Ante la salida de Prigione, la Iglesia católica experimenta un reacomodo definitorio de liderazgos internos. Rivera, Sandoval Iñiguez y el nuevo nuncio Mullor se perfilan por su natural jerarquía. Sin embargo, otras voces como la de Morales, obispo de Torreón, suenan de contrapeso. En torno a Chiapas masacrada, también los obispos de la zona han ganado gravitación y presencia no sólo dentro del episcopado sino en terrenos políticos. Samuel Ruiz ha dejado la ominosa soledad pastoral y ahora otros obispos, como Vera, comparten las violentas y riesgosas veredas indígenas.
Durante 1997, la jerarquía católica ha vivido dos grandes enseñanzas. La primera, referente a los procesos electorales en los que actuó de manera discreta, pero a cambio dio mayor protagonismo al bajo clero y a otras estructuras que hicieron el trabajo rudo, como fueron, en el caso del DF, Pro Vida, que se opuso al PRD y el papel crítico del periódico católico Nuevo Criterio del cual se deslindó, en momentos exigentes, el propio arzobispo. La segunda enseñanza fue la compleja relación con la prensa. Recordemos el asunto de las narcolimosnas y los ``bastonazos'' que don Norberto propinó a los reporteros de la fuente. Aquí se pone en evidencia una ausencia de política comunicativa, en detrimento de la imagen pública eclesial. Los obispos no han querido o no han podido reconocer ni aprender el manejo magistral que hace Juan Pablo II de los medios.
Otro hecho que no puede pasar inadvertido fue la campaña ``A favor de lo mejor'' que, si bien no fue orquestada directamente por la jerarquía, sí fue ideada y puesta en obra por católicos prominentes, organizaciones laicas nodales como la Asociación Nacional de Padres de Familia. Para nada hay que desdeñar la eficacia para obtener más de tres millones de firmas. Este año por concluir, se ha puesto de manifiesto la importancia de la Iglesia católica mexicana en el concierto internacional. Esta relevancia quedó demostrada en el último Sínodo de América que acaba de realizarse en Roma; no es gratuito que el Papa venga de nuevo a México. Para el Vaticano, México tiene peso numérico, geopolítico y representa el primer dique frente a las llamadas ``sectas'', además de ser un puente cultural de diálogo entre las Américas.
En 1997 se registraron numerosos escándalos religiosos, como los supuestos abusos sexuales del padre Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Al canal 40, que proyectó una documentada emisión al respecto, le costó varios millones de patrocinio suspendido. Capítulo aparte merece la polémica establecida entre ``Luz del Mundo'' y el Centro de Investigaciones del Instituto Cristiano de México, encabezado por Jorge Herdely. La polémica, nacida a raíz del suicidio colectivo de la secta La Puerta del Cielo, tiene tintes de guerra religiosa muy bien aprovechada por los medios en su voraz lucha por el rating. Las sospechas abundan, tanto en torno a los abusos sexuales de los directivos de la Iglesia como del carácter académico del grupo de Herdely. El caso se ha venido complicando hasta alcanzar tonos peligrosos porque no existe, al parecer, una autoridad por encima de las partes que manifieste con claridad los límites, ya sea de los supuestos abusos de las cúpulas de la Iglesia de la ``Luz del Mundo'' como también los términos permisibles de una confrontación riesgosa. Lamentablemente el diferendo se ha prolongado y se ha dejado, y a falta de información y de tratamiento riguroso del caso, han sido los medios los que juzguen, en los hechos, la permisibilidad de la asociación religiosa. Esto crea un precedente francamente peligroso, pues los medios son los menos calificados para hacerlo.
Finalmente, en el ámbito cultural parece iniciarse un reencuentro entre los intelectuales y las creencias religiosas. La aparición de libros como La religión, de Jacques Derrida, y Creer que se cree, de Gianni Vatimo, marca una reconciliación entre los posmodernos con la trascendencia; los intercambios epistolares entre Humberto Eco y el cardenal Martini recogidos por Taurus bajo el título ¿En qué creen los que no creen? es otro ejemplo de un nuevo estado de ánimo cultural. En nuestro medio, ``El dios de los escritores'', colección de entrevistas realizadas por la periodista Adela Salinas en las que aparecen Ricardo Garibay, José Agustín, Javier Sicilia, y por supuesto Carlos Monsiváis, entre otros, son otra muestra de algo impensable hace tan sólo diez años.