Durante este año se cometieron más de 189 mil delitos en el Distrito Federal
Bertha Teresa Ramírez Ť Indisciplina e ineficacia en el combate al hampa marcaron a la policía durante 1997. En dos actos de rebelión nunca antes vistos, la policía dibujó el rostro de una fuerza pública capaz de alterar su orden interno e incapacitada para su principal cometido.
La indisciplina para cumplir con ordenamientos de los mandos y el fracaso en el combate al crimen caracterizaron la actuación de la fuerza pública capitalina en el año que hoy concluye. Mientras, los más de 10 mil operativos policiacos que la Secretaría de Seguridad Pública, al mando de su ex titular Enrique Salgado, se aplicaron de manera expectacular en zonas altamente delictivas de la ciudad no lograron menguar la ola delictiva a pesar del enorme despliegue policial.
Incontenible la ola criminal en este periodo asestó a los capitalinos una cifra de más de 189 mil 500 delitos denuciados ante la diferentes agencias del MP, entre los que el robo a vehículo con o sin violencia, a transeúnte, a camión repartidor, a negocio, a casa-habitación y las violaciones sexuales y los homicidios. De acuerdo con cifras oficiales, durante 1997 se cometieron 8 mil delitos más que los que se registraron durante 1996.
El robo a banco con o sin violencia llegó este año, también según las cifras oficiales, a 104, más seis tentativas de asalto, contra 71 del año pasado. Hasta el momento el monto total de lo robado asciende a 24 millones 651 mil 255 pesos.
Los bancos más robados fueron Bital, con 28 asaltos; Bancomer, 12; Serfín, 9; Confía, 8; Santander Mexicano, 8; Promex, 7; Banamex, 2; Bancrecer, 2; Banorte, 4; Banpaís, 4; Bilbao Vizcaya, 4; Inverlat, 5; Ixe, 1; Unión, 1, y Atlántico, 4.
Rebelión
También alteró el orden y la normatividad interna de la fuerza pública la actitud de rebeldía de efectivos policiacos para sujetarse a los ordenamientos de los altos mandos policiales, que ocuparon jefes militares en activo, La primera ocurrió en mayo, después de que los primeros 500 agentes que tomaron el curso de readiestramientos policial en el Campo Militar Número Uno y que provenían de la delegación Iztapalapa se negaron a ser reubicados en la Gustavo A. Madero.
El 8 de mayo, en un acto nunca antes visto en la ciudad de México, centenares de policías preventivos protagonizaron una batalla campal con personal de los agrupamientos de Granaderos y de Fuerza de Tarea Zorros, sobre la avenida Insurgentes Norte. Un jefe policiaco secuestrado, 17 agentes detenidos y más de 20 lesionados; hubo incluso rumores de dos muertos y varios reporteros golpeados.
Pero lo peor habría de venir sólo cuatro meses después, en septiembre, precisamente también un día marcado con el número 8, cuando una confusa balacera abrió uno de los capítulos más negros en la historia de la policía capitalina.
La tarde de ese día, un tiroteo en la colonia Buenos Aires dejó un saldo de dos muertos; uno de los occisos resultó ser un policía adscrito al Grupo Zorros, quien se encontraba vestido de civil, y el otro un conductor de vehículo, presuntamente delincuente. Sólo varios meses después las autoridades reconocieron que la balacera se suscitó durante un operativo que los policías de los grupos Jaguares y Zorros realizaban en esa zona vestidos de civil.
El 9 de septiembre, a unas cuantas horas de que se registró dicha balacera, la SSP, informó del macabro hallazgo de tres cadáveres en unas minas de arena de Tláhuac. Los cadáveres presentaban claras huellas de tortura y resultaron ser los de tres jóvenes de la colonia Buenos Aires de nombres Daniel Colín Enciso, Iván Mora y Juan Carlos Romero Peralta, cuyos familiares los habían reportado como desaparecidos el 8 de septiembre.
Después de que fueron localizados estos cuerpos, las madres de Carlos Alberto López Inés, Angel Leal Alonso y Román Morales Acevedo, otros tres jóvenes desaparecidos tras la balacera en esa colonia, intensificaron sus demanadas para que regresaran con vida a sus hijos. Nada pudieron lograr, pues los restos de sus hijos aparecieron el 29 de septiembre en una hondonada del cerro del Ajusco.
Sobre el caso, la PGJDF abrió un proceso que llevó a la investigación de más de 100 policías de los agrupamientos Jaguares y Zorros, y al arresto de 31 efectivos policiacos, entre ellos los jefes del grupo Zorros, Lamberto Ponce Lara; de Jaguares, Moctezuma Zepeda Rodríguez, y el ex director de Motopatrullas Jesús Alonso Valdes.
En 1997, la policía reportó la muerte de 18 agentes al tratar de evitar delitos y se condecoró a 120 con la presea al valor policial; en este periodo se dieron de baja por problemas de corrupción a mil 23 efectivos.