En mi opinión, el secretario de Energía, doctor Luis Téllez, se equivoca cuando afirma que la producción de petróleo crudo es un negocio más rentable que la petroquímica.
El petróleo crudo, al igual que los diamantes, no los produce el hombre, sino la naturaleza. Generan enormes ingresos por ser bienes escasos y altamente apreciados en el mercado. Son valiosos por sí mismos, pues encierran una ``renta petrolera'' o una ``renta minera'' que beneficia a sus propietarios. En consecuencia, el petróleo crudo y los diamantes son un negocio atractivo no tanto porque se les extrae del subsuelo, sino más bien porque se les posee.
Por lo tanto, afirmar que el petróleo crudo es un negocio redondo porque se extrae a tres dólares y se vende a 17 dólares el barril, es una forma estrecha de ver la realidad. En opinión de los expertos, si ese barril de petróleo crudo se transformase localmente en petroquímicos, se podría vender hasta en 700 dólares. Además, se ahorrarían divisas al país, al evitarse las importaciones que se realizan actualmente, y se estimularía el crecimiento de otras industrias que proveen de bienes y servicios a las plantas petroquímicas, generando más empleos productivos para los mexicanos.
¿De dónde surge, entonces, la afirmación en contrario del secretario de Energía? Sencillamente, de comparar los ingresos generados por la exportación de petróleo crudo (10 mil 500 millones de dólares en 1997) contra las pérdidas que registraron las plantas petroquímicas en el mismo año. Cabe aclarar, sin embargo, que esa comparación no es válida pues tales pérdidas se explican porque desde hace años Pemex no invierte en la petroquímica, y ello ha provocado pérdida de su eficiencia y rentabilidad.
Luego entonces, el mérito de generar ingresos por exportación de petróleo crudo corresponde a la naturaleza y a las condiciones favorables del mercado, mientras la culpa de las pérdidas que registran las plantas petroquímicas de Pemex corresponde a los directivos y funcionarios gubernamentales responsables de su manejo.
Los inversionistas extranjeros saben que, si son bien manejadas y se realizan las inversiones necesarias, las plantas petroquímicas de Pemex pueden salir del bache en que las mantiene el propio gobierno mexicano, para convertirse en un negocio sumamente rentable. De otra forma, no se explicaría su gran interés y las presiones que ejercen por adquirir y controlar esta industria.