La Jornada miércoles 31 de diciembre de 1997

Fernando Benítez
Fray Bartolomé de las Casas

Cuando fue nombrado obispo de Chiapas, fray Bartolomé de las Casas llegó a su sede después de un largo y penoso viaje, y los encomenderos españoles lo recibieron con alegría y fiestas suntuosas. Pero la situación cambió al exigir fray Bartolomé que, bajo pena de excomunión mayor, liberaran a sus indios esclavos. ¿Qué harían los encomenderos privados de sus esclavos? Furiosos, le dieron a fray Bartolomé por cárcel su pobre iglesia, con un ayuno total. El indio que se atrevía a llevarle de comer era objeto de una paliza o bien de la horca. Cercaron de guardias la iglesia, insultándolo, y uno de ellos pretendió matarlo con dos tiros de escopeta, sin que, por fortuna, hiciera blanco. Las Casas, después de muchos días de estar preso, logró huir a España, pasando por la capital del Virreinato, donde reprochó a los frailes pretender evangelizar a los indios con un simple cubetazo de agua.

Es natural que, frente a una situación que poco ha variado para los indios durante 400 años, hoy tengamos que lamentar la masacre de Chenalhó.

Hoy se sabe que en camiones del ayuntamiento de Chenalhó, con apoyo del presidente municipal priísta Jacinto Arias Cruz, los agresores llevaron armas de alto poder, y a una hora determinada que juzgaron propicia, asesinaron por la espalda a 45 indios desarmados, entre ellos mujeres y niños pequeños. Pretendieron deshacerse de los cuerpos cavando agujeros, pero al no contar con tiempo suficiente los arrojaron en una barranca o los escondieron en una cueva. El plan de muerte estuvo bien organizado. Horas antes de la matanza fue robado el equipo de radiotransmisión de la Cruz Roja Mexicana, y debido a ello los socorristas quedaron incomunicados. Probablemente este robo permitió a los agresores mantener comunicación entre ellos.

En mi opinión, las cabezas del priísmo nacional, radicadas en la capital de la República, no serían capaces de intervenir en un plan tan criminal y estúpido como el realizado en Chiapas, y que alcanzó gran repercusión en el mundo. En todo caso, la responsabilidad del gobierno federal sería, como han dicho algunos analistas, por omisión. Por no atender las voces de alarma que se elevaron.

Sé que resumo demasiado, si bien todos los diarios y la televisión se han ocupado del asunto casi de modo exhaustivo. Mi intención es recordar que el problema indígena, causa del enfrentamiento entre los encomenderos y fray Bartolomé de las Casas, se inició en Chiapas hace 400 años.