La Jornada domingo 28 de diciembre de 1997

Gilberto López y Rivas
Acteal: un crimen contra la autonomía

La masacre de Acteal es un calculado golpe de la guerra sucia contra el EZLN. Sin embargo, también es una reacción perversa y patológica del gobierno y los grupos de poder local y nacional contra el ejercicio de las autonomías indígenas. Por ello escogieron Chenalhó para perpetrar su crimen dantesco. Por el odio visceral que les inspiran los concejos municipales autónomos rebeldes.

Para un régimen que ha mantenido durante toda su ya larga existencia una relación de subordinación extrema con los pueblos indios, no existe práctica más subversiva que las autonomías indígenas. Especialmente porque el fundamento de su política radica en el tutelaje de los pueblos, en la sumisión de sus comunidades, en la mediatización de sus usos y costumbres para la reproducción de la verticalidad, el autoritarismo y el control político.

Esta es una de las razones para la creación y difusión de los fantasmas de la autonomía: balcanización, separatismo, ruptura de la unidad nacional, etcétera. También es el origen de las tergiversaciones y falsedades que el gobierno ha utilizado en su lucha contra las autonomías, tal como atribuirle a éstas los vicios y las contradicciones que el propio régimen de partido de Estado ha impuesto en algunas comunidades indígenas. Este es el caso de San Juan Chamula, donde los caciques indígenas han practicado una política excluyente y fuera de la ley. Pero este cacicazgo no es producto de la autonomía, sino todo lo contrario: es el corolario de la sujeción y el control de esa comunidad por parte de un gobierno que ha fomentado, apoyado y protegido ese sistema aberrante y contradictorio en todos sentidos de la autonomía.

Acteal significa, también, que las autonomías indígenas van a ser enfrentadas con el modelo guatemalteco: reclutar, entrenar y armar indios para intentar matar, desde adentro, la semilla de la autonomía. El sicario tiene que ser indígena. De esta manera, la guerra por otros medios siempre puede ser debidamente maquillada, denominándola conflictos intrafamiliares, interétnicos, fundamentalismo intracomunitario, y toda clase de eufemismos antropológicos.

El odio a las autonomías radica, asimismo, en el temor a la contaminación que éstas pueden ocasionar entre otros sectores sociales. Finalmente, las autonomías son expresión de una manera de actuar dentro del ámbito de la nación como un sujeto político independiente y autoafirmativo. En realidad las autonomías constituyen, en esencia, procesos de concientización política encaminados a formar entidades sociales capaces de decidir su destino. En la medida en que se profundiza el sentido de pertenencia a un pueblo, a una nación, a un proceso social nacional en favor de cambios democráticos, se logra la conformación de sujetos autónomos. Esto es lo que temen nuestros gobernantes. Temen la propagación del ejemplo autonómico de los indios. Temen a la creación, en otros sectores de la sociedad mexicana, de concejos autónomos de conducción y de gobierno.