino a estas alturas ya por obsolescencia, a Miguel Mancera, cuya larguísima estancia en esa institución deja un récord desastroso. Sólo el brío que le dio el tipo de cambio flexible al programa económico pudo darle a Mancera y al Banxico una imagen pasable en los últimos tres años. La política monetaria, que aun con intervenciones se ciñe a la cotización del dólar en el mercado, ha ido bajando la inflación y las tasas de interés. A medio camino, Banxico es capaz de mostrar su éxito ayudado por la entrada de capitales. Pero a medio camino, Hacienda y el Banco central saben que el ansiado cambio estructural de la economía aún no ocurre. A pesar de que Herminio Blanco, en su gris dependencia de comercio canta loas al aumento de las exportaciones, debe saber que éstas se apoyan en las maquiladoras, que el resto de la industria manufacturera tiene desde hace ya varios meses un déficit de comercio, y que el crecimiento aumentará rápidamente las importaciones.
Mientras tanto, los responsables de las políticas fiscal, monetaria y comercial repiten que es insuficiente el éxito macroeconómico y que el salario real de la población, la que tiene trabajo, sigue cayendo. Con Ortiz en Banxico por un periodo de ocho años, se perfila la extensión del proyecto económico implantado por De la Madrid y acelerado hasta la crisis por Salinas. Quién no recuerda la oferta de Angel Gurría a los inversionistas japoneses en 1994, cuando les dijo que en México habría dos décadas más de continuidad económica.
Pero todo esto hace recordar el mito griego de Eon, la doncella de la aurora. Tal y como lo cuenta Graves, a Eon la maldijo Afrodita con un deseo constante de los mortales jóvenes, a los que inmediatamente comenzó a seducir uno tras otro, secreta y vergonzosamente. Cuando Zeus le quitó a Ganímedes, ella suplicó que diera a Titono la inmortalidad, a lo que el dios asintió. Pero Eos se olvidó de pedir también la juventud perpetua, don que consiguió Selene para Edimon. y Titono se hacía cada día más viejo, canoso y encogido. Su voz se hizo chillona, y cuando Eos se cansó de cuidarlo lo encerró en su dormitorio, donde se convirtió en una cigarra.